EL MUNDO › LAS MARCHAS CONTRA LOS ATENTADOS FUERON MASIVAS, PERO DIVIDIDAS ANTE AZNAR

Un día de duelo desde veredas enfrentadas

Once millones de españoles marcharon ayer contra el cuádruple atentado del jueves en Madrid. Las marchas más importantes fueron en Madrid y en Barcelona y el dolor unánime, pero hubo división entre quienes atacaron a ETA y defendieron al gobierno y quienes no.

Por R. K.
Desde Madrid

Madrid y toda España vivieron ayer marchas multitudinarias, las más numerosas de su historia, pero al mismo tiempo fueron marchas en las que se expresaron las mayores desconfianzas. Once millones de españoles, según datos de la policía, se aunaron en la solidaridad con las víctimas y en el repudio a la matanza. Pero aparecía también en el centro de la escena la tensión entre quienes sostienen que el atentado fue obra de ETA y quienes le adjudican la responsabilidad a Al-Qaida y por lo tanto lo consideran una consecuencia de la participación del gobierno de José María Aznar en la invasión de Irak perpetrada por George W. Bush y sus aliados. En las marchas se veían carteles y pegatinas que decían “ETA no”, y por otro lado carteles y pegatinas que decían “No a la guerra”. A pocas horas de las elecciones generales, líderes políticos de todo el arco opositor español presionaron al gobierno de José María Aznar para que brinde información completa sobre la autoría de la matanza perpetrada el jueves en Madrid.
El líder y candidato del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), principal de oposición, José Luis Rodríguez Zapatero, dijo que el gobierno debe informar con “la mayor diligencia posible” de todo lo relacionado con los atentados. Por su parte, el secretario de Organización del PSOE, José Blanco, insistió en que el Ejecutivo retuvo la información sobre la furgoneta encontrada en Alcalá, que habilitó la “pista árabe”, y dijo que intentará evitar que se conozcan todos los datos disponibles antes de las elecciones de mañana. A su vez, el jefe del gobierno autonómico vasco, Juan José Ibarretxe, demandó información fiable sobre los autores de los atentados porque “tenemos derecho a conocer la verdad y, sobre todo, es algo que se debe a las víctimas y sus familias”. Ibarretxe agregó que la autoría no cambiará la situación de los muertos y heridos, pero subrayó que la valoración política “es diferente” según quién haya perpetrado los atentados.
En Madrid, las marchas fueron multitudinarias pese a la persistente lluvia y el frío. “No está lloviendo, Madrid está llorando”, cantaban los manifestantes, aunque no hubo un lema unánime. Los negocios y las oficinas cerraron sus puertas al atardecer produciendo un paro casi total de las actividades y los transportes fueron gratuitos, incluyendo el subte, los colectivos y hasta los trenes suburbanos. Hubo momentos en que la gente inundaba el centro de la ciudad y se hizo más que difícil acercarse al Paseo de la Castellana, donde las columnas recorrieron unas 15 cuadras.
Adelante, en medio de gran desorganización, marcharon los dirigentes políticos: el príncipe Felipe, que es la primera vez que concurre a una manifestación; el presidente Aznar, los dos candidatos presidenciales, Rajoy y Zapatero, el presidente de la Comisión Europea, una especie de gobierno de la Unión Europea, Romano Prodi, y el canciller argentino Rafael Bielsa. El ex presidente Felipe González se ausentó por una gastroenteritis.
La movilización más importante fue la de Madrid, con 2,3 millones de personas, y la segunda la de Barcelona, con 1,5 millón, de acuerdo a datos de la policía. Las marchas de ayer fueron casi totalmente silenciosas, entre otras cosas porque los que marchaban tenían poca identidad y experiencia política. Era gente de la calle que no había ido a concentraciones anteriormente. Por ello, algunas de las consignas cantadas tímidamente fueron “Libertad”, “El pueblo unido jamás será vencido” o reiterando el grito “Asesinos”. Un gesto que se vio a lo largo de toda la jornada fue la de levantar ambos brazos con las palmas de las manos hacia adelante, como símbolo de que “nosotros no matamos”.
Detrás de la silenciosa batalla entre “ETA no” y “Guerra no” se expresaba la pugna electoral que terminará este domingo con la elección de diputados y senadores que, a su vez, forman un nuevo gobierno con un nuevo presidente. De un lado, detrás del “ETA no” se alinearon los partidarios del Partido Popular, encabezado por José María Aznar, que puso en el centro de la escena durante todo su mandato la lucha no sólo contra el terrorismo sino también contra el nacionalismo moderado. Aznar realiza una afirmación permanente del españolismo. Del otro lado, “Guerra no” expresa a una oposición multifacética y multipolar que va desde el PSOE hasta los movimientos antiglobalización y que demanda un cambio de gobierno.
Hubo momentos de tensión: la columna de Cultura contra la Guerra marchaba por el Paseo de la Castellana rumbo a Atocha, fue increpada y amenazada por sectores de derecha que los acusaron de anti-patriotas. El choque casi termina en palazos.
En Barcelona, fue tanta la gente que se incorporó a la manifestación que en un momento la marcha quedó inmovilizada en toda dirección. La marcha silenciosa fue presidida por autoridades y políticos y finalizó con gritos de “asesinos” a los dirigentes regionales del PP. Tras una pancarta que rezaba “Cataluña con las víctimas de Madrid, contra el terrorismo, por la democracia y la Constitución”, se alinearon los miembros del gobierno autónomo catalán, representantes de todos los partidos políticos catalanes, las instituciones y el clero. El vicepresidente del gobierno, Rodrigo Rato, figura del PP y candidato a titular del FMI, fue recibido con fuertes silbidos y tuvo que ser sacado por sus custodios por el mal momento que le estaba haciendo pasar el público catalán, herido por los continuos ataques del gobierno de José María Aznar al nuevo Ejecutivo catalán de Pasquall Maragall.
Los gritos tradicionales de la franja más derechista no prendieron: no hubo reclamos masivos de “ETA al paredón” o “pena de muerte” y sí aparecieron gritos de “queremos saber la verdad”. En la gente apareció un rechazo al manejo del gobierno de los medios de comunicación oficiales. Es que ambos partidos acordaron suspender sus campañas por el atentado, pero las emisoras de radio y televisión oficiales transmiten únicamente la visión del gobierno sobre el atentado de los trenes, sin dejar prácticamente márgenes a la oposición. En el PSOE dicen que existe ahora una sola campaña, la oficial.

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Más de dos millones de personas se congregan en la marcha ante la Plaza Colón en la capital.
 
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