“El sonido siempre ha funcionado como una advertencia para las personas, es algo que está arraigado en nuestro sistema límbico”, ofrece la periodista y realizadora Leah Borromeo al momento de conversar respecto a Climate Symphony, proyecto que creó con la artista y directora Katharine Round y el compositor Jamie Perera. Curioso proyecto, vale subrayar, que convierte conjuntos de datos sobre el cambio climático en notas musicales, tiempos y frases, transformando la dura materia prima en partituras. “¿Tienen los datos emoción?”, se interroga el trío londinense, cara visible de un colectivo de artistas y científicos que ha encontrado en sus petites sinfonías, un modo de concientización. Finalmente, según explican los involucrados, “este es el sonido de un planeta moribundo”. Una marcha fúnebre, si se quiere, interpretada por el planeta, paciente en vías de extinción. “La música nos hace sentir. Nos afecta fisiológica e emocionalmente. Por eso hemos decidido expresar de este modo el cambio climático”, advierten los especialistas que buscan inspirar acciones sobre la urgente temática, y que comprenden que aunque los gráficos de barra pueden informar, sencillamente no conmueven. “Esto es compromiso social a través del sonido”, redoblan quienes trabajan codo a codo con meteorólogos, conservacionistas, periodistas de investigación, músicos. Y cuentan que cada barra de música de su Climate Symphony equivale a un año de datos científicos. Datos procesados que han sido “sonificados” con un programa que los clasifica en notas, y que luego los traspone a teclados de piano, instrumentos de cuerda, etcétera. “La premisa es simple: esto no es ruido de fondo. La música son los datos. Esa es la belleza de nuestro proyecto: usar estas composiciones como herramienta para informar”, suma Borromeo, que aunque reconoce que el proyecto está en vías de desarrollo, ya promete shows en vivo para el venidero año.