DEPORTES › REINALDO MERLO RENUNCIO SORPRESIVAMENTE A LA DIRECCION TECNICA DE RIVER

Mostaza se puso agrio y escupió el asado

Daniel Passarella reemplazará desde hoy a Merlo, que se sorprendió ante una decisión de Marcelo Gallardo –y el dato de que la mayoría del plantel no respetaba su autoridad– y cree que los dirigentes no están disconformes con su salida.

Daniel Passarella será, desde hoy al mediodía, el nuevo entrenador de River después de que Reinaldo Merlo renunciara de manera inesperada en la madrugada de ayer, molesto por una revuelta de los jugadores del plantel, cuya cabeza visible fue Marcelo Gallardo, y sintiéndose sin respaldo de los dirigentes, con los que estaba teniendo diferencias por causa de los refuerzos que no llegaban y algunos, como el caso de Ariel Ortega, que estaban por venir. Una vez más, como en 1990, Passarella reemplaza a Merlo, de quien fuera compañero como futbolista en River entre 1974 y 1982, en el puesto que ocupara, entre otros en esos años, Angel Labruna.

Al mediodía, Merlo dio una breve explicación de su decisión, algo infrecuente cuando se alejó de la dirección técnica de otros equipos, y no aceptó preguntas. Cuatro horas más tarde, Gallardo dio su propia versión: “No esperaba que la situación derivara con el alejamiento de Merlo –aseguró–. Hablé con él para expresarle que daba un paso al costado porque no estaba de acuerdo con su proyecto futbolístico, pero no pensé que todo iba a terminar de esta manera”.

La relación entre Merlo y Gallardo nunca fue la mejor. Los problemas comenzaron cuando, llegado para reemplazar al renunciante Leonardo Astrada, intentó sumar al plantel al zaguero Horacio Ameli, quien había tenido un problema con su compañero Eduardo Tuzzio, revelado en los momentos decisivos de la Copa Libertadores, y por decisión de los jugadores fue excluido del equipo. Pero Gallardo se negó a que Ameli regresara y Merlo tuvo que conformarse con trabajar con los zagueros que había heredado, sin demasiadas variantes para resolver los problemas defensivos del equipo.

Otro de los inconvenientes surgió a fines del 2005 cuando Gallardo dejó en claro, dentro del plantel, que no estaba de acuerdo con la propuesta futbolística de Merlo, lo que reafirmó el domingo en conversación con el entrenador.

La relación empeoró decididamente cuando Gallardo se hizo expulsar de manera infantil en el partido ante Gimnasia, cuando el equipo de Troglio peleaba el Apertura con Boca y superó 3-1 sin mayores inconvenientes a un deslucido River. El volante insultó al árbitro Juan Pablo Pompei y dejó a su equipo con un jugador menos en el primer tiempo.

Para limar asperezas, Merlo y Gallardo se habrían reunido antes de fin de año y con la vuelta al trabajo, el lunes 3 de enero, aseguraron no tener diferencias, señalando que la relación era buena. Gallardo ya había mantenido también, por indicación de los dirigentes, una reunión con el propio Ameli y Merlo esperaba contarlo en el plantel la semana pasada, pero una vez más el zaguero sufrió un veto.

Antes del partido ante San Lorenzo, el domingo a la noche en Mar del Plata, Gallardo pidió hablar con el técnico. En esa charla, el jugador –que según versiones había conversado por la tarde con integrantes de la barra brava de River en el balneario 12 de Mar del Plata– le comunicó a Merlo la decisión de marcharse del club al no estar de acuerdo con la línea futbolística que planteaba el técnico para el equipo. Cuando la charla se hizo áspera, Gallardo afirmó que “el 90 por ciento del plantel” pensaba lo mismo que él. Según fuentes confiables, la mayoría de los jugadores se burlaba del técnico en su ausencia, una situación que se habría agudizado en la semana que llevaban trabajando en Mar del Plata.

Antes de partir al estadio mundialista para afrontar el debut de River en el Pentagonal de Verano, Merlo se reunió con su cuerpo técnico (el ayudante de campo René Daulte y el preparador físico Héctor Castilla) y tomó la decisión de renunciar, que no pensaba hacer pública hasta después del partido, cuando se la comunicara a los jugadores.

Según Gallardo, “cuando volvimos al hotel me preguntó si mi pensamiento era generalizado de parte del plantel y le dije que no quería involucrar a nadie, que sólo era una posición personal mía, que no quería estorbar”, aseveró. “Me preguntó y yo le dije, más allá de mi postura personal, quela mayoría pensaba lo mismo, sin que esto significara que el plantel o él tuvieran la verdad”, añadió.

Cuando Merlo les informó a los futbolistas su decisión de renunciar, el único que levantó la mano y le pidió que no tomara una decisión apresurada fue el volante Víctor Zapata.

–Mostaza, no se apure –le dijo Zapata luego de levantar la mano.

–Dejá, ya está –fue la respuesta de Merlo.

Para comunicar oficialmente su renuncia, Merlo buscó al único dirigente riverplatense que estaba alojado con el plantel, Norberto Alvarez, uno de los integrantes del Consejo de Fútbol de River. “Acá no hay ninguna transa, Merlo tomó una decisión unilateral e indeclinable”, sostuvo Alvarez ayer por la tarde, después de que Merlo diera públicamente, con sugestivas palabras, las razones de su alejamiento. “Esto nos tomó de sorpresa, tenía todo el respaldo habido y por haber –dijo Alvarez–. Charló con los futbolistas y después me comunicó que daba un paso al costado porque los jugadores no aceptaban su propuesta de trabajo.”

Desde que Merlo llegó al club para reemplazar a Astrada, el equipo sumó apenas el 45 por ciento de los puntos en juego en partidos oficiales, entre el Apertura y la Copa Sudamericana. Bajo su mando, River disputó 17 partidos, de los cuales ganó seis, empató cinco y perdió seis, con 27 goles a favor y 18 en contra. Con esa campaña, River cerró su peor año desde 1983, con 15 triunfos en toda la temporada y, para revertir la situación, Merlo había solicitado un grupo de refuerzos, de los cuales hasta ayer se habían concretado sólo dos: el volante Paulo Ferrari y el juvenil colombiano Juan Carlos Toja.

Merlo cree que los dirigentes de River no lamentan su alejamiento, porque él no quería el regreso de Ariel Ortega. “No estaba en mis planes, para mí no era momento para que volviera; ahora, como yo no sigo, lo pueden traer”, sentenció. “Si viene Ortega y hace los goles, el equivocado seré yo; pero para mí no es el momento de traerlo de nuevo. Me voy ahora para que el nuevo entrenador pueda elegir sus refuerzos.”

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Reinaldo Merlo se despide después de leer su declaración, ayer al mediodía. A su derecha, René Daulte.
 
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