EL MUNDO › UN COCHE BOMBA MATO EN BEIRUT A UN PROMINENTE DIPUTADO

El periodista que combatía a Siria

Tueni acababa de regresar de Francia, adonde se había ido por temor. Miembros del gobierno libanés acusan a Siria. Condena de Damasco.

El domingo regresó de Francia. Como tantos dirigentes libaneses, Gibran Tueni –diputado, director del diario An Nahar y feroz crítico del régimen sirio– temía por su vida. Ayer por la mañana, una bomba colocada al paso de su vehículo, en un barrio cristiano de Beirut, segó su vida y la de dos guardaespaldas. Es el cuarto asesinato político del año en un país atormentado desde hace tres décadas por los magnicidios de presidentes y primeros ministros. Miembros del gobierno de Líbano acusan a los servicios de espionaje sirios. Damasco se apresuró a condenar el atentado.
Un coche bomba fue detonado a primera hora de la mañana en el barrio beirutí de Mekalis, en el sudeste de la ciudad, no lejos de la sede que acoge a los investigadores de Naciones Unidas que indagan la muerte del ex primer ministro Rafik Hariri. El vehículo blindado en el que viajaba Tueni quedó totalmente destrozado. Murió junto a dos guardaespaldas. Diez personas más resultaron heridas. Y varios automóviles y los comercios cercanos sufrieron serios daños. “Funcionarios libaneses han recibido información detallada del comité investigador internacional sobre una lista de asesinatos políticos. Mi nombre está el primero”, dijo Tueni en agosto en Francia a una emisora de radio. Es en ese país donde residen largas temporadas algunos de los más destacados dirigentes libaneses, conscientes del riesgo que corren sus vidas en Líbano. Entre ellos Saad Hariri, que tomó el testigo de su padre, y el líder druso Walid Yumblatt.
El periodista y legislador, de 48 años, engruesa el triste recuento que comenzó el pasado 14 de febrero con el asesinato de Hariri y una veintena de personas más. Fue éste el aldabonazo de una profunda crisis que se desató con la resolución 1559 de Naciones Unidas, que en el otoño de 2004 exigió la retirada de las tropas sirias. En abril pasado los 15.000 militares sirios acantonados en Líbano volvieron a su país. Estados Unidos y Francia, patrocinadores de esa resolución, reemplazaron a la dinastía siria El Asad en la tutela que ésta ejercía sobre Líbano desde 1975. En junio se celebraron unas elecciones en las que se alzó con una victoria el bloque opositor formado por Hariri hijo y Yumblatt. Pero las promesas de renovación de los hábitos políticos sectarios y confesionales, proclamadas por los triunfadores, no cuajan. Y la desestabilización del pequeño país mediterráneo prosigue.
Samir Kasir, periodista también de An Nahar, fue asesinado del mismo modo que Tueni en pleno proceso electoral, el 2 de junio. Y 19 días después, un artefacto colocado bajo un asiento del mercedes de Georges Hawi, ex secretario general del Partido Comunista y tenaz en la crítica al Ejecutivo de Damasco, acababa con su vida. Otros intentos de asesinato –el del ministro de Defensa Elías Murr, en julio, y el de la periodista cristiana May Chidiac, en septiembre– resultaron frustrados. Hasta 30 atentados sacudieron Líbano desde que el mandato del presidente prosirio, Emile Lahud, fuera extendido por el Parlamento en septiembre de 2004.
No han trascendido todavía pruebas irrefutables de la implicación de autoridades sirias en esa cadena de crímenes. Pero todos los dedos acusadores en Líbano apuntan a Damasco. Yumblatt –hijo de Kamal, asesinado en 1977– responsabilizó a Siria del atentado de ayer. “Gibran Tueni y An Nahar fueron amenazados durante mucho tiempo por el régimen sirio. Hemos captado el mensaje. Han matado a Tueni porque Mehlis (el fiscal alemán Detlev Mehlis, encomendado por la ONU para investigar el asesinato de Hariri) va a presentar el informe hoy. Este es un mensaje a la comunidad internacional y Líbano”, declaró Yumblatt a la cadena de televisión Al Arabiya. Maruan Hamadé, ministro de Telecomunicaciones y tío del difunto, también imputó el crimen al gobierno de Bachar el Asad.
Las condenas pronunciadas por Damasco y su argumento de que el atentado sólo perjudica a su Gobierno caen en saco roto. “Estamos acostumbrados a que algunas figuras libanesas impliquen a Siria antes de conocer el asunto, especialmente en esta coyuntura”, comentó, en alusión a ladifusión del informe de Mehlis, el ministro de Información sirio, Mahdi Dajl Allah, a la televisión estatal. “No debemos olvidar –añadió– que hay agentes de Israel en Líbano. Esto no es ningún secreto.”

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El diputado Tueni era director de un conocido diario.
 
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