ECONOMíA › LA EXALTACION DE LA MESA POR NECESIDAD

Disimulando las fisuras

 Por Raúl Dellatorre

No fue el discurso conciliador que se esperaba, que incluso el propio Biolcati había anticipado. No con el Gobierno, sobre el que lanzó los más hirientes dardos y al que responsabilizó y acusó por una situación social que describió a su buen saber y entender. En cambio, el titular de la Sociedad Rural fue sumamente conciliador con sus pares de la Mesa de Enlace, excesivamente conciliador y elogioso, al punto de la sobreactuación. Tan conciliador que hasta un párrafo incluido en el texto que la propia Sociedad Rural expone en su página web fue excluido al ser leído por Biolcati para no molestar a la Federación Agraria. Condenaba la segmentación sin eliminación de las retenciones.

El esfuerzo de Biolcati por exaltar a los cuatro jinetes de la Mesa de Enlace no reparó en gastos discursivos. Primero los imaginó en la Plaza de la Victoria el 25 de mayo de 1810, a la par de French y Beruti.

“Allí estaba el pueblo reunido, queriendo saber... convocados por el fervor de French y de Beruti (...). Yo hubiera estado allí, y estoy seguro de que mis amigos de la Mesa de Enlace, Eduardo Buzzi, Carlos Garetto y Mario Llambías, hubieran estado conmigo.”

Luego le adjudicó a la Mesa de Enlace ser los herederos de los ideales del Centenario.

“Los tiempos, las circunstancias, la realidad del país son otros, pero puedo asegurarles que, cien años después, seguimos trabajando con la misma pasión. Nadie podrá decirnos que nos hemos quedado quietos o en silencio. Junto a las instituciones que conforman la Mesa de Enlace, hemos hecho oír la voz del campo.”

Y no se detuvo. Un par de líneas más abajo, proclamó el carácter simbólico del conglomerado: “La Mesa de Enlace es un símbolo. Símbolo de la resistencia frente a la voracidad, la ineficiencia y las políticas equivocadas. Símbolo de la unidad en la diversidad (...). Frente a la pobreza, a la injusticia y a la exclusión, no hay diferencias en la Mesa de Enlace. La opinión es una sola, unánime y contundente: ¡Basta!”.

Hubo más. “Modelo de confianza en el que la vocación de diálogo es permanente”, “un ejemplo del diálogo que construye y no descalifica”, “un paradigma que debieran imitar nuestros actuales gobernantes”, fueron otras referencias en la pieza oratoria del atardecer de Palermo.

Semejante esfuerzo tenía su razón de ser. La Mesa de Enlace sacó a relucir en los últimos meses sus diferencias profundas, las que enfrentan los intereses de los grandes terratenientes con los pequeños y medianos productores. Las de quienes reclaman un Estado prescindente con los que exigen un Estado regulador y presente. Las de quienes proclaman la eliminación de las retenciones a la soja, con quienes advierten que eso equivaldría a barrer de las zonas productivas hasta el último chacarero.

Fue en virtud de preservar esa fachada de unidad, que el párrafo entero que descalificaba una eventual segmentación de las retenciones por parte del Gobierno fue eliminado a la hora de la lectura del discurso. A esa medida, Biolcati la calificó de “gatopardismo”. Buzzi, en cambio, la señala como “la diferencia entre vivir decorosamente o endeudarse y desaparecer”.

Ayer, en particular, la unidad de la Mesa de Enlace era una necesidad. No sólo para preservar lo que les queda de espacio de representación a las entidades sino, lo que es mucho más significativo, porque la oposición la ha convertido en su referencia. Su fractura, en consecuencia, repartirá costos como esquirlas.

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