DEPORTES › JJ.OO. A 35 AñOS DE LA MUERTE DE DELFO CABRERA, CONSAGRADO EN LOS JUEGOS DE LONDRES 1948

Un maratonista de oro que hizo huella

Aprovechando las posibilidades abiertas por la política deportiva implementada por el peronismo, llegó a conquistar la prueba más emblemática de cada cita olímpica. Condecorado por Perón, fue perseguido por Aramburu, que lo mandó a juntar basura en el Botánico. Hoy se lo homenajeará en todo el país.

Peronista de alma, estuvo proscripto por los militares para participar en maratones por defender su ideología política. Su nombre es Delfo Cabrera. Nació en Armstrong, Santa Fe, un 2 de abril de 1919. Trece años después, el oro de Juan Carlos Zabala en los Juegos Olímpicos de Los Angeles lo motivó a iniciar su carrera deportiva. Comenzó a correr cuando regresaba del trabajo, en el trayecto hacia su casa. También de un campo a otro cuando recolectaba maíz. Lo mismo sucedía cuando practicaba piques detrás de los sulkies. Misma situación cuando alguna vecina amable le tomaba el tiempo de sus trotes urgentes. O cuando llegó segundo en su primera prueba porque le dio pudor superar al que iba delante de él.

Idolo de San Lorenzo, cuando vino a Capital Federal se inscribió, en aquel club a quien representó, como atleta a cargo del profesor Francisco Mura y se entrenaba en el Viejo Gasómetro, en Boedo. A partir de 1946 todo cambió: la llegada de Juan Domingo Perón a la Presidencia de nuestro país y la instauración de la revolución del deporte contribuyeron a su desarrollo como atleta. El General incorporó a la actividad a miles de jóvenes, fomentó la creación y el desarrollo de instituciones deportivas y organizó competiciones nacionales e internacionales, como los Torneos Juveniles Evita y los primeros Juegos Panamericanos. Implementó una política destinada al beneficio de los deportistas.

Es así que creó la Confederación Argentina de Deportes que, junto al Comité Olímpico Argentino, se ocupaban de las políticas deportivas. “Un día llegué a Rosario en un viaje profesional. Faltaba todavía una hora y media para que saliera el colectivo que tenía que trasladarme a Santa Fe y comencé a recorrer los alrededores de la estación. Presencié algo que demuestra cómo se había difundido el deporte: los chicos jugaban básquet en lugar de fútbol, en la calle, de vereda a vereda. Eso implica que habíamos comenzando a modificar las pautas en materia deportiva”, dijo Delfo alguna vez.

Se modificaron sus condiciones de entrenamiento, pudo viajar para ir a competir en distintos certámenes, ya que le subsidiaban sus viajes, y llegar en excelente forma a los Juegos Olímpicos de Londres 1948. Allí realizaría su gran hazaña al obtener la medalla de oro en la maratón, y su nombre quedaría para siempre escrito en las páginas gloriosas del deporte argentino. Además, aquella carrera fue histórica, ya que Argentina, nunca antes y nunca después, logró posicionar a tres maratonistas en los primeros diez lugares de una competencia olímpica. Eusebio Guiñez se ubicó quinto y Armando Sensini, noveno.

“Corrí de atrás, ocupándome de mí más que de ellos. Después de veinte kilómetros empecé a avanzar. Fui pasando fácil. Faltaban cinco mil metros cuando me coloqué primero. Aquí, al entrar en el estadio, apuró el belga y entró antes que yo. Pero yo sabía que era mía. Me alegro por mí y por todos”, contó Delfo a un enviado de El Gráfico, tras su épica en el mítico Wembley. Tras su logro, retornó a su tierra. Fue recibido por Perón, quien dijo que los mejores embajadores que puede tener un país son sus deportistas. Y en un masivo acto en la Plaza de Mayo realizado el 17 de octubre de 1949, le entregó a él y a los boxeadores Pascual Pérez y Rafael Iglesias, por los oros obtenidos, la medalla de Lealtad Peronista.

Asimismo, le regalaron una casa en Wilde, en la que hoy en día vive su hijo, Delfito. Sus otros dos hijos, producto de su matrimonio con Rosa Lento, fueron Hilda y María Eva, quien es ahijada de Evita, una clara muestra de su adhesión peronista. Fue abanderado de la delegación argentina en los Panamericanos disputados en Buenos Aires, en 1951. Continuó compitiendo, y a lo largo de su carrera acumuló, en 210 carreras oficiales, 106 primeros puestos, 63 segundos y 22 terceros lugares. Pero el 16 de septiembre de 1955 sería un día trágico en la historia de nuestro país: un golpe de Estado sacaría del gobierno a Perón, elegido democráticamente. Y cambiaría el destino de todos los argentinos. Pedro Aramburu determinó que a centenares de deportistas, algunos de ellos fervientes peronistas y otros no, les prohibieran participar en todo tipo de eventos deportivos tanto dentro como fuera del país.

El, que públicamente había manifestado las políticas sociales que había establecido el General y rápidamente dieron sus frutos, fue enviado a recolectar basura al Jardín Botánico. De esta forma, los violadores sistemáticos de derechos humanos le pusieron fin a su carrera. Por otro lado, fue exonerado del Cuerpo de Bomberos, en donde se desempeñaba como sargento primero. Entonces, comenzó a enseñar como profesor de Educación Física, en distintos establecimientos educativos e instituciones deportivas. Pero en 1973 retornaron los buenos tiempos. Perón regresó y decidió que un luchador y amante del deporte como Delfo ocupara un cargo en la Secretaría de Deporte bonaerense. Nada mejor que un militante comprometido con su patria.

Y el 2 de agosto de 1981, cuando volvía de un homenaje que le habían realizado en la localidad de Lincoln, falleció en un trágico accidente automovilístico que se produjo en el kilómetro 187 de la ruta 5, en Alberti, Buenos Aires. En 1998, las autoridades municipales de su pueblo natal le erigieron un monumento alegórico en el paseo de ingreso a la ciudad. El 8 de diciembre de 1992 se le colocó su nombre a la principal pista de atletismo del país, que se encuentra en el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Cenard). Desde 1999, el Senado de la Nación, por iniciativa del senador nacional chaqueño Hugo Abel Sager, entrega anualmente el premio Delfo Cabrera a los deportistas argentinos destacados.

Se cumplen hoy 35 años de su muerte. Se lo recordará por siempre como un amante del deporte comprometido con sus ideas.

Informe: Pedro Ruiz de Galarreta.

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Cabrera cruza la meta y gana la medalla de oro en el maratón en los Juegos de Londres 1948.
 
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