Una semana de acompañar a nuestros hijos e hijas, que ya no podemos nombrar así sino como estudiantes en lucha, en toma de las instalaciones educativas del Lengüitas por mejorar sus condiciones educativas está siendo una experiencia muy fuerte para los padres y madres que los acompañamos.

Los mensajes que no se detienen ni un segundo desde el lunes 26 de septiembre catapultan nuestra ansiedad a las nubes, varios temas se mezclan al mismo tiempo: la ayuda en la toma, las informaciones que van aconteciendo con la posibilidad de diálogos con las distintas autoridades, el conocimiento de las decisiones que están tomando en asamblea los estudiantes, las informaciones de que policías van llegando a nuestros domicilios ante la acusación de ser responsables y qué hacemos con eso, el pedido de salir a hablar en radios y programas, y opiniones acerca de cómo seguirán las tomas frente a la criminalización y caza de brujas del gobierno porteño.

Y todo se agravó en la noche del jueves, cuando fuimos agredidos por provocadores, sobre todo una mujer que mostró y dejó caer un cuchillo a la vereda, y antes maldecía y escupía a una estudiante, la hija de Mabel. Y la policía esperaba la llegada de la fiscalía pero esa mujer comía bombones y se recostaba en el móvil policial y dudábamos si no habrá sido mandada. Así, con el paso del tiempo, estamos cansados y luego quisiéramos que abran la puerta para la negociación del Ministerio de Educación y tomen en cuenta lo que piden los estudiantes que en definitiva desean que la educación pública sea mejor, y escuchamos a Larreta acusando a nuestros hijos de “seudomapuches”.

Que acusen a tus hijos y amigos de tus hijos que conocés desde los primeros años de vida con un nivel de xenofobia cruel genera una impotencia y mucha bronca, como si tuvieras ganas de decirles: “conocelos, conócelas, luchan, más allá de que podamos estar de acuerdo o no con este tipo de protesta, quieren mejorar sus condiciones de estudio y son grandes estudiantes”. No quieren tener tantas horas libres ni ir a esas actividades de aproximaciones laborales (ACAP) para perder el tiempo y nada para aportarles a sus futuros.

Una semana aguantando un país lleno de discursos del odio, no se pueden repetir algunos comentarios con una violencia desmedida, siempre uno se pregunta si la propia posición tiene violencia que pudiera llevar a ser respondida por la violencia que viene del otro lado, y creo cada vez más que la violencia, el odio, el rencor viene del otro lado. Si existe la dialéctica, la del agresor y el agredido, no es equiparable la violencia de un lado y del otro. Pero ¿cómo se puede detener de toda esta situación en la que el violento actúa así porque se siente violentado, y somos nosotros lo que lo hemos hecho, simplemente porque consideramos que lo que hacemos es lo mejor que podemos para ayudar?

Tantos años de vida, y esta semana con los estudiantes en toma me dejó pensando tantas cosas, emocionado, dejando escapar un par de lagrimones cuando los veo tan crecidos y tan comprometidos por el país tan difícil que les estamos dejando, que me gustaría “pedirles disculpas” por lo que les ha dicho el jefe de gobierno porteño. No puedo creer que sea el que me represente, un funcionario que si considera que están haciendo mal las cosas debería tratar de convencer, dar sus argumentaciones, escuchar lo que se podría mejorar, y ayudar a que nuestros estudiantes que son nuestros hijos puedan volver a tener la educación que es la que nosotros quisimos darles y por lo cual elegimos, en este caso, el Lengüitas.