EL MUNDO › EL SECRETARIO DE DEFENSA, ASHTON CARTER, DIJO QUE LAS FUERZAS IRAQUíES NO TENíAN VOLUNTAD DE PELEAR

EE.UU. cuestiona al ejército iraquí

Ante el avance del Estado Islámico en Irak y Siria, el gobierno norteamericano puso en duda la intención de las tropas iraquíes de combatir a los jihadistas. El grupo radical sunnita conquistó las ciudades clave de Ramadi y Palmira.

Estados Unidos puso en duda la intención de Irak para combatir a los jihadistas del grupo Estado Islámico (EI), que ayer tomaron un puesto iraquí fronterizo con Siria y consolidaron un poco más su califato. Con esta conquista, el EI controla las dos rutas principales entre Siria y la provincia iraquí de Al Anbar, resultado de su mayor ofensiva en los últimos meses. Hace una semana, los jihadistas sunnitas conquistaron la ciudad iraquí de Ramadi y, días después, tomaron la localidad siria de Palmira. El secretario de Defensa de Estados Unidos, Ashton Carter, criticó a las fuerzas iraquíes y dijo que no demostraron deseo de enfrentarlos cuando se toparon con el EI en Ramadi. “Lo que aparentemente sucedió fue que las fuerzas iraquíes simplemente no mostraron voluntad de luchar. Tenemos un problema con la voluntad de los iraquíes de combatir al Estado Islámico y defenderse”, declaró Ashton en una entrevista con la cadena de televisión CNN.

El secretario de Defensa norteamericano señaló que las fuerzas iraquíes no estaban en inferioridad de condiciones, pero aún así fueron incapaces de combatir. “Las fuerzas iraquíes no fueron superadas en número por los jihadistas y, sin embargo, fracasaron en la lucha y se retiraron del sitio, lo que me dice a mí –y creo que a la mayoría de nosotros– que tenemos un problema con la voluntad de los iraquíes para pelear contra el EI y defenderse”, argumentó. Las declaraciones de Carter son las más duras realizadas desde el gobierno del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, a raíz de la pérdida de Ramadi, capital de Al Anbar. “Podemos darles formación (a los iraquíes), podemos darles equipos, pero obviamente no podemos darles la voluntad de luchar”, insistió el secretario de Defensa. “Si llega un momento en el que tenemos que cambiar el tipo de apoyo que estamos dando a las fuerzas iraquíes, vamos a hacer esa recomendación a la Casa Blanca. Pero lo que ocurrió en Ramadi fue un fracaso de las fuerzas iraquíes”, consideró Carter.

El grupo yihadista se hizo hace una semana, en una ofensiva relámpago, con el control de Ramadi, ciudad que el ejército iraquí intenta recuperar con el apoyo de milicias chiítas y voluntarios tribales. El 13 de mayo los jihadistas iniciaron una ofensiva en el este de Homs, donde, además de controlar Palmira, arrebataron a las autoridades sirias el control de los pueblos de Al Sujna y Al Ameriya, así como los campos de gas de Al Arak y Al Hil.

El auge del grupo yihadista suscita dudas sobre la eficacia de la campaña aérea iniciada hace ocho meses por una coalición liderada por Estados Unidos. Los aviones han realizado más de 3000 bombardeos en Irak y Siria desde agosto de 2014, e intensificaron los ataques en los últimos días. “Hay que reforzar y acelerar el diálogo en Irak y encontrar un medio para salvar al pueblo sirio, atrapado entre la tiranía del régimen y la brutalidad de los terroristas”, dijo en Doha el ministro qatarí de Exteriores, Jaled Al Attiya, que negó sin embargo que la campaña aérea contra el EI sea un fracaso. Las fuerzas iraquíes recuperaron el sábado la localidad de Husaybah, ubicada siete kilómetros al este de Ramadi. Uno de los principales líderes tribales sunnitas, el jeque Rafia Abdelkarim al Fahdawi, desplegó sus fuerzas, que podrían resultar de gran ayuda para las tropas gubernamentales.

“Irak debe detener al EI antes del inicio del Ramadán, a mediados de junio, porque luego el movimiento terrorista no dudará en lanzar ataques contra religiosos chiítas y civiles en Bagdad y en la ciudad santa de Kerbala”, afirmó Michael Knights, del think-tank Washington Institute. Las fuerzas del gobierno del Irak también se enfrentan al EI en otros frentes, como la refinería de petróleo de Baiji, la más grande del país, situada unos 200 kilómetros al norte de Bagdad, que las tropas de élite llevan cerca de un año defendiendo. En las últimas semanas recibieron refuerzos de las Unidades de Movilización Popular, una fuerza paramilitar chiíta. En la provincia de Diyala, en el norte, donde las autoridades expulsaron a los jihadistas en enero, catorce personas resultaron heridas ayer en ocho atentados con bomba.

En el frente sirio, los analistas estiman que la reciente toma de la ciudad de Palmira sitúa a los jihadistas en posición de lanzar ofensivas contra Damasco, la capital, y Homs, la tercera ciudad del país. El jefe del Hezbolá chiíta anunció ayer desde Líbano que su grupo combate ahora en Siria junto al ejército y pidió un frente unido contra el peligro existencial que supone el EI. La comunidad internacional teme además que los jihadistas destruyan las ruinas históricas de Palmira, en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco. Según la agencia oficial Saná, el grupo extremista habría ejecutado a 400 personas en Palmira, principalmente mujeres, niños y ancianos, balance puesto en duda por el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), que asegura que no murieron más de 35 personas (ver aparte).

Asimismo, el EI ejecutó en una ruta al norte de Bagdad a 16 comerciantes que transportaban alimentos entre las ciudades de Baiji, en manos del EI, y Haditha, en manos del gobierno. El avance del EI en Siria e Irak ha obligado a decenas de miles de civiles a huir de sus casas. Al menos 55.000 personas abandonaron Ramadi y se sumaron a los más de 2,8 millones de desplazados en Irak desde comienzos de 2014.

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Milicianos chiítas participan de un entrenamiento con las fuerzas armadas iraquíes.
Imagen: EFE
 
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