EL MUNDO › OPINION

El ’89 contra el ’68

Por Claudio Uriarte

¿Surge la “nueva Alemania”, como le gustaría decir a Donald Rumsfeld? Las encuestas así lo sugieren, aunque disten de ser concluyentes. La centroderecha de CDU-CSU, aliada con el FDP (el tradicional partido de los empresarios), recoge el grueso de la intención de voto, aunque su mayoría era hasta ayer incierta. Los socialdemócratas y verdes de Gerhard Schroeder se ubican atrás, pero han acortado distancias. Lo que manda en estas elecciones es la economía, razón por la cual el último tramo de la campaña se realizó en el importante estado de Renania del Norte-Westfalia, que de ser la cuna puede convertirse en la tumba del llamado “capitalismo renano”.
Pero la economía, y también las agendas para ella de los dos principales candidatos, puede decidir también el desenlace posterior al día electoral. Es decir: si Schroeder, que ya introdujo las primeras reformas de mercado, quiere volver a la Cancillería, necesitaría de la alianza con el Partido de Izquierda de Oskar Lafontaine y Gregor Gysi, lo que impondría un poder de veto sobre el corrimiento a la derecha que le impuso el estancamiento económico. En el caso de una “gran coalición” entre centroderechistas y socialdemócratas, el poder de veto correspondería a estos últimos, por la misma razón que lo anterior: que las coaliciones favorecen programáticamente al partido que mejor defiende el statu quo. Por estas razones, la democristiana del este Angela Merkel parece tener el viento a sus espaldas.
Pero, de ganar Merkel, ¿qué nueva sería la “nueva Alemania”? De hecho, parte de su programa económico ya ha sido anticipado por las reformas de mercado impulsadas por el propio Schroeder bajo el rótulo de “Agenda 2010” (ver suplemento Cash, pág. 7). Incluyen flexibilización laboral, recortes de impuestos y abolición de servicios sociales. Merkel parece haber jugado con la idea de introducir el regresivo “impuesto plano” ideado por el economista Paul Kirchhof, que impondría una tasa de tributación única de un 25 por ciento desde los individuos cuyos ingresos superan los 8000 euros anuales hasta las grandes corporaciones, pero sus aliados del FDP se desmarcaron de la idea. Expertos sostienen que, para reducir drásticamente el desempleo de más del 10 por ciento (que ha bajado marginalmente en el último tramo de Schroeder), Alemania debería eliminar subvenciones estatales, que en su totalidad insumen 58.700 millones de euros anuales, pero los partidos principales (por obvias razones electorales) no se ponen de acuerdo sobre cuáles reducir.
De encarar Merkel las agresivas reformas de mercado que ha sugerido, puede cambiar el mapa político de Europa. Porque su eventual triunfo sería un envión formidable a Nicolas Sarkozy, su alma gemela en el liderazgo del partido conservador francés UMP, quien aspira a reemplazar a Jacques Chirac en la presidencia en 2007, y con quien la candidata se reunió señaladamente durante su visita a París en junio. Podría decirse que, contrastantemente con Schroeder o su aliado verde Joschka Fischer, que participaron activamente en las revueltas estudiantiles de 1968, Merkel y Sarkozy son hijos ideológicamente del año 1989, de la caída del Muro de Berlín y de la ola neoliberal mundial que le siguió. Los dos son neoliberales en economía, conservadores en temas políticos y sociales y pronorteamericanos en política exterior. Los dos quieren abrir el tradicional “motor franco-alemán” de la UE a Polonia, como parte de una nueva política que haga pie en los países de la ex Europa comunista. Durante su reciente visita a Varsovia, Sarkozy propuso integrar a Polonia en el llamado Grupo de los 5, que incluye a Francia, Alemania, España, Italia y el Reino Unido. En su campaña electoral, Merkel dijo que podría impugnar las tradicionales cumbres París-Moscú-Berlín, que irritan a Polonia, y favorecería reforzar la OTAN y la colaboración con EE.UU. En un acercamiento a las posiciones del premier británico Tony Blair, también ha puesto en entredicho los subsidios a los agricultores franceses (aunque noparece que Sarkozy vaya a seguirla en esto). Del lado del continuismo, los dos objetan la entrada de Turquía en la Unión Europea, que Washington favorece (por integrar una alianza informal defensiva con Ankara y Jerusalén).
De imponerse Merkel y en el futuro Sarkozy, el Viejo Continente quedaría reconfigurado en una línea parecida a la sugerida por Blair y, ciertamente, por Rumsfeld, cuya “nueva Europa” no es otra que la vieja Europa del Este más Gran Bretaña y los gobiernos neoconservadores continentales que se sumen. Esta es la importancia de las elecciones de hoy.

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