DEPORTES › LA SELECCION LOCAL DERROTO AGONICAMENTE A JAMAICA EN MAR DEL PLATA

Un concierto para ojos cerrados

El amistoso internacional no dejó mucho para analizar. Lo único rescatable fue el cabezazo salvador de Palermo sobre el final y el gol agónico de Canuto, sin arquero a la vista, en el cuarto minuto del descuento.

Era obvio que este partido contra Jamaica no le iba a aportar mucho a la Selección, por más que el entrenador insista con que sirven para ver si a los jugadores del fútbol local les sienta bien la camiseta. Si el partido de ayer tuvo alguna utilidad, de seguro no fue ésa. Lo que se vio en el José María Minella, ante un equipo absolutamente menor, sin tradición ni jerarquía, fue apenas un garabato, o incluso menos que eso.

Porque si el encuentro disputado en San Juan ante Costa Rica había dejado algo, y a su modo lo hizo, porque fue un partido al menos entretenido, el de ayer en Mar del Plata ni siquiera pareció justificar el esfuerzo de los espectadores –barrabravas incluidos– que colmaron el estadio mundialista de la costa argentina para acompañar el sueño y las expectativas del ex capitán e ídolo de la Selección.

Una cosa es segura, Maradona vio lo mismo que vieron todos: muchos centros a cualquier parte, sin un claro receptor, una chilena de Galeano a cualquier parte, un remate débil de Jara a las manos de Miller, otro de Monzón igual de previsible, un intento y posterior desparramo de Palermo tras un centro de Jara que no llegó a conectar, una buena defensa de Echeverría ante un remate de Johnson, un penal grande como una casa del defensor Galeano contra el delantero Johnson, que vieron todos, todos menos el árbitro Rivera, y un remate de tiro libre de Toranzo en el que los defensores y el arquero jamaiquinos se asustaron por la proximidad.

Después de todo esto, el descanso fue como un bálsamo para el dolor de ojos. Pero la jornada le tenía preparada una broma macabra al equipo nacional. Apenas comenzó el segundo tiempo, un centro desde la derecha cruzó prácticamente toda la cancha para que Johnson cabeceara directo al arco de Ibáñez, quien se confió tanto que terminó viendo picar la pelota delante de sus ojos y meterse sobre el palo izquierdo para los visitantes festejaran la apertura del marcador.

El panorama no podía ser peor y quizá fue eso lo que motivó la reacción del equipo nacional que todos esperaban. Como si hubiera sonado un despertador, la Selección local abrió los ojos. Acevedo sacudió un ángulo con un muy buen remate de tiro libre, después, en lo que fue la mejor situación de los argentinos, Insúa sacó un buen remate que obligó a Miller a estirarse para despejar.

La escasez de ideas no impidió que Argentina tuviera una chance muy clara para emparejar el trámite: un toque de Insúa que varias piernas jamaiquinas intentaron desviar hasta que, a centímetros de la línea, lograron despejar.

Perdiendo, y faltando 15 minutos para el final del encuentro, la Selección tenía cinco jugadores de Boca en la cancha. Así, como si en Buenos Aires, Abel Alves hubiera prendido un par de velas pensando en el partido frente a los tucumanos, Méndez metió un centro a la puerta del área, desde ahí cabeceó Palermo para meter la pelota sobre el palo del arquero y al menos salvar a la Selección de un papelón peor. Después llegó el gol de Canuto, que aunque contó para este realmente fue de otro partido.

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Palermo festeja el gol del empate, a los 82 minutos, con un cabezazo que pasó entre las manos del arquero.
 
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