EL MUNDO › EL ENFRENTAMIENTO CON COLOMBIA VOLVIó A PARTIR LAS AGUAS EN UNA VENEZUELA SACUDIDA POR EL CONFLICTO

Correa fue recibido como un héroe en Caracas

La gira latinoamericana del presidente ecuatoriano culminó con pompa y honores en el Palacio Miraflores. Mientras la prensa opositora taladraba con el supuesto apoyo de Chávez a las FARC, Correa desmentía las acusaciones de Uribe.

 Por Martín Piqué
desde Caracas

Cuando el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, se paró delante del Palacio de Miraflores, enfrente se escuchó un grito. No era Hugo Chávez. Era el saludo de ocasión del jefe de la guardia de honor de la sede gubernamental. Entonces Correa caminó entre dos filas de soldados vestidos de rojo. Y en el medio se encontró con Chávez, que lo abrazó. La imagen fue transmitida en vivo por la televisión estatal, que cortó la transmisión de partidos de fútbol para informar sobre la llegada de Correa. Estaba claro que el ecuatoriano iba a ser recibido con toda la pompa, con todos los honores y más. Su decisión de hacer una gira por América latina –no visitará Argentina– para denunciar a Alvaro Uribe por la violación de la soberanía de Ecuador contaba con todo el entusiasmo de Chávez.

Correa venía de Perú y Brasil. Con matices, se había llevado declaraciones de apoyo explícitas en ambos casos. “Hemos recibido el respaldo incondicional, contraparte a las tramoyas, a las patrañas que quiere crear el gobierno de Uribe de la forma más antiética, más indecente cuando saben que están mintiendo con supuestos contactos con las FARC”, había dicho antes de partir de Brasil. En el primer encuentro con Chávez se mostraron juntos, cantaron los himnos nacionales de sus países y luego ingresaron al Palacio de Miraflores mientras las cámaras de televisión transmitían a todo el mundo. “Nadie nos sacará del camino de la paz verdadera”, había dicho Chávez desde el teatro Teresa Carreño, escenario clásico de los actos oficialistas.

Más tarde, dieron una conferencia de prensa conjunta y se especulaba con que se reunirían por la noche con Cristina Fernández de Kirchner (ver aparte).

La ciudad que recibió ayer al mandatario ecuatoriano se debate entre mantener la rutina de siempre y abandonarse a la discusión sobre qué es más criticable: si la violación de la soberanía territorial ecuatoriana o la supuesta relación entre Chávez y los “grupos irregulares”, como aquí algunos llaman a las FARC.

La guerra y la paz

En la televisión, en la conversación con el taxista, en los diarios. Imágenes que se repiten, palabras que se vuelven a usar. Movilización de tropas, Uribe, narco, fronteras, dignidad, soberanía territorial. El operativo que Alvaro Uribe ordenó sobre territorio ecuatoriano para matar al número 2 de las FARC, Raúl Reyes, sigue siendo el centro de las charlas cotidianas. En la radio, en las increíbles tertulias de trasnoche que aún pueblan la TV venezolana. El conflicto con el gobierno de Colombia, y por ende también con la administración de George Bush, es el gran tema de conversación que ha vuelto a dividir las aguas de una sociedad absolutamente polarizada. Como aquellas novelas del siglo XIX que describían la ciudad de los ricos y la de los pobres –nostalgias del romanticismo social–, Caracas vuelve a mostrar más que nunca las dos caras que ya se hicieron famosas. La división tiene un correlato perfecto en las pantallas, sobre todo en los noticieros.

La cadena Globovisión insiste una y otra vez con las computadoras portátiles que Reyes tenía en su poder en el campamento ecuatoriano. Según el gobierno colombiano, esas laptop demostrarían que las FARC eran financiadas por Chávez. En la televisión pública sospechan de esa acusación –creen que es imposible que una computadora haya quedado intacta tras un intenso bombardeo– y resaltan otra novedad que se difundió en las últimas horas: que un alto jefe militar estadounidense estuvo en Bogotá dos días antes del asesinato de Reyes. El visitante fue el contraalmirante Joseph Nimmich, director de la Fuerza de Tarea Conjunta Interagencial del Sur de Estados Unidos. Se reunió con el Comando General de las fuerzas armadas colombianas dos días antes del bombardeo sobre el campamento de las FARC. Esta semana, el propio Bush habló sobre Colombia en un mensaje al Parlamento de su país. “Es una cuestión de seguridad nacional, si no cumplimos con nuestros acuerdos vamos a abandonar a nuestro aliado de Sudamérica”, argumentó. También exhortó a aprobar el TLC con Bogotá.

La peor crisis diplomática de América latina en los últimos años se cuela todo el día por los medios venezolanos. Opositores y oficialistas han encontrado nuevos argumentos para seguir su lucha incansable. Desde la televisión privada se responsabiliza a Chávez por la situación de los millones de colombianos que trabajan en Venezuela. En algunas notas en exteriores se pregunta a los inmigrantes de Colombia si se sienten hostigados o perseguidos tras la movilización de tropas a la frontera. Las respuestas son prudentes, parcas. Desde la pantalla de Venevisión contestan con una campaña de spots que invita a una marcha de colombianos residentes en Venezuela en apoyo al “acuerdo humanitario” con la guerrilla, a favor de la paz y en rechazo a la política de Uribe. La marcha está convocada para hoy, cruzará buena parte de la ciudad hasta llegar al este, la zona acomodada.

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Rafael Correa llegó a Caracas para encontrarse con Hugo Chávez, después de visitar Brasil y Perú.
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