EL MUNDO › HISTORICA ELECCION ENTRE SCHROEDER Y EL CENTRODERECHA

Campaña hasta el fin en Alemania

La coalición entre socialdemócratas y verdes afronta hoy su mayor desafío en las urnas alemanas. Pero aunque los sondeos señalan una ventaja del centroderecha liderada por Angela Merkel, también indican la posibilidad de que ninguna coalición logre los votos suficientes para formar gobierno.

Por Mary Dejevsky *
Desde Berlín

Los líderes de los partidos políticos alemanes rompieron ayer la tradición, prosiguiendo con sus campañas después de su cierre formal hasta el último minuto en el Estado federado de Renania del Norte-Westfalia, el más poblado y rico del país, ya que las elecciones de hoy se dirigían a un desenlace incierto. Después de una intensa campaña electoral, los sondeos de intención de voto atribuyen una ventaja a una hipotética coalición del Partido Demócrata Cristiano y el Partido Social Cristiano (CDU/CSU) de Angela Merkel y el Partido Liberal (FDP), por delante del actual gobierno de Gerard Schroeder, con el Partido Socialdemócrata (SPD) y Los Verdes. Sin embargo, la mayoría de encuestas apunta a que ni unos ni otros lograrán mayoría parlamentaria para formar gobierno. Por ello los políticos abandonaron la tradicional jornada de reflexión del día anterior a los comicios y partieron para asegurarse distritos electorales clave.
Schroeder y Merkel se persiguieron a través del distrito industrial del Ruhr antes de concluir con mítines separados en Frankfurt. Merkel ofreció una muestra de las intenciones de su coalición tomando café con el líder del Partido Liberal (FDP), Guido Westerwelle, en Bonn. Luego, en una movida pícara, llevó su campaña a la exposición automovilística de Frankfurt –territorio más asociado con Schroeder, un entusiasta de los autos conocido como “el autocanciller de la industria automotriz”, quien inauguró la muestra el martes de esta semana–. Los Verdes, el liberal FDP, y el nuevo Partido de Izquierdas, que podría arruinar las proyecciones de todos, también estaban haciendo campaña. Uno de cada cinco votantes alemanes todavía no había decidido ayer por quién votar. El Partido de Izquierdas, formado a principio de la campaña por el antiguo líder socialista de Alemania del Este, Gregor Gysi, y Oskar Lafontaine, el antiguo ministro de Finanzas que renunció del primer gobierno de Schroeder tras luchas por el poder con el canciller, ha sido un fenómeno particular en esta campaña, logrando al menos un 8 por ciento de la intención de voto, lo que le posibilitaría ser el más grande de los partidos pequeños en el próximo Bundestag (Parlamento).
El Partido de Izquierdas es visto como el primer partido genuinamente panalemán, atrayendo votantes tanto del antiguo este como del oeste. Si el CDU/CSU y el FDP juntos no pueden ganar suficientes bancas para una mayoría en el Bundestag, entonces el Partido de Izquierdas podría ayudar a Schroeder a volver al poder. Semejante desenlace significaría una ironía considerable, dado que en el oeste del país el Partido de Izquierdas obtendría la mayoría de sus votos de filas del SPD. Tampoco sería fácil para los dos partidos trabajar juntos, dada la áspera historia personal entre Schroeder y Lafontaine.
La prensa alemana estaba ayer plagada de portentosas observaciones acerca de la importancia épica de esta elección en el futuro de Alemania, las proyecciones tan parejas como para morderse las uñas –“los resultados podrían ser el espectáculo de televisión más excitante para ver este domingo a la noche”, señaló el popular diario Bild– y la probabilidad de una alta tasa de participación, supuestamente influida por una luna llena. Hubo también un alto nivel de autocongratulación sobre el nivel de compromiso de lo que fue una campaña seria y orientada a los temas concretos.
Una coalición liderada por Merkel marcaría una transición a una Alemania más empresarial, de impuestos reducidos, con una política exterior más tradicional y atlanticista. El otro resultado más probable es un gobierno más hacia la izquierda que la anterior coalición de Schroeder, cuyas reformas económicas, tomadas como “la única vía de salvar la red de seguridad social”, puedan ser reducidas o incluso revertidas. Una tercera perspectiva –que ha sido muy evocada, a pesar del amplio desagrado que genera– sería una “gran coalición” entre los dos grandes partidos. Eneste caso, la CDU/CSU sería el partido principal y Merkel sería igual la primera mujer canciller de Alemania.
A menos que pueda permanecer como canciller, Schroeder ha hecho público que abandonaría el liderazgo de las filas del SPD y podría dejar también la política nacional. El viernes, en Berlín, habló con desesperada pasión de la necesidad de adaptar una Alemania recalcitrante a la necesidad global de competencia, pero toda su conducta sugirió una despedida. Merkel, en contraste, parecía una nueva mujer en sus últimos dos días de campaña. Por primera vez, se permitió tomar contacto con la multitud alentadora, y, ocasionalmente, mostró una sonrisa espontánea. No parecía una perdedora.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12. Traducción: Virginia Scardamaglia.

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El canciller Gerhard Schroeder con Franz Muentefering, presidente del Partido Socialdemócrata (SPD).
 
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