EL PAíS › OSCAR PALAVECINO FUE INDAGADO POR EL CASO DE LOS AUTOS CON FRANQUICIA DIPLOMáTICA

El Chaqueño sacó la guitarra

El folklorista insistió ante el juez Brugo en que desconocía el origen de su Hummer. Los más comprometidos son la diplomática que trajo la camioneta y los dueños de la concesionaria que se la vendió.

 Por Raúl Kollmann

Oscar “El Chaqueño” Palavecino prestó ayer declaración indagatoria ante el juez en lo Penal Económico Jorge Brugo y en diez días el magistrado se expedirá sobre su situación y, especialmente, de los titulares de la concesionaria Manrique Automotores, que fueron quienes le vendieron al folclorista la supercamioneta Hummer 2. El vehículo fue traído al país por la ex secretaria de la Embajada de Uruguay Miryam Fraschini de Pastori, que 20 días después abandonó el país y, en lugar de llevarse la camioneta a ese país, la vendió en forma irregular a través de la concesionaria. Según dicen en Tribunales, en el expediente aparecen mucho más comprometidos los Manrique, padre e hijo, y la diplomática, que Palavecino. El rumor es que el juez ordenará alguna detención en esta causa –no parece que en la del Chaqueño–, aunque ya se sabe que la Sala A de la Cámara de Apelaciones en lo Penal Económico suele excarcelar después a los imputados por considerar que tienen derecho a esperar el juicio en libertad.

La Hummer del Chaqueño fue traída al país usando la franquicia diplomática solicitada por Fraschini de Pastori. Sin embargo, la funcionaria de la embajada uruguaya nunca usó la camioneta que, por otra parte, no es un vehículo adecuado para las relaciones internacionales e incluso su ingreso al país está explícitamente prohibido para diplomáticos. Es más, las Hummer no están habilitadas para circular en la Argentina.

A Fraschini de Pastori le costará mucho explicar por qué mandó a traer semejante camioneta sabiendo que veinte días después dejaría la Argentina para regresar al Uruguay. Incluso la maniobra tendría alguna lógica si se hubiera llevado el vehículo a Montevideo, pero lo cierto es que lo vendió sin esperar los nueve meses reglamentarios. Y no se lo vendió a otro diplomático sino a un particular.

La situación de Manrique Automotores también es comprometida, según dicen en Tribunales. Es que la Hummer fue recibida por la concesionaria sabiendo que entró con franquicia diplomática y conociendo que un diplomático no podía venderla sin haberla tenido durante al menos nueve meses. La Hummer bajó del barco y fue a Manrique Automotores, dando toda la impresión de que nunca el objetivo fue que tuviera uso diplomático.

Según ha dicho públicamente, Palavecino vio la camioneta en Manrique Automotores y la compró porque hace trabajo solidario en el Impenetrable chaqueño. Explicó que con la Hummer lleva ayuda a personas de escasos recursos y que en ocasiones incluso las traslada. El folclorista afirma que no se benefició en el precio –pagó 112.000 dólares– y que nunca sacó el vehículo de Chaco porque no lo usa para exhibirse. “Actué de buena fe”, repite una y otra vez.

El punto más débil de su argumentación es que no supo que el vehículo había sido de una diplomática hasta que se hizo la transferencia. Del expediente surge que el folklorista se llevó la camioneta cuando todavía estaba a nombre de la secretaria de la Embajada de Uruguay y que firmó lo que se conoce como Responsabilidad Civil, o sea que se haría cargo de los daños ante cualquier accidente teniendo en cuenta que el auto no era todavía suyo sino de la diplomática. La lógica indica, por otra parte, que circuló durante un tiempo con la chapa diplomática o un papel en las ventanillas, ya que por ese entonces la Hummer no estaba nacionalizada.

El juez tiene que evaluar ahora las conductas y se expedirá en diez días. Todo indica que al Chaqueño no le imputarán contrabando agravado, que es el delito más grave y el que implicaría la detención. Tal vez lo acusen de encubrimiento, pero habrá que ver la mirada de Brugo sobre la declaración del folklorista. En cambio, la situación de los titulares de Manrique Automotores es más complicada y podrían ser imputados por contrabando agravado si el juez considera que trajeron el vehículo para venderlo y nunca hubo intención de que se usara como auto diplomático. O sea que se hizo una maniobra para evadir las tasas de Aduana con la complicidad de funcionarios públicos –los de Cancillería–, lo cual configura justamente el contrabando agravado.

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A Palavecino no le imputarían contrabando, sino encubrimiento.
 
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