¿Había armas de destrucción masiva en Irak? No. ¿Hay dictadura en Venezuela? No. La democracia en Venezuela es un hecho irrefutable aunque el presidente de Estados Unidos diga lo contrario. No será la primera vez ni la última que eso que llaman comunidad internacional se invente una excusa para hacer lo que realmente desea. Hace más de quince años, un fatídico 16 de marzo de 2003, el trío de las Azores (Bush-Blair-Aznar) inventó lo que jamás nadie pudo demostrar para intervenir un país, bombardearlo y quedarse con todos sus pozos petroleros. Hoy, tiempo después, se vuelve a repetir la historia. 

En este caso, sobre Venezuela, el Grupo de Lima y la Unión Europea sirven de amplificador de lo que el gobierno de Estados Unidos decide. Y hace un buen tiempo decidieron que en Venezuela había dictadura a pesar que se han celebrado 24 elecciones en dos décadas. También decidieron que había dictadura porque en los años 2015 y 2016 no se celebraron elecciones presidenciales a pesar de que no correspondía según mandato constitucional. Y ahora, que llegan las elecciones esperadas, entonces, deciden que hay dictadura porque no se presenta la oposición a pesar que existan dos candidaturas (Falcón y Bertucci) con propuestas completamente antagónicas a las del candidato presidente Maduro. Tanto es así que Falcón ha propuesto la dolarización del país y la ida al FMI para salir de la situación complicada económica que vive el país. 

¿Una dictadura en la que existen alternativas tan diferenciadas? ¿Una dictadura en la que no ha habido ningún incidente a destacar durante toda la campaña electoral? ¿Una dictadura en la que el principal diario opositor, El Nacional, titula el mismo día de las elecciones “Falta de garantías y ventajismo enturbian el proceso electoral”? 

No hay democracia perfecta. Ni en Venezuela ni en ningún otro lugar del mundo. Existen infinitos ejemplos de falencias de procedimiento en cualquier cita electoral. Véase recientemente Colombia en sus elecciones legislativas en la que faltaban boletas en muchos centros de votación. También se puede discutir las reglas democráticas, como por ejemplo en Estados Unidos donde no es presidente quién más votos obtuvo. ¿Alguien habla de dictadura en este país? Podemos no estar de acuerdo con presidentes electos con muy pocos votos como es el caso de Rajoy en España que sólo obtuvo el 21,74 por ciento de los inscriptos. 

La democracia amerita cualquier debate posible para que se pueda mejorar. Siempre hay que exigirle más. No solo en lo procedimental, sino también en el sentido más amplio del término. Venezuela es un país que ha hecho todo lo necesario en este siglo XXI para asegurar un sistema democrático más profundo. A los venezolanos, y particularmente a los chavistas, les gustan las elecciones. Más de una por año en promedio. Todas en regla. Las que se perdieron, incluso por la mínima (referéndum constitucional 2007), se reconocieron. Nadie puede dudar de la democracia venezolana que además tiene un sistema de cómputo electoral muy seguro, avalado por el mismo expresidente de Estados Unidos, Carter. El mismísimo Zapatero, expresidente español, hace días también ratificó que los venezolanos votarán libremente. 

Y así lo hicieron. Los venezolanos fueron a las urnas. En democracia. Eligieron como presidente a Maduro de manera mayoritaria, con más del 60 por ciento de los votos, teniendo así todo el respaldo para gobernar en los próximos años. La oposición quedó a una gran distancia. Falcón se queda sin fuerza legítima electoral para asumir la tarea de conformar alternativa. Los evangélicos aparecen en escena. Veremos qué pasa con ellos en el futuro. Y por su parte, la oposición no democrática nuevamente no volvió a participar en la cita democrática. 

* Director Celag.