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El día que Bush se volvió hispano para volver a ganar las elecciones

El 2 de noviembre son las elecciones presidenciales en Estados Unidos, y George W. Bush lanzó ayer su primera iniciativa política importante del año al presentar una reforma a las leyes de inmigración destinada a captarle el electorado de origen hispano.

Por Rupert Cornwell *
Desde Washington

El presidente Bush urgió ayer a una reestructuración general de las leyes de inmigración en Estados Unidos, ofreciendo dar status legal y virtual amnistía a millones de trabajadores ilegales, la mayoría de México y América Central, que ya están en el país. Las propuestas de Bush, anunciadas en un discurso en la Casa Blanca, constituyen su primera iniciativa política de este año electoral y un intento de arreglar un sistema que está cerca de colapsar; pero también es un claro intento de ganarse el voto hispano para las elecciones de noviembre.
Bajo el nuevo esquema, los trabajadores indocumentados podrían solicitar el status temporario de “trabajador visitante” por un período inicial –probablemente de tres años–, renovable en un número no especificado de veces. Una vez que fueran admitidos en el programa, se les otorgaría la mayoría de los beneficios que perciben los empleados estadounidenses, incluyendo el salario mínimo. Esos trabajadores recibirían los aportes de la seguridad social y podrían sacar la licencia de conductor, así como la tarjeta verde que confiere el status de residente permanente.
Es incierto el número de personas que podría alcanzar el programa. Pero al menos se estima que 8 millones y quizá tanto como 12 millones de inmigrantes ilegales están actualmente en EE.UU., junto a la población oficial de alrededor de 290 millones. Más de la mitad se estima que provienen de México, cuyo presidente, Vicente Fox, se encontrará con Bush la próxima semana en la Cumbre de Monterrey. La iniciativa podría dar un empujón a la fría relación de hoy entre ambos países.
Un diseño muy similar fue estudiado por ambos países en el verano de 2001, pero fue archivado luego de los ataques de l1/9, cuando Estados Unidos dio como prioridad nacional la protección de sus fronteras. No obstante, como reconoció Bush ayer, no puede negarse un dato de la realidad: la economía y la sociedad norteamericana funcionan desde hace tiempo gracias a la mano de obra indocumentada preparada para realizar los peores empleos, aunque esenciales. El objetivo, según dicen funcionarios, consiste en “juntar a los empleados con voluntad de trabajo con los empleadores dispuestos a insertarlos y arreglar un sistema quebrado”. “Una situación en la que se gana sí o sí”, afirmó el vocero de la Casa Blanca, Scott MacLellan.
Se contemplaría la legalización de los “trabajadores visitantes” quedaría patrocinada por los empleadores. La gente de países extranjeros estaría habilitada a solicitar trabajo si ningún ciudadano norteamericano estuviera dispuesto a pedirlo. Previsiblemente, la medida fue atacada desde la derecha y la izquierda. Los conservadores de Capitol Hill se quejan de que aumenta el perdón a individuos que equivale a una amnistía a personas que violaron la ley al entrar al país en primera instancia. La Casa Blanca espera ganarse a los críticos que señalan los riesgos de que el país se inunde de extranjeros, dando a estos últimos incentivos para que puedan regresar a sus hogares, como aportes de jubilación pagables en su propio país, pero basada en su trabajo en EE. UU.
En el espectro opuesto, hispanos y organizaciones de derechos humanos arguyen que las medidas no son suficientes. Al tener que depender de los “patrocinadores”, los trabajadores inmigrantes probablemente estén más a merced de sus patrones, han señalado. Asimismo, las personas del programa que solicitan la tarjeta verde podrían encontrarse en tierra de nadie si su período inicial de empleo expirara antes de que obtuvieran la tarjeta verde –una espera que puede tomar entre seis años y más–. Bush propone aumentar el número anual de entrega de esas tarjetas, pero no se sabe en qué cantidad.
Son considerables las implicancias políticas del esquema. Los hispanos, que piden un cambio en las normas de inmigración, tradicionalmente se inclinan hacia los demócratas. El rápido crecimiento de su número representa una amenaza para los republicanos en los estados fronterizos, ejemplo Arizona, que está alto como objetivo de los demócratas en la lista de los estados que ganó Bush en 2000.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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Bush saluda a sus invitados al dejar la Sala Este de la Casa Blanca, ayer, junto a Colin Powell.
 
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