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El ombliguismo pasó de moda

 Por Martín Granovsky

Sudamérica produjo el mismo día dos hechos inéditos. En Buenos Aires comenzó a sesionar el Foro de São Paulo. Y en Bogotá, la canciller de Juan Manuel Santos, María Angela Holguín, dijo en una entrevista a Semana que estaba satisfecha porque el conflicto entre Venezuela y Colombia “se volvió un asunto regional”. Realista, Holguín dijo que como el equipo de Santos sabía que Hugo Chávez no confiaba en la OEA, el nuevo gobierno apeló “adonde hay confianza, que es (Néstor) Kirchner”. Agregó que “Lula tuvo una conversación con Chávez y con Kirchner, el día anterior a la posesión, sobre la importancia de restablecer la relación” entre Venezuela y Colombia.

Sudamérica maduró políticamente. Por eso sabe bien dos cosas. Una, que hay que cuidar los procesos nacionales, populares y democráticos. La otra, que sin estabilidad regional esos procesos perderían buena parte de su energía.

La derrota de la Concertación chilena fue muy didáctica. Ricardo Lagos dejó la presidencia en 2006 con más del 70 por ciento de imagen positiva. Michelle Bachelet la dejó en 2010 con un 80 por ciento. Y sin embargo, los dos períodos no alcanzaron para evitar la victoria a manos de la derecha conservadora de Sebastián Piñera. ¿Agotamiento? ¿Burocratización? ¿Cansancio en los cuadros políticos y de gobierno y en la sociedad? ¿Falta de estímulo a los movimientos sociales? ¿Falta de olfato y oreja para medir las nuevas tendencias? ¿Miedo a una elección primaria abierta y movilizadora para elegir candidato a presidente? La respuesta puede estar en alguna de esas preguntas, en todas juntas o en otras. Lo cierto es que ya en el Congreso del Partido de los Trabajadores de febrero último, en Brasilia, Chile fue el gran tema de debate entre los delegados brasileños y los invitados internacionales. Fue entonces que el PT, tal como informó Página/12, emitió un documento en el que, sin vueltas, explicaba que no quería vecinos de derecha. Y lo explicaba como partido, no como gobierno del Estado, porque los Estados deben convivir en armonía con el resto del barrio.

El Foro de São Paulo es uno de los estímulos contra el cansancio y el agotamiento. En las distintas ediciones, los partidos y las fuerzas sociales confrontan con la diversidad. Naturalmente que sus conclusiones suelen estar a la izquierda de los gobiernos. Así, los partidos de gobierno de los procesos posneoliberales aprenden a convivir con el conflicto, la contradicción y el ejercicio crítico. A su vez, quienes no están en el gobierno al menos escuchan la lógica de los que tienen la responsabilidad de manejar Estados con un criterio de justicia y presencia.

La madurez de América del Sur quizá se resuma en una fórmula. La primera parte diría que, si se puede, conviene consolidar y estimular la existencia de gobiernos nacionales, populares y democráticos. Las variantes de esa premisa son nacionales: en ese cauce entran hoy la Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Ecuador y Venezuela. La segunda parte de la fórmula diría que estos siete gobiernos deben buscar la forma de convivir para que Sudamérica no se haga ingobernable.

Los buenos oficios de la Unasur y su secretario general, Néstor Kirchner, entre Colombia y Venezuela marcan la puesta en práctica de esa fórmula. Sudamérica no puede garantizar el milagro de que en Colombia gobierne una fuerza de centroizquierda. La sola existencia de dos guerrillas, las FARC y el ELN, ayudan a polarizar una situación que, además, fue la peor de la región en materia de derechos humanos durante los ocho años de presidencia de Alvaro Uribe.

Los milagros no están al alcance de la mano. La política sí. Traducción: si en Colombia gobierna un Santos, no un Lula ni una Cristina, y tampoco un Pepe Mujica, y ese Santos representa a una derecha con espíritu práctico, los vecinos deben darle oxígeno. Va en beneficio de los colombianos y de cada uno de los otros países.

El acuerdo de Santa Marta entre Colombia y Venezuela, firmado el martes 10, incluyó un capítulo de mecanismos para garantizar la seguridad frente a “grupos alzados que actúan al margen de la ley”. En el reportaje de Semana, Holguín anticipó que la Comisión de Seguridad, en la cual tiene un papel explícito la secretaría de Unasur, tratará temas como la cesión de bases militares colombianas a los Estados Unidos y la actividad guerrillera. “No podemos seguir mirándonos el ombligo”, dijo Holguín.

La novedad en Sudamérica es que el ombliguismo pasó de moda. Para todos.

martingranovsky.blogspot.com

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