EL MUNDO › KARL ROVE FUE EL ARTIFICE DE LA CARRERA POLITICA DEL ACTUAL PRESIDENTE REPUBLICANO

Se marcha el máximo asesor de Bush

Rove anunció que se va del gobierno a fin de este mes. El hombre al que los demócratas adoran odiar, el Rasputín de la Casa Blanca, se despidió ayer de su amigo personal, George W., a quien deja en una desgastada jefatura. Zafó de ser acusado en el caso de las filtraciones de la CIA, pero queda por verse su rol en el despido de fiscales.

 Por Leonard Doyle *
desde Washington

¡Karl Rove RENUNCIA! Ding Dong, ¡la bruja se murió! Noticia de último momento. Dulce y breve: Rove renuncia. Los bloggers estaban en eso ayer a la mañana, mientras corría la noticia de que el hombre que los demócratas adoran odiar, de anteojos y pelo rebelde, con un parecido a Andy Warhol, Karl Rove, había anunciado su partida de la Casa Blanca de Bush. Durante los últimos siete años, Karl Christian Rove, que tiene el cargo de asesor político de la presidencia, ha sido la mano invisible de la política estadounidense, el componedor del Partido Republicano y el Rasputín de la Casa Blanca, todo en uno. Timoneó a George Bush de victoria en victoria. Usando todas las armas a su alcance, fue el artífice de su reelección, antes de caer en desgracia tras las elecciones legislativas del año pasado, cuando los cada vez más impopulares republicanos perdieron su dominio en el Congreso.

El hombre conocido como el cerebro de Bush ya habló de irse el año pasado. Y la novedad ayer fue que se iba el 31 de agosto para pasar más tiempo con su familia, especialmente con su mujer, Darby, y su hijo de 17 años. Pronto estará empaquetando sus amados libros de la elegante casa de tres pisos y se dirigirá de regreso a Texas. “Si quería pasar tiempo con su familia –decía un blogger–, debió hacerlo antes de que su hijo fuera al college.” Rove, que tiene 56 años, se libró apenas raspando de ser acusado en el caso de las filtraciones de la CIA y ha sido intensamente vigilado por su rol oculto en el despido de los fiscales de Estados Unidos que eran considerados políticamente sospechosos. Ignoró una citación del Congreso aduciendo privilegios ejecutivos. Hace dos semanas nuevamente desafió a los congresistas al asistir a una audiencia sobre el uso que hace la Casa Blanca de las cuentas del correo electrónico del Comité Republicano Nacional.

Las crecientes investigaciones del Congreso apuntaban a que Rove se fuera. El dice que está cansado de la asesoría política y que tiene la intención de escribir un libro sobre la presidencia de Bush. Ayer a la mañana, usando una corbata verde, apareció en el parque de la Casa Blanca con el presidente Bush para una emocionada despedida. “Hemos sido amigos durante mucho tiempo y seguiremos siendo amigos”, dijo Bush. “Karl es un querido amigo. Nos conocemos desde jóvenes, interesados en servir a nuestro estado. Trabajamos juntos de manera de poder estar en condiciones de servir a este país. De manera que le agradezco a mi amigo. Te seguiré los pasos dentro de poco tiempo.” La voz y el rostro de Rove traicionaron su emoción cuando se despidió. “Estoy agradecido de haber sido testigo de la historia”, dijo. “Ha sido la alegría y el honor de una vida.” Por momentos con la voz quebrada, Rove recordó la asociación de catorce años con Bush. Estaba orqulloso, dijo, de la manera en que Bush había llevado a Estados Unidos a la guerra, fortalecido la economía y reformado la vida pública.

Estos no son atributos que llenen de orgullo a los estadounidenses, y con los desastres actuales en las guerras en Irak y Afganistán y la caída de los mercados financieros, muchos tendrán dificultad en reconocer los éxitos que él señaló. Bush pareció reconocer esto cuando ayer, parado junto a su amigo, dijo que él pronto lo seguiría y quedaría sin trabajo.

Bob Borosage, un veterano de varias campañas presidenciales, señaló: “El creía que el abrumador poderío militar de Estados Unidos se impondría en la política exterior. Vimos esto en el desprecio que expresó por todos los intentos de reconstruir Irak y Afganistán después de las invasiones”. “Lo mismo se aplica en el frente interno, donde la estrategia reemplazó a la política cuando trató de crear su propia realidad y fracasó.” “El legado de Rove es que fue uno de los arquitectos de una de las peores administraciones de nuestra historia, una en la que dominaban los objetivos políticos de corto plazo.”

El Washington Post lo describió ayer como “el estratega político más prominente de su generación y una ‘bête noir’ para los liberales y para muchos críticos conservadores”. Tiene el crédito de las victorias legislativas republicanas de 2002 y el triunfo sobre John Kerry en la reelección de Bush en 2004. Mientras se prepara para abandonar su oficina en la Casa Blanca, Rove anunció que no piensa unirse a ninguno de los candidatos republicanos para la presidencia y que quisiera enseñar en una universidad. Aunque no tiene un trabajo en vista, está seguro de que los ofrecimientos no tardarán en llegar.

El asombroso control sobre la política estadounidense proviene de su habilidad para categorizar, clasificar y finalmente cosechar votantes para el Partido Republicano. Desde el comienzo fue un experto en golpes directos de correo electrónico, buenos mensajes para dirigir a los votantes en la dirección adecuada. Ayudó a diseñar los insidiosos ataques de publicidad televisiva y descolló en sacar a relucir elencos, fueran estos gays, liberales, terroristas o sindicalistas a quienes sus candidatos luego usarían para someter al vulnerable electorado. Como comenta Tod Purdum, “como nadie, fue Rove el que convirtió a un poco convincente gobernador de Texas en presidente de los Estados Unidos”.

En la década del 60, cuando Estados Unidos creía que estaba pasando por la gran revolución del “flower-power”, cuando la política de izquierda estaba recibiendo toda la atención en los campus de las universidades de Estados Unidos, hubo un renacimiento igualmente poderoso de la derecha entre las universidades republicanas. Esta gente creía que el tiempo de la derecha política había llegado. Su historia es muy similar a la de los grupos marxistas que dominaron la política estudiantil en toda Europa, llena de intrigas, intentos de golpes y contragolpes. El rey de los republicanos del campus era un tal Karl Rove.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

Traducción: Celita Doyhambéhére.

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“Karl es un querido amigo. Nos conocemos desde jóvenes, interesados en servir a nuestro estado”, dijo ayer Bush al despedir a Rove.
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