EL MUNDO › UNA BOMBA ESTALLó EN UNA MEZQUITA PAQUISTANí FRECUENTADA POR PARAMILITARES

Ardió el templo de la OTAN

El atentado suicida en el que murieron unas 50 personas y otras 125 resultaron heridas ocurrió ayer a la hora de la plegaria, antes de que Estados Unidos anunciara una nueva estrategia. La explosión derribó el edificio.

Unas 50 personas murieron y otras 125 resultaron heridas ayer en un atentado suicida cometido en una mezquita paquistaní a la hora de la plegaria, horas antes de que Estados Unidos anunciara una nueva estrategia para erradicar a Al Qaida de Afganistán y de Pakistán. Un kamikaze se coló entre los fieles a la hora de la oración en la mezquita de Jamrud, una ciudad de la zona tribal de Jiber, una de las regiones fronterizas con Afganistán donde la insurgencia encabezada por los talibán y Al Qaida está muy activa. Luego se hizo volar por los aires.

La detonación, que tuvo lugar en el pueblo de Bagiari en el distrito tribal de Jiber de la provincia de la frontera del noroeste, fue tan fuerte que derribó el edificio de dos plantas de la mezquita. “Un hombre, que marchaba a pie, se hizo volar cuando la gente estaba realizando sus oraciones del viernes”, relató el administrador civil local Tariq Hayat Khan.

El atentado, que no fue reivindicado, iba dirigido contra una mezquita, frecuentada por policías y miembros de las fuerzas paramilitares, que bordea una carretera usada por los convoyes de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) camino de Afganistán. “La gente lloraba. Nunca había visto semejante destrucción en toda mi vida”, confiesa Wahid Jan, un policía que se salvó milagrosamente del atentado suicida de ayer. El paisaje de la mezquita era desolador. Se veían decenas de camisas, de gorros blancos y de zapatos empapados de sangre y esparcidos entre los escombros, y también bloques de hormigón aplastados sobre un suelo donde yacían muertos y heridos.

Una nube de fieles dispuestos a orar huían del horror a gritos. La mezquita de la pequeña ciudad noroccidental de Jarmud quedó presa de pánico. “Estaba escuchando al imán que iba a dirigir el rezo. Aconsejó a los fieles que se pusieran en fila porque iba a empezar la oración”, contó Wahid Jan, que estaba de guardia en la calle. “En el momento en que el imán dijo Alá u akbar (Dios es el más grande), el kamikaze se hizo estallar. Hubo una enorme explosión. Toda la mezquita se derrumbó; incluso los coches que estaban aparcados en los alrededores quedaron reventados.” Según Wahid Jan ayer había al menos un centenar de policías tribales entre la muchedumbre de la mezquita.

De la mezquita quedan en pie los dos minaretes entre ruinas ensangrentadas. Entre las idas y venidas de las ambulancias para el traslado de los heridos, los socorristas removían los escombros. Otros cubrían los pedazos de cuerpos con trozos de telas o envolvían los cadáveres en mantas sucias para llevárselos. “Había unas 170 personas en la mezquita en el momento del atentado”, calcula Zahirulá, de 19 años, quien se tuvo que quedar en el exterior por falta de espacio. “Estoy sano y salvo porque no pude encontrar sitio en el interior. Tuve que quedarme fuera, cerca de las escaleras. El ruido de la explosión fue tan violento que perdí el conocimiento durante un rato. Es un milagro que no esté herido”, reconoce.

Los responsables de seguridad sospechan que el atentado es una represalia por las operaciones emprendidas por las fuerzas paquistaníes contra los islamistas en la región de Jiber. Y es que la insurgencia está muy arraigada en esta zona tribal atravesada por el célebre Paso de Jiber que une la gran ciudad de Peshawar y la frontera afgana, donde los talibanes atacan con frecuencia los convoyes de abastecimiento de las fuerzas de la Alianza Atlántica en Afganistán.

Las zonas tribales semiautónomas del noroeste de Pakistán son un avispero de grupos de talibán afganos, expulsados de su país en 2001, y de combatientes de Al Qaida, aliados de los talibanes paquistaníes. Se les atribuye a todos ellos una oleada de atentados, en su mayoría suicidas, que han causado más de 1600 muertos en todo Pakistán desde que el ejército paquistaní asaltó en julio de 2007 la Mezquita Roja, una de las bases de los islamistas en Islamabad. Washington y Kabul también les acusan de usar las zonas tribales paquistaníes como retaguardia para cometer ataques contra las fuerzas internacionales en Afganistán.

Es el atentado más sangriento perpetrado en Pakistán desde el que destruyó el hotel Marriott de Islamabad el 20 de septiembre de 2008, causando 60 muertos.

El presidente paquistaní Asif Ali Zardari y el primer ministro Yusuf Raza Gilani “condenaron firmemente” este atentado y se comprometieron a llevar a los responsables ante la Justicia.

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Familiares llevan los cuerpos de víctimas del atentado a la mezquita de Jarmud.
 
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