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En ese lugar sagrado, al que acude tanta gente

Sarmiento ya le ganaba a Defensores de Belgrano en Junín por la penúltima fecha del torneo Clausura de la Primera B Metropolitana, cuando comenzaron a escucharse los gritos indisimulados del arquero visitante, Maximiliano Kadijevic, en pleno partido. La lectura de labios resultó lapidaria: “... me estoy cagando, me estoy cagando”, les informaba, sin pruritos, Kadijevic a sus compañeros de la defensa, para que éstos le avisaran al árbitro Carlos Delfino del percance. De esa manera, antes de que el arquero realizara un saque de arco, el juez le permitió a Kadijevic ir al baño del vestuario visitante a recuperar la compostura. El encuentro estuvo detenido cerca de cinco minutos, hasta que el jugador apareció nuevamente en el campo, bastante más relajado. “Algo me cayó mal, quizás un jugo”, explicó luego Kadijevic, tratando de aclarar el episodio. Pero según él, no es la primera vez que le sucede, debido a que ya ha tenido problemas estomacales en otros partidos. Mientras el arquero estaba en los vestuarios, los jugadores de ambos planteles tuvieron tiempo para conversar dentro de la cancha, e inclusive los entrenadores aprovecharon para dar algunas indicaciones. En ese momento, ciertos rostros de los propios protagonistas exhibían sonrisas por el inconveniente que sufría Kadijevic. Finalmente Sarmiento se clasificó para el reducido por un ascenso en la B Nacional y Defensores se quedó sin nada... igual que Kadijevic.

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