EL MUNDO › MATAN A SEIS SOLDADOS DEL CONTINGENTE ESPAÑOL EN EL SUR DEL PAIS

Ataque a los cascos azules en Líbano

Un atentado con coche bomba contra una patrulla de las fuerzas pacificadoras de la ONU causó seis muertos. Al parecer, sería un grupo musulmán sunnita vinculado con Al Qaida. España dijo que no se irá.

Las fuerzas de paz de la ONU en el sur del Líbano fueron ayer atacadas presuntamente por un grupo musulmán sunnita vinculado con Al Qaida. Seis soldados del contingente español de la Fuerza Interina de la ONU en Líbano (Finul) –tres colombianos y tres españoles– murieron y otros dos resultaron heridos en la explosión de un coche bomba.

Seis soldados del contingente español murieron y dos resultaron heridos en un atentado contra una patrulla de la Finul en el sur de Líbano, realizado, de acuerdo con los resultados de las investigaciones preliminares, “con ayuda de un coche bomba”, declaró la Finul en un comunicado. En Madrid, en una rueda de prensa, el ministro español de Defensa, José Antonio Alonso, reveló la identidad de los soldados del contingente español muertos ayer y señaló que tres de ellos eran de origen colombiano. Alonso precisó que los tres colombianos servían en la brigada paracaidista enviada por el ejército español a Líbano: se trata de Jefferson Vargas Moya, de 21 años; Jackson Castaño Abadía, 20 años, y Juan Erickson Posada, 20 años. Dos de los españoles muertos fueron Jonathan Galea García, nacido en Madrid, de 18 años; y Juan Vidoria Díaz, nacido en Avila, 20 años. La tercera baja mortal española fue identificada más tarde como Manuel David Portas Ruiz, nacido en Sevilla, de 20 años, que falleció por la noche, horas después del ataque, debido a sus graves heridas.

El ministro español de Defensa puntualizó que, pese a este atentado, su país mantendrá su contingente en Líbano. “El objetivo de este atentado no era sólo Líbano y la Finul, sino también la estabilidad en la región”, subrayó el comunicado de la Fuerza, que citó a su comandante en jefe, el general italiano Claudio Graziano.

Previamente, un oficial de enlace del batallón español de la Finul estimó que el ataque, ocurrido cuando los militares circulaban a bordo de un vehículo blindado en el valle de Marjayun-Jiam, estuvo “muy bien preparado”. “Los cuerpos de dos de las víctimas fueron proyectados a varios metros debido a la fuerza de la explosión, que provocó un incendio”, explicó el oficial, un coronel que pidió el anonimato.

Se trata del primer atentado contra la Finul desde que fue reforzada en virtud de la resolución 1701 del Consejo de Seguridad, que puso fin al conflicto entre Israel y el movimiento chiíta Hezbolá en el sur de Líbano, en el verano (boreal) de 2006.

La secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, y su homólogo francés, Bernard Kouchner, condenaron en París el atentado contra los cascos azules. A su vez, el ministro de Defensa de Francia, Hervé Morin, expresó “su condena más firme” del hecho.

Israel lamentó el suceso y propuso su ayuda a la Finul, mientras que el primer ministro italiano, Romano Prodi, telefoneó al jefe del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, para expresarle su solidaridad.

El ataque se produjo a diez km de la frontera libanesa con Israel. El coche bomba, un modelo Renault, estaba estacionado en el borde de una carretera asfaltada que atraviesa un valle entre las ciudades de Marjayun y Jiam, utilizada con frecuencia por las patrullas de la Finul.

La guerrilla Hezbolá condenó de inmediato el atentado. “El Hezbolá denuncia firmemente la agresión de la que fue víctima la Finul en el sur de Líbano y considera que se trata de un acto sospechoso que supone una afrenta para el sur de Líbano y sus habitantes”, declaró en un comunicado.

El jefe de Estado libanés, Emile Lahud, condenó igualmente el suceso que, estimó, forma parte de una “campaña de desestabilización contra Líbano”.

Los militares españoles circulaban a bordo de un vehículo blindado que quedó muy dañado por la explosión del coche bomba, activado a distancia, según fuentes de seguridad libanesas. Fuentes judiciales libanesas habían declarado el 8 de junio que Fatah al Islam planeaba atentar contra la misión de la ONU. Un portavoz del grupo, Abu Salim Taha, acusó a principios de mes a las fuerzas navales de la fuerza onusiana de apoyar al ejército y amenazó con atacar a los “cascos azules”.

Un total de 35 miembros del grupo extremista sunnita, atrincherado en el campo de refugiados palestinos de Nahr al Bared (norte), fueron inculpados por la justicia militar libanesa por “actos terroristas”.

Cerca de 13.000 cascos azules se encuentran actualmente, desplegados en el sur de Líbano, entre el río Litani y la frontera con Israel, en virtud de la resolución 1701 de la ONU. España cuenta con más de mil efectivos en ese país. Este ataque genera preguntas sobre si las fuerzas de la ONU –originalmente establecidas en el sur del país en 1978– pueden llevar a cabo su función pacificadora. Una vez que los soldados son atacados, su principal objetivo pasa a ser protegerse antes que darles protección a los civiles que los rodean o a la frontera internacional israelí-libanesa que patrullan. Ya existen paredes que rodean a varios contingentes de la fuerza interina de la ONU en Líbano, desde que sus soldados comenzaron a temer ser blancos de ataques como el de ayer.

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El estallido del coche bomba se produjo a diez kilómetros de la frontera libanesa con Israel.
 
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