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Viernes, 30 de agosto de 2013

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Buitres

Los fondos financieros de alta especulación dedicados a cobrar vía la acción en tribunales amigos, como el de Thomas Griesa y el de la cámara de apelaciones del segundo circuito de Manhattan, denominados buitres en la consideración internacional, no son protagonistas ingenuos de la globalización del capital, ni acreedores de buena voluntad ni actores interesados en participar del juego del mercado de deuda, espacio donde se gana y se pierde con apuestas más o menos arriesgadas con el sube y baja de las cotizaciones. A esos fondos no les interesa ser parte de las reglas del negocio de bonos soberanos, donde interviene la oferta y la demanda, sino que el método para contabilizar ganancias fabulosas es hacer juicios a acreedores vulnerables. Los adoradores del libre mercado, que exponen al bursátil como el paradigma de la concurrencia de diferentes operadores para la definición del precio de equilibrio de los activos, quedan descolocados con los carroñeros de las finanzas. Los buitres no pretenden cobrar por mecanismos del mercado de deuda, sino por vía judicial. Son grupos con mucho poder construido desde su riqueza financiera, utilizada para pagar las cuentas de organizaciones de lobby y ganar el apoyo de congresistas republicanos y demócratas con aportes para campañas electorales. También les sirve para obtener sentencias de amigables jueces de Nueva York. La apuesta de los buitres sobre la Argentina fue una de las más audaces, durante los '90.

Los buitres, además de posar sus garras en una presa grande (Argentina), han estado atacando países pobres de Africa. Compraron deuda pública de esos países a precio muy bajo esperando que organismos internacionales de ayuda para combatir la pobreza o potencias económicas cancelaran la deuda o concedieran financiamiento para el desarrollo para exigir ante la Justicia el cobro de esos bonos.

Según la ONG Jubilee Debt Campaing, al menos 54 fondos buitre, la mayoría radicados en paraísos fiscales, ha iniciado procesos legales en los últimos años contra doce de los países más pobres del mundo, por un monto total de 1.500 millones de dólares.

Los países atacados por los buitres tratan de defender su soberanía y finanzas. Es lo que hace la Argentina. Se defiende en los juicios (obtuvo fallos favorables en casi treinta litigios), busca apoyo de naciones amigas y de la mayoría de los grandes acreedores y recibe el respaldo discursivo de países y organismos internacionales pese a que no simpatizan con la orientación de la política económica (Estados Unidos y el FMI expresaron una posición crítica sobre los buitres).

Maximiliano Reimondi

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