ECONOMíA

Una guerra de lavandinas que deja muy poco desinfectado el mercado

Una de las empresas acordó un precio máximo con el Gobierno. La otra presionó para que no se comercializara ese producto. Una batalla que muestra la falacia del argumento del libre mercado.

 Por Fernando Krakowiak

En enero de este año, la empresa Queruclor firmó con el Gobierno un acuerdo de precios que incluyó una rebaja de 20 por ciento en su lavandina de litro clásica marca Querubín, la que empezó a comercializar a 79 centavos. La compañía decidió publicitar la nueva oferta para intentar captar una porción mayor de mercado, pues ese producto se convirtió en el más barato del segmento. La respuesta de la multinacional Clorox, firma líder del mercado con la marca Ayudín, no se hizo esperar, pero en lugar de aceptar el desafío de competir por precio decidió presionar a los mayoristas para que dejen de comercializar la lavandina Querubín. Queruclor denunció la maniobra ante la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (CNDC) y a fines de junio obtuvo una medida cautelar favorable en la cual se intimó a Clorox a no restringir el acceso al mercado. Sin embargo, la guerra de la lavandina sigue porque todavía hay dos cadenas mayoristas que se resisten a vender Querubín.

Las empresas se quejan de la intervención que ejerce el Gobierno, pero el conflicto entre Queruclor y Clorox evidencia que la fijación de precios al interior del mercado no siempre responde al libre juego de la oferta y la demanda cuando el Estado está ausente. Walter López, socio de Queruclor, lo reconoció ante Página/12 al señalar que “Clorox tenía un precio sugerido para su lavandina de 1,30 peso y les solicitaba a mayoristas e hipermercados que las marcas alternativas de lavandina no se vendieran a menos de 99 centavos para no poner en riesgo su estrategia. Cuando nosotros acordamos con el Gobierno bajar a 79 centavos, empezaron los problemas”.

Clorox ejerció presión fundamentalmente contra distribuidores mayoristas como Maxi Consumo, Diarco, Vital, Macro, El Ciclón, Caromar y Mini. Según denunció Queruclor en la CNDC, la conducta asumida por la multinacional norteamericana consistió en amenazar con dejar de vender sus productos o eliminar descuentos a quienes comercializaran Querubín. La presión tuvo éxito porque Clorox controla cerca del 70 por ciento del mercado de la lavandina y además fabrica una amplia gama de productos de limpieza. Por lo tanto, nadie se quería arriesgar a perder a uno de los principales clientes por “culpa” de Querubín.

El 19 de abril, Queruclor denunció a Clorox ante la CNDC por la realización de conductas presuntamente violatorias de la Ley 25.156 de Defensa de la Competencia. En la presentación aseguró que la maniobra le permitía a Clorox seguir vendiendo la lavandina a 1,30, lo que ampliaba no sólo su ganancia sino también la del mayorista. La respuesta llegó el 22 de junio, cuando la Comisión dictó una medida cautelar que ordenó a Clorox arbitrar “los medios necesarios a fin de evitar conductas que impliquen restringir, impedir u obstaculizar la comercialización de lavandina de marca Querubín dentro del mercado mayorista”. La medida fue apelada, pero la intimación de la Comisión continúa vigente hasta que junte las pruebas para expedirse sobre la cuestión de fondo.

Walter López, de Queruclor, aseguró que desde que se dictó la medida cautelar “la situación comenzó a regularizarse”, pero Página/12 pudo confirmar que los mayoristas Vital y Diarco todavía no volvieron a comercializar Querubín. Otra asignatura pendiente es la baja de precios del conjunto de las marcas porque la normalización parcial de la comercialización de Querubín a 79 centavos no logró que las otras marcas bajaran sus precios. Página/12 recorrió durante el fin de semana algunas sucursales de las principales cadenas de hipermercados como Coto, Jumbo, Disco y Norte, y pudo comprobar que la lavandina Ayudín de un litro clásica continúa vendiéndose entre $ 1,28 y $ 1,30, mientras que otras marcas alternativas como Mr Wash, Espadín, Jerarquía y Kontiki siguen a 99 centavos.

Las empresas no sólo se resisten a bajar los precios de la lavandina clásica sino que además intentan que se comercialicen envases más grandes y categorías donde el margen de ganancia es mayor, incrementando la oferta de esos productos. Esa es una práctica que comparten todas las compañías, incluso aquellas que rebajaron la categoría clásica, como Querubín. Por ejemplo, en las góndolas es más fácil encontrar envases de un litro de Ayudín Bebé ($ 1,88), Ayudín Pureza de Glaciar ($ 1,75), Querubín naranja silvestre ($ 1,45) y Querubín campos de lavanda ($ 1,45) que de sus respectivas versiones tradicionales, pero ésa es otra historia.

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El conflicto entre Queruclor y Clorox evidencia que los precios no siempre son por oferta y demanda.
 
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