Los gobiernos de la Argentina y México renovaron por cuatro años el acuerdo comercial automotor. Se definió un cupo creciente de comercio libre de aranceles, que arranca el primer año en 575 millones de dólares. Por encima de ese tope el intercambio libre de impuestos sólo tendrá lugar si es “uno a uno”, es decir, si hay equilibrio de divisas. “El acuerdo tiene que ver con el momento que atraviesa la industria automotriz en la Argentina y en Brasil, pero también responde al modelo de integración productiva que buscamos profundizar”, indicó la ministra de Industria, Débora Giorgi. Las terminales calificaron como “fundamental” la firma del convenio.

El acuerdo comercial con México fue inaugurado en 2002 con una lógica similar a la actual, con cupos para el intercambio dentro de los cuales no se aplican los aranceles, que son del 35 por ciento. Eso representa una importante ventaja para las fábricas, que compiten en una posición ventajosa con otros orígenes que sí pagan aranceles. El esquema no necesariamente implica beneficios para los autopartistas locales, porque no hay requisitos específicos de integración nacional. Ese acuerdo rigió entre 2002 y 2006. A partir de allí, y hasta 2011, rigió el libre comercio con México. “Con la crisis que estalló en Estados Unidos, el sector automotor allí se vio especialmente afectado. Eso redujo notablemente las compras a México, entonces esa producción sobrante mexicana se desvió hacia la Argentina y Brasil durante 2009, 2010 y 2011”, explicó Giorgi.

Atento a esta situación, Brasil logró la renegociación del acuerdo en marzo de 2012 y reimplantó el sistema de cupos. Inmediatamente la Argentina empezó a presionar para conseguir lo mismo, con el riesgo de que las importaciones desde México, con Estados Unidos decaído y Brasil regulado, presionaran todavía más sobre el mercado local. “No eran sostenibles esos niveles de déficit comercial con México ni tampoco era justo el trato discriminatorio respecto del acuerdo de Brasil”, recordó Giorgi.

Los números muestran el impacto del acuerdo sobre el saldo del comercio bilateral del bloque automotor (autos + autopartes). Durante el primer convenio, el resultado comercial fue favorable a la Argentina en 558 millones de dólares (año 2003), 278 millones (2004), 365 millones (2005) y 408 millones (2006). La liberalización equivalió a deterioro comercial, ya que el saldo fue de 103 millones en 2007 y luego pasó a -259 millones en 2008, -229 en 2009, -587 en 2010, -1612 en 2011 y -1362 millones en 2012. Con la firma del nuevo convenio, el saldo fue de -1097 en 2013 y -742 millones en 2014. Este jueves vencía dicho acuerdo con México, aunque el Gobierno venía desde finales del año avanzando en la renegociación.

Ayer, Giorgi y el ministro de Economía, Axel Kicillof, firmaron junto al secretario de Economía de México, Ildelfonso Guajardo Villarreal, el nuevo ACE-55, el acuerdo bilateral. El convenio tiene vigencia hasta 2019. Establece un cupo de comercio creciente por año para los autos, constituye un máximo importado o exportado por cada país libre de aranceles. Ese tope es de 575 millones de dólares en 2015/16, 592 millones en 2016/17, 612 millones en 2017/18 y 637 millones en 2018/19.

Por encima del cupo rige lo que Giorgi definió como una “particularidad argentina”: para mantener el comercio libre de aranceles debe regir el “uno a uno”, es decir, equilibrio comercial. Esa herramienta fue utilizada por última vez en 2013, cuando el comercio superó el cupo previsto y se intercambiaron 150 millones de dólares de manera bilateral sin pagar aranceles. Las terminales automotrices valoraron el acuerdo y adelantaron que pretenden alcanzar una participación del 6 por ciento en el mercado mexicano, el segundo en importancia detrás de Brasil.