CONTRATAPA

Los almuerzos del Central

 Por Susana Viau

Que hay buenos vinos nacionales era cosa sabida por el ex presidente del Banco Central, Pedro Pou, propietario de la bodega Navarro Correa. No parece ser el caso del actual titular, Mario Blejer, quien rocía sus almuerzos protocolares con vino francés. Eso, además de la contratación de cocineros, ayudantes y mozos –siendo que el banco cuenta con ese personal– ha hecho ascender sus comidas a cuenta de la entidad a cuatro mil pesos en seis días de agasajos.
En las ocasiones en que decide utilizar el comedor del banco, Blejer recurre al catering de Mamá Jacinta, un restaurante-parrilla de no muchas pretensiones de la calle Tucumán al 2500, bastante alejado por cierto del lugar de celebración de los almuerzos, ubicado en Reconquista al 200. La elección no es caprichosa: Mamá Jacinta es un restaurante kosher y se sabe que Blejer, hijo de una escribana y un ingeniero, alumno del colegio israelita de Córdoba y estudiante universitario en Israel, es ortodoxo en sus creencias religiosas. Al punto que se convierte en inhallable desde el viernes, al salir la primera estrella, límite impuesto por el sabbath.
Así, el 17 de abril, Blejer solicitó 7 almuerzos que resultaron a un precio moderado (385 pesos, 55 por persona). La cuenta subió con el agregado de cocinero, ayudante y mozo que costaron 230 más y el vino francés y el agua mineral por valor de 80 pesos. Total, 695 pesos; el 19 se reiteró la situación, pero esta vez para 8 comensales (520 pesos, 65 la unidad); los ya conocidos cocinero, ayudante y mozo y el doble de vino francés y agua mineral, que saciaron la sed de los presentes por 170 pesos. Total: 960. El 23, quizás avisados de que allí se comía bien, el número de participantes creció a 10: 590 pesos, o lo que es igual, 59 pesos por persona. El mozo fue dado de baja y el cocinero y el ayudante cobraron 190 pesos. Vino (en esta oportunidad no se especificó si también fue francés) y agua mineral, 80. Total, 860 pesos. Veinticuatro horas después, Blejer volvió a reiterar diez almuerzos protocolares por 600 pesos, con cocinero, ayudante y el mozo ahora de nuevo reintegrado por 230, vinos y agua por 120. Total, 950 pesos. Por último, el 29 fueron seis por 354, con la única presencia del cocinero –a 190– y vino y agua por 50. Total, 594 pesos. Casi 4000 pesos en menos de una semana de protocolo gastronómico. Página/12 se comunicó con los dueños de Mamá Jacinta y preguntó por el menú de la casa, que no admite extravagancias: pollos, matambre, carnes asadas, entradas árabes. Titubearon ante la solicitud de catering y más aún con la idea de cocineros y mozos a domicilio, pero no se negaron. “A veces lo hacemos, para un banco”, dijeron. Vino francés no tienen, por este asunto del dólar. Sí ofrecen a cambio un vinito chileno.
La cifra, de todas formas, no es desusada en un directorio que en plena efervescencia popular por los corralitos (el 21 de febrero), cierres de comercios, quiebras de empresas y despidos de trabajadores y sueldos fraccionados en los cajeros gastó tres mil pesos para poner a punto la biblioteca del despacho de Alejandro Henke, al que si bien le está costando un Perú hacer pasar su pliego por el Senado, ya tiene oficina y funciones asignadas en la superintendencia; o el caso del mediterráneo Felipe Murolo, quien el 12 de marzo hizo pagar al Central 2750 pesos por la colocación de una carpeta de un metro por un metro. Claro está, de la casa El espartano, nombre no muy adecuado a las versallescas costumbres del directorio.

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