EL MUNDO › THIERRY DE MONTBRIAL, EXPERTO FRANCES, HABLA DEL FUTURO DE EE.UU.

“No es posible un imperio norteamericano”

Un imperio norteamericano no es posible porque los propios norteamericanos no quieren. Su posibilidad de exportar la democracia a Medio Oriente es nula, Y todo este proceso viene de la caída de la URSS.Esto es lo que dijo el experto francés Thierry de Montbrial a Página/12.

 Por Eduardo Febbro

La primera guerra preventiva del siglo está teniendo como escenario un país de Medio Oriente, Irak, y, en la línea de avanzada, a dos países occidentales, Estados Unidos y Gran Bretaña. Esta región, que alberga los recursos petroleros más importantes del planeta, con Irak como segunda reserva mundial, es, más allá de Irak mismo, una bomba de tiempo. Y la acción anglonorteamericana suscita preguntas en todas partes del mundo. Para contestarlas, Página/12 habló del tema con Thierry de Montbrial, director del prestigioso IFRI, el Instituto Francés de Relaciones Internacionales.
–¿Usted coincide con esa reflexión europea, por lo general francesa, que asegura que estamos asistiendo a la caída del imperio norteamericano? ¿O, más bien, no se trata de todo lo contrario, es decir, de una reafirmación de ese imperio?
–Personalmente creo que no puede existir un imperio norteamericano. En primer lugar, los mismos estadounidenses no quieren. La gran paradoja de Estados Unidos está en que intervienen en ciertos casos, a veces con mucha brutalidad, en situaciones acordes con su visión del mundo. Pero los Estados Unidos carecen de esa voluntad constante, de ese proyecto continuo y necesario para realizar lo que hicieron los imperios. Nosotros, en Francia, durante la época colonial, en el siglo XIX, teníamos para bien o para mal una visión del mundo. Pensábamos que estábamos realizando un gran proyecto, que estábamos construyendo para la eternidad. No veo nada equivalente en Estados Unidos, a no ser que Norteamérica cambie radicalmente de actitud. Esa es justamente la pregunta que todo el mundo se hace a propósito de la crisis iraquí. Si la guerra concluye rápidamente habrá que instalar un gobierno provisorio, un gobierno militar. También será preciso dejar en el país una fuerza de por lo menos 100.000 hombres. Pero los norteamericanos se cansarán muy pronto y ello también acarreará problemas dentro de Estados Unidos. Si los kurdos se rebelan, si estallan conflictos entre las tribus y hay cuatro o cinco norteamericanos que mueren cada día, entonces los problemas surgirán no ya únicamente en Irak sino dentro de Estados Unidos. Norteamérica carece de la voluntad para imponer un proyecto imperial. La crisis iraquí es un ejemplo. Tal vez existan embriones que se asemejen a una intención imperial, pero no es una situación sostenible a largo plazo.
–¿Cuál es la influencia o el impacto que puede tener esta guerra en los países vecinos de Irak, principalmente en una nación tan clave para los suministros petroleros como es Arabia Saudita?
–Resulta claro que una guerra como ésta es un gigantesco puntapié contra un hormiguero. Si tomamos en cuenta la historia de Irak y los lazos entre Irak y Arabia Saudita, la Guerra del Golfo no puede dejar de tener consecuencias. Hoy entramos en una zona de incertidumbres. No obstante, lo que más me asombra en los debates de los últimos meses es que todo el mundo parece descubrir un montón de cosas que ya se conocían. Por ejemplo, el hecho de que una serie de fundaciones sauditas financiaban todos los movimientos islámicos del planeta. Esto no se descubrió después del 11 de setiembre, como tampoco que el wahabismo (rama particularmente dura del Islam, dominante en Arabia Saudita) existe y que es muy potente. Tampoco es nuevo el equilibrio delicado que existe dentro del reino saudita. A finales de los años ‘70 ya se hablaba de la desestabilización del reino. No creo entonces que actualmente haya un cambio radical en Arabia Saudita. Por otra parte, el reino de Arabia Saudita es uno de los países del planeta más inaccesible para el común de los mortales. Creo que la situación interna del reino, la relación entre los poderes, no se conoce muy bien fuera de él. Es muy difícil vaticinar una evolución, tanto más cuanto que todas las previsiones que se hicieron en los últimos años fueron desmentidas. De Siria puede decirse lo mismo. Recuerde todas lasespeculaciones que se hicieron luego de la desaparición de Hafez el-Assad. Los expertos que anticiparon una guerra civil se equivocaron. Por ello considero que debemos ser muy prudentes cuando se habla de desestabilización de esos países. Quiero resaltar también que Saddam Hussein siempre le ha planteado muchos problemas al mundo árabe. No conozco a nadie que tenga simpatías por el presidente iraquí, mucho menos entre los árabes, que lo responsabilizan de la degradación de sus posiciones globales. La dificultad radica igualmente en que las fronteras de esta región no son viables, son fronteras coloniales, son fronteras que no corresponden con los criterios actuales del derecho de los pueblos a decidir por sí mismos.
–¿El proyecto “democrático” que la administración Bush quiere exportar a Medio Oriente es acaso una realidad o un mero espejismo para justificar la intervención armada?
–Podemos admitir que existe una ideología democrática, pero también preguntarnos si existen planes democráticos precisos para transformar a los regímenes de la región. La verdad es que no creo porque la tarea es imposible. En Arabia Saudita, por ejemplo, no puedo imaginarme que los Estados Unidos consigan cambiar el régimen. Hay que observar igualmente que, desde Egipto hasta Marruecos, los movimientos islamistas marcan puntos. Yo comparo a los islamistas con los bolcheviques. Son grupos muy organizados y motivados. Todo lo que está ocurriendo hoy alienta esos movimientos y fermenta una desestabilización mucho más grave de lo que se piensa. La ideología de la exportación forzada de sistemas políticos occidentales no puede funcionar. Pongamos el ejemplo de Irán, que es un país inmenso y uno de los tres Estados nación del mundo árabe junto a Egipto y Turquía. La idea de tratar a Irán igual que a Irak o a otras naciones de la región me resulta absurda. Por más potentes que sean los Estados Unidos, no pueden ocuparse de todo al mismo tiempo. Los estados más importantes están obligados a concentrarse en torno a un número reducido de campos. Por lo tanto... Si tuviera que hacer un pronóstico, diría que, luego de la victoria en Irak, Estados Unidos buscará calmar el juego en la región. Se van a tratar los problemas de manera pragmática. Además, Washington tiene otro asunto por delante, que es Corea del Norte. Tendrán que ocuparse de ellos. La probabilidad de que se produzca un efecto concatenado en los países de la región es muy baja.
–Muchos analistas ponen al petróleo como una de las causas principales del actual conflicto en Irak. Usted, en cambio, lo sitúa en una perspectiva histórica mucho más amplia.
–El auténtico punto de partida es la caída de la Unión Soviética. El verdadero elemento que se encuentra en la base de todo lo que ocurre y de lo que ocurrirá, incluso en las próximas décadas, es la desaparición del imperio rojo. El siglo XX vio la caída sucesiva de todos los imperios. Empezó con el imperio alemán, con el austrohúngaro, con el imperio otomano y, inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, vimos la caída de los imperios europeos y, al final, asistimos a la caída del imperio soviético. Acá se produjeron dos acontecimientos y no solamente uno: el fin del imperio soviético y del imperio ruso, que se hundió como las torres de Nueva York. Los demás imperios no cayeron de manera tan precipitada: el imperio otomano se desintegró poco a poco y el ocaso de los imperios coloniales europeos se extendió durante 30 años, 1945-1975. En cambio, el derrumbe del imperio soviético se produjo repentinamente, de un solo golpe. La combinación de los escombros de la desintegración del imperio soviético y de la globalización creó el problema de los llamados estados parias, lo cual, a su vez, genera turbulencias desorganizadoras. La primera Guerra del Golfo era un conflicto impensable en la época en que la Unión Soviética existía. Saddam Hussein no hubiese invadido Kuwait si la difunta URSS hubiera existido de manera sólida. En los años ‘90, elimperio exterior soviético ya se había derrumbado. La descomposición de la ex Yugoslavia es igualmente una consecuencia de la caída de la URSS. El episodio actual debe ubicarse también en esta perspectiva. Muchas personas consideraron que el 11 de septiembre era un acontecimiento fundador. Sin embargo, yo lo considero como una consecuencia de todo este ciclo. Pero también hay un elemento ideológico en el seno de la administración Bush que no puede dejarse de lado y es ese intento de presentar la guerra como un conflicto del bien contra el mal. Eso es muy peligroso. Ahora bien, reconozco no obstante que los intereses económicos también entran en juego. Pero no pienso que esa sea la principal preocupación. EE.UU. está legítimamente preocupado por las armas de destrucción masiva.

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Un palestino grita consignas a favor de Saddam Hussein en una marcha en Gaza.
 
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