EL MUNDO › RENUNCIARON EL MINISTRO DEL INTERIOR Y EL JEFE DE INTELIGENCIA

Un golpe para el gobierno afgano

Los altos funcionarios Mohammad Hanif Atmar y Amrullah Saleh dimitieron luego de que el presidente Karzai los culpara por no frenar el ataque talibán durante la “jirga” o asamblea de la paz que se realizó en Afganistán.

Dos de los hombres más poderosos del gobierno de Hamid Karzai renunciaron ayer, sumergiendo a Afganistán en una crisis política. El ministro del Interior, Mohammad Hanif Atmar, y el jefe de la Inteligencia del país, Amrullah Saleh, anunciaron su dimisión de forma sorpresiva, aparentemente luego de que el presidente los culpara por no poder frenar los ataques de los talibán durante la “jirga” o asamblea de la paz y la reconciliación en Kabul, celebrada la semana pasada. Militantes talibán dispararon cohetes y chocaron con las fuerzas de seguridad cerca del lugar, pero ningún delegado resultó herido.

El presidente Karzai había convocado a ambos funcionarios para dar explicaciones tras el ataque de los talibán, que intentaron desbaratar la asamblea –a la que asistieron más de 1600 delegados para hablar sobre un posible proceso de paz en Afganistán– con misiles y tres terroristas suicidas. La intentona no impidió la realización de la reunión, pero envió el claro mensaje de que los talibán no están interesados en un proceso de paz si las tropas estadounidenses no abandonan antes el país. “Las explicaciones no fueron convincentes, por lo que el mandatario aceptó la dimisión de los dos funcionarios”, explicó un comunicado de presidencia.

Según una fuente diplomática de Occidente, la renuncia de Atmar debe entenderse en su fracaso por organizar la nueva fuerza policial afgana. “El es más un político que un manager”, dijo. “Quiso tomar decisiones tácticas, pero no sabe delegar bien. Es un político con ambiciones, por eso debía ser removido del ministerio, porque ocupaba un cargo basado en decidir y hacer.” Amigos del saliente jefe de Inteligencia, Saleh, dijeron que su dimisión es el punto final de meses de resentimiento hacia Karzai. Amrullah Saleh tenía diferencias con el mandatario en los asuntos de seguridad y también, por ejemplo, con la última “jirga”, cuando Karzai firmó un decreto para que los prisioneros talibán puedan ser liberados. “La red de Inteligencia hizo muchos sacrificios por tener en prisión a los terroristas. En lugar de condenar a los talibán, Karzai los elogió”, dijo una fuente bajo anonimato.

El mismo Saleh declaró a la prensa que perdió confianza en su capacidad de proveer de seguridad durante la “jirga”: “Mi explicación al presidente no fue lo suficientemente convincente”. Renunció por razones “morales” después de que Karzai rechazara sus explicaciones y por “docenas de motivos internos y externos” a su departamento. Al parecer ya había intentado dimitir en otras oportunidades, pero el mandatario no se lo había permitido.

Las fuerzas de seguridad afganas arrestaron a 15 combatientes talibán y se incautaron 700 misiles que iban a ser dirigidos contra la “jirga”, informó el Ministerio del Interior. Dos días después del fin de la asamblea, el gobierno afgano indicó que las detenciones se produjeron antes y durante la reunión. Uno de los talibán fue arrestado dentro de la tienda que albergaba la asamblea, aunque se desconoce cómo logró pasar los estrictos controles de seguridad. “Si los extremistas hubieran tenido éxito en sus ataques, toda una bella zona de Kabul habría quedado destruida”, dijo un portavoz del Ministerio del Interior. El gobierno guardó silencio sobre este operativo, para evitar que el temor impidiera la llegada de delegados.

La “jirga” concluyó con una declaración que llama al gobierno y a los insurgentes a entablar negociaciones sin condiciones previas, para poner fin al conflicto civil que asuela al país hace tres décadas.

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El mandatario Karzai rechazó las explicaciones dadas por su ministro del Interior.
Imagen: EFE
 
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