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Jueves, 28 de julio de 2016

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Daños

Es increíble que tenga que estar pensado hoy en día cómo voy a hacer para seguir mandando a mi hijo a cursar la carrera universitaria que eligió. Me da miedo tener que enfrentarlo y decirle "vas a tener que dejar de estudiar porque no cobro un sueldo y lamentablemente el error que arrastra éstas consecuencias lo cometí yo, y sabes cuál fue: creer en la justicia e intentar hacer algo tan digno como proteger a personas y mi familia de delincuentes como lo son un abusador de menores y sus protectores".

En una situación económica completamente adversa a la mía se encuentra seguramente el señor Juez, cuyas palabras surgidas en una conversación con mi esposo y publicadas por medios de prensa arrastraron mi moral por el piso: "Qué expediente al pedo, quien no tiene una mina y un tipo en bolas en la computadora de una oficina pública". Este Juez era la persona con mayor poder para decidir la forma en que podía protegerme, primero como denunciante, pero principalmente observando los derechos que me asisten como mujer. Sabía al escuchar esas frases del Juez que me expuse y también expuse a mi familia a la corrupción de un sistema que estaba decidido a destruirnos. Nadie iba a investigar los abusos de autoridad, los incumplimientos, sino por lo contrario Nos abandonaban a enfrentar y padecer la injusticia.

Qué contrariedad tan grande, el sueldo de ese juez, equivale a algo más de cinco sueldos míos, con la diferencia que yo hoy no recibo un centavo, y también el sueldo de ese Juez equivale a lo que llevamos gastado con mi esposo en abogados para recurrir a instancia superiores de la Justicia provincial, porque más allá de todo lo sufrido, aún creo en la Justicia.

El término injusticia se adapta a toda la situación que me tocó vivir. Busqué ayuda en todos los organismos estatales, haciendo denuncias en Fiscalía de tribunales, declarando en Asuntos Internos, en Juzgados Penales, recurriendo a la Defensoría del pueblo, y en ninguno de todos esos lugares se les encendió una mínima chispa por decir "tenemos a una mujer que se anima a denunciar a un policía pedófilo protegido, que ya en los años 2007 y 2008 fue denunciado por abusos sexuales a menores. Veamos de cuidarla, de brindarle como lo estipula la Ley de Violencia de Género el asesoramiento y la tranquilidad para que se reintegre a su ámbito laboral, sin tener que estar pensando en cuidarse tanto del delincuente como de los que lo apoyaron".

Fany Elizabet Yedro

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