DEPORTES › CON LA BANDERA OLIMPICA

Los atletas refugiados

Por primera vez en la historia, en estos Juegos Olímpicos competirá el Equipo de Atletas Refugiados. “Su participación es un tributo al valor y la perseverancia, al superar la adversidad y construir un futuro mejor para ellos y sus familias”, declaró Filippo Grandi, el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados. La iniciativa se produjo en el momento en que 59,5 millones de personas se vieron obligadas a huir de sus hogares a causa de los conflictos y la persecución. Los deportistas que participarán bajo esta bandera son: Rami Anis, Yolande Mabika, Paulo Amotun Lokoro, Yusra Mardini, Yiech Pur Biel, Rose Nathike Lokonyen, Popole Misenga, Yonas Kinde, Anjelina Nadai Lohalith y James Nyang Chiengjiek. Lucharán por una medalla en disciplinas como natación, judo, maratón y carreras de media distancia.

Cada uno de ellos tienen una historia distinta pero un mismo objetivo: pidieron ayuda y refugio para poder vivir en paz. Es el caso del judoca Misenga. Cuando tenía nueve años huyó de los combates en Kisangani, en la República Democrática del Congo. Se separó de su familia y estuvo ocho días en el bosque, hasta que fue rescatado y trasladado a la capital, Kinshasa. Allí, en un centro para niños desplazados descubrió el judo. “Un niño necesita una familia que le diga lo que debe hacer, pero yo no la tenía. El judo me ayudó a tener serenidad, disciplina y compromiso. Este deporte me lo ha dado todo”, contó a la Agencia de la ONU para refugiados (ACNUR). Su dedicación por la actividad lo llevó a convertirse en un profesional, pero cada vez que perdía una competición, su entrenador lo encerraba en una caja durante días y no le daba más que café y pan para comer.

Pero un día le puso final al calvario en el que vivía: en los campeonatos del mundo de 2013 en Río, fue eliminado en la primera ronda y se vio privado nuevamente de comida. Fue el momento en que decidió presentar una solicitud de asilo. “En mi país, no tenía hogar, ni familia, ni hijos. La guerra allí causó tanta muerte y confusión que pensé que podía quedarme en Brasil para mejorar mi vida”, explicó. Tras obtener el estatuto de refugiado, comenzó a entrenar en la escuela de judo fundada por Flavio Canto, un ex deportista que obtuvo un bronce olímpico en Atenas 2004. “Quiero formar parte del equipo olímpico de atletas refugiados para seguir soñando, para dar esperanza a todos los refugiados y disipar su tristeza. Además, demostrar que los refugiados pueden hacer cosas importantes”, y agregó: “Voy a ganar una medalla y se la voy a dedicar a todos los refugiados”.

Informe: Pedro Ruiz de Galarreta.

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