EL MUNDO › OPINION

Treinta años

Por Martín Sivak *

La singularidad de Hugo Banzer en el drama de Sudamérica es doble: haber conseguido el poder por los votos después de siete años de dictadura y no haber delegado en ningún heredero la intervención en el diseño de la política de ajuste, miseria y sumisión del consenso de Washington que signó los últimos 17 años de política boliviana. Banzer irrumpió en el ‘71 para terminar con la segunda revolución boliviana, se vistió de político -enterró sus formas militares– para cogobernar el 21.060 (el Decreto Supremo de 1985 que dio comienzo al proyecto neoliberal en Bolivia) y terminó su itinerario con una fallida experiencia como presidente constitucional. El Departamento de Estado, que lo apadrinó y vivó por décadas, debería ponderar que trabajó doble turno y no uno solo como Jorge Videla.
Semanas antes de que la muerte lo fuera a buscar a Santa Cruz, los banzeristasintentaron una redención a través de impactantes partes médicos con detalles insólitos sobre su incapacidad para deglutir los vegetales de la sopa. El mecanismo de victimización fue idéntico al que se implementó cuando renunció a la presidencia, en agosto pasado. Sin embargo, las encuestas y las últimas elecciones nacionales muestran que sólo los banzeristas sentirán suyos los 30 días de duelo que decretó el gobierno.
La infausta actuación pública de Banzer incluye asesinatos, torturas, exilios, el saqueo del Estado, las notables dádivas al empresariado de Santa Cruz, la corrupción flagrante, el nepotismo, los vínculos con el narcotráfico, el fraude electoral de 1978, el apoyo a Luis García Meza, la erosión de la democracia, el decreto 21.060, los pactos sucios y el catastrófico gobierno que encabezó entre 1997 y el 2001.
Banzer no murió en su propiedad de los Estados Unidos .-producto de su enriquecimiento ilícito– por el pedido de extradición de la justicia argentina, que tomó las investigaciones y el compromiso de hombres y mujeres del mundo en la causa sobre la Operación Cóndor. Para evitar la extradición, Banzer, confinado ensu ciudad, recurrió a los pactos espurios entre el MNR–ADN y MIR que han poblado de impunidad la justiciade la república.
Este epílogoilustra la decadencia de un líder, de un partido y de un sistema político, que está condenado a extinguirse. Muerto Banzer, queda el banzerismo. Sólo una fuerza plural, democrática y transformadora pondrá fin a ese modelo político–empresarial que ha perdurado por 30 años.
* Autor de El dictador elegido. Biografía no autorizada de Hugo Banzer y El asesinato de Juan José Torres. Banzer y el Mercosur de la muerte.

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