EL MUNDO › EE.UU. CONTRA LA CORTE DE CRIMENES DE GUERRA

Hablándole de justicia a Bush

Por David Teather
Desde Houston

Estados Unidos amenazará hoy con poner en cuestión la totalidad del sistema de tratados internacionales cuando se retire de los planes para formar una corte que actuará como el primer tribunal mundial permanente de crímenes de guerra. La decisión probablemente causará furia en la comunidad internacional, y proveerá nuevas evidencias del creciente unilateralismo de la administración Bush. El secretario de Estado Colin Powell confirmó ayer que su gobierno saboteará la corte.
Para retirarse de los planes, la administración dirá que ya no se considera sometida a la Convención de Viena sobre la Ley de Tratados, un acuerdo de 1969 que establece las obligaciones de las naciones en la obediencia de los tratados internacionales. Bajo la convención, un país que haya firmado un tratado no puede operar para frustrar el propósito de ese tratado, incluso si no se propone ratificarlo. El tratado para constituir la corte había sido firmado originalmente por el ex presidente Bill Clinton en conversaciones en Roma en 1998. Estados Unidos ya ha expresado preocupación sobre el tratado y la pérdida de soberanía sobre su propio sistema judicial. Previamente ya había intentado exceptuar a los soldados y oficiales estadounidenses de la jurisdicción de la corte, sosteniendo que las salvaguardias contra acusaciones políticamente motivadas no eran lo suficientemente fuertes.
Estados Unidos no reconocerá la jurisdicción de la corte ni obedecerá ninguna de sus órdenes. “Pensamos que fue un error haber firmado eso -dijo un funcionario de la administración al New York Times–. Ya hemos dicho que no lo someteremos a la ratificación del Senado.” La formación de la corte internacional de justicia, que estará basada en La Haya, ocurrirá a mediados de este año sin la participación de Estados Unidos. Diez naciones más se unieron a las 56 iniciales el mes pasado en la ratificación del tratado, llegando a las 60 requeridas para convertir el tribunal en una realidad.
La nueva corte intervendrá cuando los países se nieguen o no puedan administrar justicia para los delitos más graves, incluyendo el genocidio y los crímenes de guerra. La Corte Internacional de Justicia existente se ocupa de las disputas entre Estados. Tribunales especiales han sido creados para circunstancias excepcionales como el genocidio de 1994 en Ruanda y la ex Yugoslavia, tomando como base los procesos de Nuremberg a los nazis después de la Segunda Guerra Mundial, pero no se han establecido mecanismos que permitan individualizar la responsabilidad de la culpa.
El plan para retirarse del tratado será presentado en un discurso por el subsecretario de Estado Marc Grossman y Pierre–Richard Prosper, el embajador del Departamento de Estado para temas de crímenes de guerra. Prosper dijo el mes pasado: “Con lo que estamos en desacuerdo es este mecanismo preciso para lograr este objetivo. No queremos causar confusión o crear expectativas de que seremos parte de este proceso”.
Los críticos han acusado a Bush de estar crecientemente fuera de escuadra con el resto del mundo a partir de su enfoque unilateralista de los problemas. Y la administración ha chocado con sus aliados europeos en un amplio rango de problemas, desde su renuncia al Protocolo medioambiental de Kyoto hasta su decisión de construir una defensa antimisiles.

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