EL MUNDO › LA CUMBRE DEL G-8 EMPIEZA MAÑANA CON EL TRASFONDO DE LA CAIDA DEL DOLAR

Pasen y vean la mascarada de reconciliación

Después de la intensa quiebra transatlántica por la guerra a Irak, los líderes del G-8 se reunirán mañana como si nada hubiera pasado, y con los principales problemas por delante: el alza del dólar y el estancamiento económico en EE.UU., Europa y Japón.

 Por Eduardo Febbro

Página/12
en Francia
Desde París

“¿Directorio mundial”, “club de ricos”, “círculo informal” o simple “mecanismo de consulta” de restringido alcance multilateral? El grupo de los 8 países más desarrollados del mundo (Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia, Canadá y Rusia) que se reúne en la ciudad francesa de Evian a partir de este domingo, suscita tantos interrogantes como calificativos. La cumbre del G-8 de este año tiene sin embargo acentos menos consensuales que los que tradicionalmente envuelven a estas citas mundiales, durante las cuales nada se decide en apariencia pero donde se distribuyen las cartas del orden mundial.
La cumbre de Evian viene a sellar la reconciliación entre Estados Unidos y el trío de países del viejo continente que, con París a la cabeza, se opuso a lo largo de ocho meses a la manera “unilateral” con que Washington pretendía resolver la crisis iraquí. Francia, Alemania y Rusia no lograron impedir la ofensiva norteamericana contra el régimen de Saddam Hussein pero, en cambio, sí impidieron que la Casa Blanca lanzara la guerra con la legitimidad otorgada por la comunidad internacional, es decir, mediante un voto de los 15 miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Congeladas por los antagonismos que surgieron en el curso de esa batalla diplomática que en varias ocasiones conoció momentos épicos, las relaciones entre el llamado “eje de la paz” y la administración Bush volvieron a un cauce medianamente normal luego de que París, Berlín y Moscú votaran la semana pasada la resolución que dejaba en manos de las “potencias ocupantes” la administración de Irak.
Pero si el G-8 puede ahorrarse una guerra de trincheras, difícilmente podrá evitar uno de los temas más espinosos que surgieron a lo largo de las dos últimas semanas. La reconciliación entre partidarios y adversarios de la guerra en Irak no podrá darle la espalda al debate sobre la debilidad del dólar frente al euro. Desde principios de año, el billete verde perdió el 13 por ciento de su valor con respecto a la moneda única europea. En plena batalla de los mercados cambiarios mundiales, los economistas del viejo continente arguyen que el descenso del dólar es un tema prioritario si se quiere hacer pasar un mensaje claro para acelerar el crecimiento mundial. El presidente francés, Jacques Chirac, dijo que estaba “seguro que Evian puede emitir un mensaje de confianza en el crecimiento económico. Sin embargo, ese mensaje debe ser verosímil y la confianza plenamente justificada”. Los especialistas consideran no obstante que no existe una intención deliberada por parte de Estados Unidos. Frédérique Sachwald, responsable del sector estudios económicos del Instituto Francés de Relaciones Internacionales, IFRI, afirma que Washington no parece “querer perjudicar a los europeos. Lo único que les interesa es estimular su propio crecimiento, el resto es secundario”.
Los integrantes del club deberán con todo sobrepasar sus divergencias en torno del dólar. Mientras los europeos le reprochan a la administración Bush que deja caer el dólar en caída libre, los norteamericanos devuelven el reclamo y le exigen a los europeos que profundicen sus reformas estructurales. Pese a todo, los dirigentes del viejo continente se muestran sin embargo discretos. “Demasiado”, sostiene Fred Bergsten, presidente del Institute for International Economics, y luego agrega: “La cumbre del G-8 interviene en un momento crítico. Si los dirigentes no consiguen mostrar que cooperan para sustentar el crecimiento, el caos invadirá los mercados”. “Después de algunos meses difíciles, Evian es la ocasión de demostrar que las naciones pueden y quieren entenderse, actuarjuntas al servicio del hombre”, argumenta el discurso de bienvenida que el presidente francés Jacques Chirac pronunciará en la cumbre. La rápida victoria militar obtenida en Irak por la coalición anglo norteamericana ha apartado el espectro de las divisiones al tiempo que dejó al descubierto los problemas persistentes: ralentización del crecimiento en Europa, Estados Unidos y Japón, subdesarrollo crónico de los países pobres, persistencia del terrorismo, Medio Oriente.
En este contexto, el jefe de Estado francés considera que el G-8 debe reafirmar “los principios de una economía responsable”. Es dentro de ese principio que se inscribe el segundo tema del G-8, la solidaridad con los países pobres. Según el mandatario francés, el grupo anunciará en Evian una serie de decisiones que dejarán de manifiesto la “determinación de los países industrializados para aplicar sus compromisos” en materia de financiación del desarrollo asumidos hace un año en la conferencia de Monterrey consagrada al desarrollo sostenible y durante la Cumbre de la Tierra celebrada en Johanesburgo.
La cumbre de Evian y de fondo el paradisíaco lago Leman marcarán una nueva etapa en las visiones del mundo. Aplicando lo defendido durante la crisis iraquí, no “a la tentación de un mundo unilateral”, el presidente francés organizó un “diálogo ampliado” con los dirigentes de los países emergentes. Celoso de no dar la imagen de un G-8 que actúa como “directorio del mundo”, Chirac prometió un “diálogo estrecho tanto con la sociedad civil como con otros países a fin de “probar” en los hechos que la visión de “un mundo multipolar” es posible aun cuando se comparte la mesa con el “unilateralismo” de la primera potencia mundial. Bajo el lema “crecimiento y cooperación internacional” doce líderes oriundos de países emergentes se encontrarán este domingo en una jornada “puertas abiertas” en la que podrán “hacer pasar sus ideas allí donde se deciden las cosas”, según aclara un diplomático francés. Entre otros, el presidente mexicano Vicente Fox, el brasileño Lula da Silva, el presidente chino Hu Jintao, el sudafricano Mbeki, el egipcio Hosni Mubarak, el primer ministro indio Atal Bihari Vajpayee, el malasio Mahathir Mohamad o el príncipe Abdalá de Arabia Saudita podrán contarle a los grandes cuán profunda es la miseria en la que viven los pequeños. Los más sólidos y estratégicos son Mubarak, Fox y Lula. El presidente del Brasil viene con su proyecto “Hambre Cero” y la meta de que se cree un fondo mundial contra el hambre mientras que, según adelantó Fox al Financial Times, “vengo con la propuesta de que México sea un invitado permanente del G-8 porque somos la novena economía del mundo”. Desde luego, en vísperas de una cumbre prevista en Egipto entre George Bush y los primeros ministros de Israel y de los palestinos, Hosni Mubarak será esa tercera voz que demostrará que el G-8 está lejos de asumir y representar los grandes dramas de la humanidad.

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Miembros de la organización de socorristas internacionales Oxfam con efigies gigantes de los líderes.
Doce líderes oriundos de países emergentes se encontrarán este domingo en una jornada de “puertas abiertas”.
 
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