DEPORTES › ROSSI NO PUDO FRENTE A HUCK

Cayó por paliza

 Por Guiñazú Daniel

Al nicoleño Rogelio Omar Rossi le quedó demasiado grande la chance de llegar a ser campeón del mundo. No pudo soportar la mayor fortaleza física del campeón serbio Marco Huck y terminó perdiendo por nocaut en el 6º round su pelea por el título de los cruceros de la Organización Mundial de Boxeo realizada ayer en Ludwigsburg (Alemania). Fue tan rotunda la derrota que Rossi necesitó auxilios paramédicos para ponerse de pie y recién lo pudo hacer luego de cinco minutos de tratamiento intensivo sobre el ring.

Del segundo asalto en adelante, Huck (90 kg) dejó en claro las distancias que hay entre un buen campeón de nivel internacional como él y un boxeador todavía en proceso, aunque campeón argentino y sudamericano de la categoría como

Rossi (89,600 kg). Cada vez que metió a fondo su directo de derecha, el serbio hizo temblar al argentino que, antes de la definición, se fue a la lona en el 3º y el 5º round. También cayó al final del 4º. Pero Huck le aplicó su izquierda luego de la campana y por eso recibió dos puntos de descuento de parte del árbitro inglés Paul Thomas.

Rossi salió a pelearlo sin complejos al campeón. Pero más allá de su decisión, poco más tenía como para pretender derrotarlo. Le faltó vigor a su jab de derecha y varias veces sus golpes se quedaron cortos. Huck se aferró a su estilo contemplativo y conservador sólo en la primera vuelta, la única que el nicoleño pudo ganarle. Cuando advirtió la poca solidez de su adversario para pegar y resistir, directamente lo pasó por encima.

Al término del 5º asalto, la definición flotaba en el aire del estadio. Y vino de manera terminante. En el 6º, Huck le levantó la cabeza a Rossi con una derecha ascendente y lo derribó con otra derecha cruzada. El árbitro ni siquiera se tomó el trabajo de abrir la cuenta y decretó ahí mismo la tercera derrota de Rossi, cuya nuca dio de pleno sobre el tapiz de tan nocaut que estaba al momento de caer por tercera y última vez.

Duele decirlo. Pero con el resultado puesto, Rossi nunca mostró credenciales como para justificar la chance que le dieron. Su manager, Mario Arano, apostaba a que una mano pudiese cambiar la historia. Como esa mano nunca llegó, la apuesta terminó saliendo mal, demasiado mal.

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