EL MUNDO › PRESIONES POR EL PROGRAMA NUCLEAR DE TEHERAN

Las sanciones, en stand-by

George Bush no pudo convencer a todos y deberá esperar hasta noviembre para poder volver a discutir la aplicación de nuevas sanciones contra Irán. La cita por la 62ª sesión anual de la Asamblea General esta semana era el momento perfecto para que el mandatario norteamericano convenciera a las otras potencias de ponerles fin a las ambiciones nucleares iraní. Mientras los presidentes daban sus discursos frente al mundo, sus cancilleres y asesores de política externa se la pasaron en la mesa de negociación intentando llegar a un acuerdo. Pero la reticencia de Rusia y China, dos países con poder de veto en el Consejo de Seguridad, llevó a que la votación se postergara, a la espera de nuevos informes de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA).

La Casa Blanca ya había sumado el apoyo de Francia, Gran Bretaña y Alemania, que después intentaron restarle importancia a la nueva postergación. “Sí, es un compromiso, pero es un buen compromiso”, aseguró el ministro francés de Relaciones Exteriores, Bernard Kouchner. Su par alemán, en cambio, se mostró un poco más pesimista. “No va a ser sencillo”, advirtió Franck-Walter Steinmeier, reconociendo la brecha entre las potencias occidentales y China y Rusia. Además, cada vez que el Consejo de Seguridad aprueba un nuevo paquete de sanciones, éstas son más duras y afectan a intereses más sensibles, como el sistema financiero y las inversiones extranjeras.

El Consejo ya aprobó dos paquetes de sanciones contra el régimen de Teherán. El primero estuvo dirigido principalmente a un bloqueo o embargo de todas las importaciones relacionadas con su programa nuclear y el segundo buscó dañar las finanzas y la libertad de circulación por el mundo de los mayores responsables del programa nuclear.

El próximo paquete de sanciones todavía es un misterio. Se sabe que la resolución ya está lista, sólo queda esperar los informes de la AIEA para convencer a Pekín y a Moscú. Teherán y la agencia atómica acordaron el mes pasado un cronograma para que el régimen islámico explique todos los aspectos de su programa nuclear que preocupan a las principales potencias del mundo, especialmente las occidentales. Hasta el momento, los informes de la AIEA han destacado que hay algunas cuestiones poco claras del programa iraní, aunque siempre reconocieron que no hay evidencias suficientes para afirmar que Teherán está enriqueciendo uranio a los niveles necesarios para construir una bomba atómica.

Aprovechando el freno ruso y chino, el presidente iraní Mahmud Ahmadinejad se mostró victorioso en la ONU al afirmar que el tema nuclear está cerrado. Por primera vez, el mandatario cerró la puerta a la vía diplomática, aunque aseguró que seguirá trabajando junto a la AIEA como el resto de los países firmantes del Tratado de No Proliferación. Las potencias occidentales, en tanto, pusieron toda la responsabilidad en manos de la AIEA. Su informe les dará o no la excusa que necesitan para redoblar la apuesta contra el “diablo” iraní.

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