EL PAíS › ACEPTAN LA RENUNCIA DE UN MAGISTRADO AMIGO DE MONETA

Muratorio ya es otro ex juez

 Por Susana Viau

Ayer fue aceptada oficialmente la renuncia de Ismael Muratorio a la titularidad del juzgado de instrucción 22. Muratorio había presentado su dimisión argumentando razones de salud pero, en realidad, la decisión estaba estrechamente ligada a la posibilidad cierta de que el Consejo de la Magistratura lo colocara en situación de juicio político. Muratorio afrontaba 16 denuncias, si bien la más grave se refería a que, por forum shopping en favor del ex banquero Raúl Moneta, le formularon sus superiores de la Cámara del Crimen Gustavo Bruzzone y Alfredo Barbarosch.
La renuncia se encontraba en poder del Presidente desde hace casi dos semanas. El saliente ministro de Justicia Horacio Rosatti había aconsejado su aceptación y lo mismo hizo su reemplazante Alberto Iribarne. La presentación de Muratorio fue coincidente con la iniciación del jury a Juan José Mahdjoubian, comprometido también en la maniobra de forum shopping que se le imputaba. Muratorio y Mahdjoubian habían instruido la investigación de una denuncia presentada por un abogado de Moneta en dependencias policiales (la División Delitos Complejos de la Policía Federal), en fechas en que Mahdjoubian se encontraba de turno. Sin embargo, una cámara oculta de Telenoche Investiga había descubierto que el abogado Alberto Seyahian daba seguridades a sus clientes por contar con la protección y la ayuda del juez Mahdjoubian y de su secretario Daniel Mauro. Por eso, sabiéndose en la mira de los periodistas, Mahdjoubian se resistió a cumplir con las insólitas medidas urgentes que le reclamaba el abogado de Moneta, Alejandro Mitchell. Por lo tanto, aceptó el planteo de competencia realizado por Muratorio, quien radicó la causa en su juzgado y, en menos de 24 horas, un 26 de diciembre dio luz verde a las medidas cautelares solicitadas por Moneta contra su ex socio en Cablevisión, el texano Thomas Hicks, cabeza del fondo inversor HMT&F.
La Cámara –en verdad Bruzzone y Barbarosch– advirtió las anomalías, apartó a Muratorio y Mahdjoubian de la causa, inició un sumario administrativo e informó de los hechos al Consejo de la Magistratura. El texto de la resolución (que no suscribió el tercer integrante de la sala, Mariano González Palazzo) fue considerado ejemplar en el ambiente de Tribunales.
No era el único servicio que Muratorio había cumplido para Moneta: con un procedimiento similar (evitar el sorteo de juzgado mediante denuncia en Delitos Complejos, cuando estaba de turno) entendió en la causa que por intento de extorsión inició Moneta contra Jorge Macchi, desarrollista del edificio República, quien le reclamaba el pago de honorarios. Diligente para llevar a cabo sus tareas, Muratorio procesó al desarrollista, decisión que sería invalidada por la Cámara. Muratorio insistió y la Cámara se mantuvo en sus trece. El ida y vuelta se repitió una vez más. El proceso se había convertido para Macchi en una auténtica pesadilla.
Lo cierto es que, al ver que el Consejo de la Magistratura se aprestaba a rasurar las barbas de Mahdjoubian, Muratorio optó por poner las suyas en remojo. Si, al igual que a su colega, el Consejo de la Magistratura lo sometía al jurado de enjuiciamiento y éste votaba su destitución, no sólo habría perdido de manera poco honorable una carrera gris. Se arriesgaba a perder algo que le resultaba más importante: la posibilidad de retirarse con una envidiable jubilación. Prefirió, entonces, no meterse en camisa de once varas y redactar su renuncia basándola en razones de salud. Moneta perdía con él a uno de sus grandes amigos en el mundillo judicial.

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