EL MUNDO › EN 24 HORAS MURIERON 110 PERSONAS, EN SU MAYORIA CIVILES CHIITAS

Empujan a Irak hacia la guerra civil

La escalada de violencia en el país bajo ocupación anglo-americana es atribuida a una secta islamista, un “neosalafismo” cuyo objetivo sería la guerra civil. Sus ataques se dirigen a la mayoría chiíta, en momentos en que se aproxima el llamado a consulta por la Constitución.

Por Patrick Cockburn *
Desde Bagdad

Una secta islámica fundamentalista que masacra a la mayoritaria comunidad chiíta de Irak por herejes está empujando al país hacia una guerra civil. Los autobombas que apuntan a los chiítas han matado a 110 personas, 25 de ellos niños, en las últimas 24 horas. El último ataque fue en Hilla al sur de Bagdad ayer donde 12 personas murieron y 47 resultaron heridas. Por otra parte, el general Richard Myers terminó ayer su mandato como principal consejero militar presidencial y oficial de mayor rango en el Pentágono y fue reemplazado por el general Peter Pace como jefe del Estado Mayor Conjunto.
La campaña de terroristas suicidas con bombas está ahora más que nunca dirigida a la matanza de civiles chiítas en cantidades tan grandes como sea posible, cuando se reúnen para buscar trabajo o cuando se amontonan en mercados de alimentos al aire libre. La campaña se está intensificando a medida que el gobierno chiíta-kurdo fortalece su posición en el gobierno en Bagdad –terminando la larga era de dominio sunnita– y que se aproxima la fecha de referéndum de la Constitución (15 de octubre).
Para el movimiento llamado “neosalafista”, la guerra civil es el objetivo principal, no un subproducto de sus campañas con bombas. Anthony Cordesman, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, dice: “Lo que hace diferentes a los insurgentes sunnitas más extremos, que son mayormente neosalafistas, es que muchos ven a la guerra civil como un fin en sí misma”. El salafismo, una tendencia sunnita puritana largamente establecida en Islam, no tiene ninguna tolerancia para interpretaciones alternativas del Islam. Los “neosalfistas” son diferentes, no tanto en su ideología como en su compromiso a la lucha violenta y su culto a la muerte. En un informe sobre esto llamado “Nuevos patrones en la insurgencia iraquí: La guerra por una guerra civil en Irak”, Cordesman dice: “Ven a aquellos que no se enmarcan en su definición de religiosidad, como apóstatas. Para algunos, particularmente el grupo liderado por Zarqawi –el jefe de Al Qaida en Irak–, todas las otras sectas islámicas como las chíitas y aun otros sunnitas son efectivamente no creyentes o kafirs”. La mayoría de los insurgentes son como lo admite el ejército de Estados Unidos, iraquíes sunnitas nacionalistas luchando por ponerle fin a la ocupación estadounidense. Los neosalfistas difieren porque ven esto sólo como parte de su lucha por crear un estado fundamentalista islámico en Irak.
Tales militantes existían bajo Saddam Hussein en Irak y hasta atacaban a salones de belleza en ciudades sunnitas como Faluja. Pero sólo pudieron poner el pie realmente después de la invasión de Estados Unidos, porque por primera vez estaban operando en un ambiente favorable como combatientes contra la ocupación. Los neosalafistas pueden ser sólo el 5-10 por ciento de las fuerzas insurgentes. Pero sus terroristas suicidas atraen gran publicidad y sus ataques sobre los chiítas está empujando al país hacia la guerra civil. Usan un grado extraordinario de violencia, indiferentes con los muertos civiles aun entre los sunnitas y ven con buenos ojos el martirio. Sus lazos con Arabia Saudita y el Golfo significa que están bien financiados.
Los voluntarios extranjeros son utilizados como carne de cañón y son la mayor parte de los terroristas suicidas. La mayoría de los voluntarios vienen de Arabia Saudita. El rol exacto de Abu Musab Al Zarqawi es incierto porque él se adjudica todos los ataques. Estados Unidos ha estado feliz de promocionarlo como el “malvado de la película” y un enemigo para todo propósito demoníaco en Irak.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

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La campaña con bombas está ahora más que nunca dirigida a la matanza de civiles chiítas.
 
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