EL MUNDO › CASI CIEN JEFES DE ESTADO Y GOBIERNO ASISTIERON AL MULTITUDINARIO FUNERAL DEL GRAN MADIBA

Dolor y tristeza en la despedida de Mandela

El acto duró unas cuatro horas, en las que líderes internacionales como los presidentes de Estados Unidos, Barack Obama; de Brasil, Dilma Rousseff, y de Cuba, Raúl Castro, elogiaron la figura del ex presidente sudafricano.

Con casi un centenar de jefes de Estado y de gobierno y miles de personas, concluyó ayer en Johannesburgo la ceremonia religiosa en homenaje al fallecido líder sudafricano Nelson Mandela, muerto el pasado jueves a los 95 años. Cyril Ramaphosa, vicepresidente del gobernante Congreso Nacional Africano (CNA), dio por terminado el acto tras la intervención del arzobispo de Ciudad del Cabo, Desmond Tutu, quien celebró la vida del icono mundial que fue Mandela. “Esto lleva a la conclusión de este servicio conmemorativo”, dijo Ramaphosa, mientras la multitud abandonaba el estadio entre aplausos para el Tata, como llaman cariñosamente a Mandela los sudafricanos. El acto duró unas cuatro horas, en las que líderes internacionales como los presidentes de Estados Unidos, Barack Obama; de Brasil, Dilma Rousseff, y de Cuba, Raúl Castro, elogiaron la figura del ex presidente sudafricano.

Una ceremonia religiosa ecuménica, cánticos y los recuerdos de familiares y amigos del Madiba –como se conoce al ex presidente en su país– sirvieron para homenajear al héroe sudafricano en un ambiente festivo, pese a la persistente lluvia que cayó durante el día. El homenaje ecuménico había comenzado con el Himno Nacional sudafricano a las 11.58 hora local (6.58 de Argentina), con una hora de retraso debido al gran número de mandatarios que querían despedirse del ex presidente de Sudáfrica, considerado uno de los iconos del siglo XX.

Miles de personas esperaron durante horas el comienzo de la ceremonia, cantando y bailando bajo la lluvia, para rendir el que se estima fue el mayor homenaje de la historia de este tipo. Uno de los momentos más emotivos previos a la ceremonia fue cuando Winnie Mandela, la segunda mujer del Premio Nobel sudafricano, y su viuda, Graça Machel, se fundieron en un afectuoso abrazo ante los miles de sudafricanos que abarrotan el estadio FNB, el mismo donde se jugó la final de la Copa del Mundo 2010. Ambas de luto y visiblemente emocionadas, quisieron expresar así el afecto que comparten por el icono de la lucha contra el apartheid, mientras miles de asistentes celebraban el gesto.

El ánimo y la alegría con que los primeros en llegar ocuparon sus asientos hacían vaticinar una fiesta popular, cuyos mejores momentos se vivieron antes de que el acto se abriera oficialmente. “Nelson Mandela, no hay ninguno como vos”, entonaban en zulú desde las gradas, convirtiendo las tribunas en una marea humana en recuerdo del padre de la Sudáfrica libre y multiétnica. Carteles con fotos suyas compartían protagonismo con las banderas de Sudáfrica, adornadas también por vistosos atuendos tradicionales y vestidos africanos con los colores verde, amarillo y negro del CNA que lideró Mandela. Como en las vigilias de las últimas noches antes de su muerte en el antiguo gueto negro de Soweto, se cantó la “Shosholoza”, himno de los mineros del sur de Africa que no falta en ninguna de las grandes citas colectivas del país.

“Aunque nunca alcanzaré el ejemplo de Madiba, me hace querer ser mejor hombre”, dijo Obama durante su discurso en el funeral. “Mandela pasará a la historia porque fue capaz de arrancar de su alma todo el veneno que pudo crear tan injusto castigo y por la generosidad y la sabiduría con que en la hora de la victoria supo dirigir con gran talento a su heroico pueblo”, sostuvo, por su parte, Raúl Castro, otro de los oradores. Castro –recibido también con gran calidez por la multitud que estaba en el estadio– citó a continuación palabras de su hermano, Fidel Castro, quien mantuvo una larga amistad con el extinto mandatario: aseguró que Mandela sabía que la nueva Sudáfrica no podría jamás construirse sobre cimientos de odio y venganza.

Más tarde, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, otra de las oradoras del homenaje, destacó que Mandela fue la personalidad más extraordinaria del siglo XX y quien inspiró la lucha civil en Brasil y América del Sur. “Su vida trascendió las fronteras nacionales e inspiró a muchos para luchar por la independencia y la justicia social”, agregó Rousseff, quien manifestó que su país lleva con orgullo sangre africana en sus venas.

Otro de los oradores fue el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, quien afirmó que Mandela fue un faro para la esperanza y que enseñó cuál es el camino a la humanidad. “El resultado es sólo el compromiso de seguir su ejemplo”, concluyó.

El presidente sudafricano, Jacob Zuma, afirmó que Mandela fue un icono mundial por su lucha contra el régimen del apartheid y a favor de la reconciliación en Sudáfrica, al tiempo que aseguró que Madiba fue el padre y el héroe del país. Sin embargo no alcanzó para que, a diferencia de lo ocurrido con los otros oradores, no lo recibieran sonoros abucheos. Tan pronto como apreció su imagen en las grandes pantallas del estadio, se escucharon fuertes expresiones de disgusto cuando inició su intervención en el acto.

Sus familiares, en tanto, lo elogiaron como el pilar de la familia. El general Thanduxolo Mandela dijo que deseaba que el espíritu conciliador de Mandela siguiese resonando en el mundo durante mucho tiempo. Uno de los datos llamativos fue que los restos del primer presidente negro de Sudáfrica no fueron trasladados hasta el estadio. Los actos de despedida de Mandela continuarán entre hoy y el viernes en Pretoria, por cuyas calles desfilará el féretro del ex presidente durante esos días. También, en esas mismas jornadas, en la sede del gobierno estará instalada la capilla ardiente.

El funeral de Estado tendrá lugar el próximo domingo en la localidad de Qunu, en el sudeste de Sudáfrica, donde creció Mandela y había pedido ser enterrado. Al último adiós se estima que asistirán no menos de 9000 personas.

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Una pantalla gigante proyecta la imagen de Mandela durante el servicio religioso de ayer en Johannesburgo.
Imagen: EFE
 
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