ECONOMíA › LOS LIMITES A LA BAJA DEL EMPLEO INFORMAL

Sólo con fiscalizar no alcanza

Por C. S.

¿Por qué el combate contra el trabajo en negro no puede reducirse a la mera fiscalización? ¿La informalidad puede contrarrestarse a través del cambio de la legislación laboral? ¿Tiene relación con la baja de los costos laborales? ¿El negreo surge solamente de la actitud de empresarios inescrupulosos que buscan aumentar sus ganancias de manera espúrea? Para la Sociedad de Estudios Laborales, el trabajo no registrado, es en realidad, consecuencia de una práctica de evasión tributaria que lo trasciende y que no se basa sólo en el ahorro de los costos asociados al trabajo registrado sino, especialmente, de tributos como IVA y Ganancias. Se trata además de un fenómeno estructural, sin cuya existencia muchas pequeñas empresas deberían salir del mercado.
Cerca del 50 por ciento de los asalariados, unos 2,8 millones de trabajadores, está en negro. La cifra no incluye a los ocupados en el servicio doméstico, alrededor de un millón de personas, ni a los cuentapropistas sin capital, otras 800 mil personas. Tampoco a quienes reciben planes sociales sin contraprestación laboral, 650 mil personas más.
Pero aunque el trabajo en negro se haya consolidado en los ’90, agravándose a partir de 1998, el fenómeno no es nuevo. En la década del ’80 creció del 18 por ciento al 26 por ciento. En los ’90, “con contratos flexibles y una baja del 50 por ciento en los costos laborales” pasó del 26 por ciento al 34 por ciento. La clave, entonces, debe buscarse en “algunos fundamentos más permanentes de la economía”.
- Si bien la práctica del empleo en negro está generalizada, el 52 por ciento del trabajo no registrado corresponde a empresas de hasta 5 trabajadores, con un promedio de 3. Cuando se suman las firmas que emplean entre 6 y 10 personas, se explica el 70 por ciento del fenómeno.
- La concentración en las pequeñas empresas sugiere que el negreo no está sólo asociado a la estrategia de bajar costos laborales sino que sería una medida para compensar la baja productividad de estas firmas. Los pequeños empresarios tendrían “pocos recursos legítimos para hacer frente a un entorno desfavorable”. La afirmación explicaría el aumento del trabajo en negro en las pequeñas empresas a partir de 1998.
Pero la tesis más relevante de la investigación de la SEL es que, en la mayoría de los casos, la informalidad laboral es “un instrumento complementario y muchas veces accesorio” de la evasión en IVA, Ingresos Brutos y Ganancias, evasión que constituye la principal utilidad de muchas pequeñas empresas, aunque no solamente en ellas. Esto explica por qué la rebaja de las contribuciones patronales, contemporáneas al aumento de la alícuota del IVA, antes que bajar el trabajo en negro lo estimularon. “Los ingresos en negro asociados a la evasión del IVA y otros tributos inducen necesariamente a la contratación de trabajadores en negro”, concluye el informe. Mientras se mantengan ingresos en negro será difícil combatir el empleo en negro. Esta parece ser la clave de cualquier política contra la informalidad laboral. El desafío será cómo librar este combate sin “afectar la subsistencia de centenares de miles” de pequeños establecimientos.

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