Página 12 en España

Desde Madrid

Cuando faltan menos de cuatro días para la primera votación de investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno de España, Pablo Iglesias renunció a ocupar un alto cargo en el Consejo de Ministros, y así destrabó las negociaciones entre el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), y Unidas Podemos (UP) para formar el próximo Ejecutivo. “España necesita ya un Gobierno de coalición de izquierdas que asuma que los derechos sociales tienen que ser el eje de gobierno. El PSOE dice que el único escollo que evita ese Gobierno soy yo. He estado reflexionando estos días, y no voy a ser la excusa para que evite ese Gobierno de coalición”, afirmó Iglesias en sus redes sociales sobre la tarde de ayer.

El anuncio llega al final de una semana en que la relación entre Sánchez e Iglesias había alcanzado su peor momento en más de un año. Desde que el líder de UP secundó la moción de censura del PSOE, encabezada por Pedro Sánchez, para desplazar al expresidente Mariano Rajoy del Gobierno en junio del año pasado, el vínculo entre los dos líderes de la izquierda no había hecho más que mejorar.  Durante los diez meses que gobernó el mandatario socialista antes de convocar elecciones, el PSOE y UP llegaron a acordar medidas de gran impacto como el aumento del Salario Mínimo Interprofesional. Sin embargo, pasados los comicios generales y municipales y autonómicos, Sánchez e Iglesias se alejaron por las discrepancias en torno a un posible acuerdo de Gobierno para formar una mayoría parlamentaria que lograra sostener un Ejecutivo liderado por Sánchez.

Mientras que el líder del PSOE planteó en un principio un Gabinete monocolor, Iglesias reclamaba para UP un espacio proporcional a la cantidad de votos y escaños recibidos. En la primera reunión posterior a las elecciones del 26 de mayo, el presidente del Gobierno en funciones se reunió con el dirigente morado, y el saldo del encuentro alumbraba un entendimiento a partir de un Gobierno de cooperación, según el PSOE, y de coalición según UP. Con el paso de los días, ese matiz semántico se transformó en una diferencia insalvable que sacó las negociaciones del ámbito privado de los líderes, y las llevó nuevamente al resbaladizo territorio de los medios de comunicación, donde una palabra mal dicha podía abrir grietas estructurales. Algo que terminó sucediendo.

En los últimos días, Sánchez había ofrecido a Iglesias que propusiera candidatos “técnicos” para integrar un posible Consejo de Ministros. Una forma sutil de vetar la participación de cuadros políticos, como el propio Pablo Iglesias. Para el secretario general de UP, la propuesta era una “idiotez” porque la gente vota a figuras políticas y no perfiles técnicos.

Desde las filas del socialismo, el discurso no ha variado en esta última semana respecto a un Gobierno de coalición. Insisten en que la diferencia de visiones entre el PSOE y UP en torno a asuntos de Estado como el reclamo soberanista de Cataluña y la situación judicial de los líderes catalanes que impulsaron el referéndum ilegal del 2017, no puede ser abordada de forma bicéfala desde el Gobierno español. “Podemos defiende el derecho de autodeterminación (de Cataluña); estuvieron en contra de la aplicación del artículo 155 de la Constitución (para intervenir el Gobierno catalán); hablan de presos políticos”, dijo Sánchez en una entrevista esta semana. Para contener esa discrepancia clave, el dirigente morado aseguró que en asuntos estratégicos como Cataluña se subordinarían a la línea del presidente. Sin embargo, esa declaración no surtió efectos en el entorno del mandatario.

A comienzos de esta semana, cuando las posiciones parecían ya demasiado lejos una de la otra, Iglesias tomó la decisión de hacer una consulta teletemática entre los militantes de UP para que manifestaran su posición respecto a entrar en el Gobierno de Sánchez, o mantenerse afuera con un acuerdo programático en el que el PSOE únicamente diseñara el Gobierno. La reacción de Sánchez fue calificar la consulta de “gran mascarada” por considerar que las preguntas orientaban a la militancia a respaldar al jefe de UP.  En ese contexto, la votación de investidura se perfilaba cada vez más negra. Sin abstenciones de los partidos de derecha, y con la negativa de UP a apoyar a Sánchez sin entrar al Gobierno, los partidos políticos españoles ya consideraban la posibilidad de un nuevo llamado a elecciones generales para el mes de noviembre.

Ahora, el giro dado por Iglesias abre una nueva oportunidad para el entendimiento.  No será sencillo. En su anuncio de ayer, Iglesias advirtió que él no formaría parte del Consejo de Ministros, pero que la condición del apoyo era que UP tuviera en el futuro Gobierno una participación proporcional a los votos que ha recibido en las elecciones. Cerca de cuatro millones de sufragios y  42 diputados que resultan clave para que los 123 del PSOE formen una mayoría absoluta de 176, el mínimo necesario para investir a Sánchez. El martes se sabrá si el acuerdo se ha logrado. Mientras tanto, la cuenta regresiva ya empezó .