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Los desocupados del fútbol se juntan para tratar de conseguir algún club

Cerca de 350 jugadores libres se entrenan diariamente en la antigua concentración de Boca, La Candela, soñando con volver a jugar profesionalmente. Habla el entrenador que los banca.

Pese a la caída del índice de desempleo al 12,1 por ciento, poco más de 2 millones de personas se encuentran, en la actualidad, sin trabajo en la Argentina, de acuerdo con el último informe difundido por el Indec. Y esa situación no excluye a los futbolistas, esos que sueñan con la posibilidad de triunfar en un equipo grande, jugar en Europa y asegurarse el futuro, pero que ven trunco ese sueño. Y no son pocos.
En la actualidad, cerca de 300 futbolistas libres, sin club y sin contrato, se reúnen en el Centro de Entrenamiento para Futbolistas de Alto Rendimiento (Cefar), en el edificio de La Candela, la antigua concentración de Boca, en San Justo. Allí se mantienen en estado, entrenando y jugando amistosos, y reciben contención psicológica para afrontar la situación del desempleo. En los 10 años que lleva funcionando el centro, cerca de 400 futbolistas consiguieron reinsertarse.
El director deportivo del Cefar es Jorge Raffo, que jugó en la Primera de Boca, en Quilmes y en Francia, es entrenador y profesor de Educación física. “Creo que el proceso más difícil es enseñarle a cada jugador la metodología para salir adelante en el momento en que se quedó sin trabajo”, señala.
–¿Cómo se trabaja con los desocupados del fútbol?
–Lo primero que se trata de explicarles a los chicos nuevos es que ellos mismos deben individualizar “cuál es la razón” por la cual quedaron fuera del sistema. Si fue por ser un poco vagos, por no tener las condiciones necesarias, por elegir mal el contrato (o el club) o si se debió a un enojo con el entrenador. Pero, sobre todo, se hace hincapié en que cuanto mayor prestigio tienen, mayor cuidado deben tener y concientizarse de que no pueden fallar.
–¿Por qué cree que el futbolista sufre tanto cuando queda libre?
–Existe una gran presión social para el jugador por haber invertido tantos años en esta profesión. Cuando va a una reunión familiar lo primero que le preguntan es cómo está y luego, como a todo el mundo le interesa el fútbol, le preguntan: “¿Y?”. Cuando va a comprar el pan, hasta el panadero –que sabe que es futbolista– se lo pregunta: “¿Y?”. Le cuenta su historia y cuando se está yendo siente que el tipo dice: “Te dije que éste era un desastre jugando al fútbol”. Después están los que le piden que no abandone, seres que lo ven sufrir por el fútbol y le piden que se dedique a otra cosa.
–¿La decepción por la pérdida del trabajo es más notable en los futbolistas?
–Se exaspera, porque el jugador no está preparado. Juegan al fútbol todos los días de su vida y cuando ven que no pueden llegar a cumplir sus sueños es muy complicado. Un abogado que se recibe a los 24 años tiene otros 30 para acomodar su vida. Pero si entre los 18 y 23 años el futbolista no pega un salto importante de calidad, va a ser bastante difícil que pueda acceder a los sueños que tuvo de chico. Por eso, un futbolista no puede perder ni un solo día de entrenamiento, porque representa un mes, dos o tres de los de un abogado. Para peor, a los 30 años termina su vida futbolística y tiene que empezar otra vez de cero. Ese vacío es un problema que se debe superar.
–¿Los futbolistas perdieron el placer del juego?
–Los futbolistas de hoy sufren el fútbol, no lo juegan. Sufren si tienen club, porque tienen que jugar y porque, si no lo hacen, no van a poder firmar un buen contrato el próximo año. Sufren si no juegan porque temen quedar libres. Sufren si van al banco porque el técnico no los pone. Sufre si juega y lo hace bien, porque sabe que tiene que mantener el nivel cuatro o cinco partidos para que el año que viene lo puedan vender a Europa en 5 millones de dólares. El fútbol forma parte de la sociedad, y todas las miserias que uno ve en ella tienen una profunda expresión en él, y en algunos casos hasta se incrementan.
–¿Los jugadores reciben algún tipo de asistencia psicológica?
–Trabajamos con Ricardo Loruzo, psicólogo de Vélez. Los chicos muchas veces tienen problemas de autoestima, de valoración personal y por eso necesitamos que un profesional les haga ver de qué manera pueden salir de una situación difícil como la que atraviesan. La psicología del deporte es muy importante. Yo creo que un jugador libre sólo puede ser entrenado por otro jugador libre. Así como es muy difícil que un millonario pueda entender a un piquetero, también es difícil que una persona que siempre tuvo trabajo pueda llegar a entender al que no lo tiene. Muchos llegan porque creen que existe una estructura ideal para prepararse. Saben además que, más allá del entrenamiento, encontrarán afecto para sobrellevar una situación muy difícil. Los jugadores saben que no trabajamos de representantes pero que, en lo posible, le vamos a dar una mano. Así se aferran a nosotros para que podamos contactarlos con algún club.

Entrevista: Carlos Altea.

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“El futbolista juega todos los días de su vida y no está preparado para quedarse sin trabajo”, dice Raffo.
 
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