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La historia de los tres videos y el joven remisero

En Santiago del Estero circulaban ayer versiones de que eran tres y no uno los videos que terminaron con la gestión de Maccarone. Los “motivos” del remisero.

 Por Alejandra Dandan

Fiel al estilo bizarro con el que en Santiago del Estero se suelen definir las internas políticas, ayer las versiones indicaban que no sería un videotape sino tres los promotores del escándalo que concluyó con la renuncia del obispo Juan Carlos Maccarone a la conducción de su diócesis. Supuestamente, los tres contenían pequeños tramos de la historia conocida durante los últimos días. En todos se encontraría el prelado con el joven remisero, a la vez supuesto autor de las capturas de las imágenes de alcoba, pero en el último existiría un detalle singular que podría reforzar la hipótesis del montaje de una operación política contra el obispo. En dicha cinta, frente a cámaras, el remisero reconoce la existencia de una presunta negociación por el tape, por el que –admite– habría cobrado 95 mil pesos. En las imágenes menciona con nombre y apellido a empleados de un canal de televisión local, gerenciado por el todopoderoso empresario Néstor Ick.
Todo parece indicar que la historia del misterioso videotape del obispo santiagueño comenzó el 4 de agosto. Ese día se habrían tomado las imágenes de las escenas de una relación privada entre el obispo de Santiago del Estero y un muchacho de 23 años de edad, de profesión remisero. Según especularon los sacerdotes cercanos a la curia santiagueña, aquellas imágenes se habrían editado con extraordinaria velocidad dado que entre el 5 y 6 de agosto viajaban rumbo al Vaticano.
Hasta ahora se pensaba que sólo existía un video original y copias distribuidas dentro y fuera de la provincia y dentro y fuera de la Iglesia. Faltaban explicaciones, en cambio, sobre las condiciones técnicas en las que se logró la filmación, sobre la edición o sobre los contactos con los que el remisero pudo haber llegado al mismísimo corazón de la Iglesia romana en tan poco tiempo. Y finalmente, faltan elementos para entender el acceso a la tecnología que permitió urdir una campaña contra uno de los actores políticos más críticos de la provincia.
La Iglesia de Maccarone no sólo fue uno de los pocos ámbitos de difusión de las denuncias sobre la ausencia de las garantías del Estado de derecho durante el gobierno de Carlos Juárez y Nina Aragonés. Luego de la etapa de la intervención federal, su clero venía funcionando como uno de los “pocos espacios abiertos para la crítica”, según le relató a Página/12 Luis Garay, actual constitucionalista en el proceso abierto de reforma de la Constitución provincial el último 7 de julio.
En ese contexto, ayer se conoció la nueva versión sobre los tapes del escándalo. De acuerdo con los datos recogidos por este diario a través de varias consultas, no existiría sólo un video sino tres.
El tape número uno, por mencionarlo de algún modo, contiene las tomas originales de la escena íntima entre el sacerdote y el remisero. En una de las ediciones que circula, las tomas duran unos quince minutos. Las imágenes de poca calidad técnica se capturaron en color en un espacio de dos ambientes con el lente de la cámara colocado entre 1,5 y 2 metros de distancia de los cuerpos. Por la facilidad con la que la cámara logra pasar de uno a otro ambiente al menos en una ocasión –y sin el aparente consentimiento del obispo–, es posible inferir que el aparato que se usó haya sido pequeño y manuable, como las llamadas cámaras ocultas utilizadas en los programas televisivos de investigación periodística.
Esa versión (la utilización de la cámara oculta) ha sido negada por el remisero, mejor dicho, por quienes hasta ahora han hablado en su nombre: emisarios o sorpresivos representantes. En la versión más popular que circulaba ayer en Santiago, el joven remisero asegura que usó una cámara casera, barata, comprada en Buenos Aires y con ahorros prestados.
En los otros dos videos habría declaraciones que dan cuenta de la interna política de la provincia. En uno de ellos, el remisero explica que “inició gestiones para venderlo (al tape) a Canal 7” de Santiago, gerenciado por el grupo Ick, y en el otro lo niega. “Primero vendió el video y cuando vio que lo habían mandado al Vaticano se enojó, y fue a la competencia”, ledijo a este diario un allegado al joven, un camarógrafo de Santiago que pidió reserva de la fuente.
Las gestiones de su supuesta negociación con los empleados del Canal 7 habrían quedado grabadas en una de las copias que anoche circulaban entre los santiagueños. Allí, el remisero mencionaría a dos empleados de Ick e indicaría que le dieron “95 mil pesos” por filmar el video. Allí, da cuenta de los motivos por los que decidió hacer pública la historia. Tomó las imágenes, “cansado de las mentiras de Maccarone”, a quien le pedía ayuda para conseguir un puesto de trabajo. Estaba “cansado –dijo– de los problemas” que acarreaba su condición de subocupado.
El misterioso remisero está desde ayer en Buenos Aires, aunque pocos aún han logrado verle la cara. Anoche múltiples voceros oficiosos del muchacho aseguraban que se hallaba escondido, temeroso y a la espera de algún tipo de señal desde Santiago del Estero.

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Monseñor Maccarone ha guardado silencio desde que se conoció el escándalo, la semana pasada.
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