EL PAíS › OPINION

A la gobernación, en BUS

Tres candidatos se disputan Córdoba, hasta hoy bipartidista. La era radical, la recuperación peronista, la irrupción de Juez. Las derivaciones nacionales del resultado. Recuerdos del 2007. El kirchnerismo, historia de errores. Y un BUS que sirve como mantelito.

 Por Mario Wainfeld

“Esa cordobesada bochinchera y ladina (meditaba Quiroga) ¿qué ha de poder con mi alma?
Aquí estoy afianzado y metido en la vida como la estaca pampa bien metida en la pampa.”

Jorge Luis Borges, “El General Quiroga va en coche al muere”.

Imagen: DyN

Cuenta la historia, o tal vez la leyenda, que Juan Domingo Perón buscó antes de su primera presidencia al radical cordobés Amadeo Sabattini para sumarlo a su fórmula presidencial. No tuvo éxito y desde entonces el radicalismo supo tener en Córdoba a un bastión en la disputa con su clásico rival. En 1983 la provincia aportó el vicepresidente Víctor Martínez a la fórmula con Raúl Alfonsín, tributo a su incidencia territorial dentro del partido y contrapeso ideológico a los afanes innovadores del “padre de la democracia”. Eduardo Angeloz dominó la escena cordobesa entre 1983 y 1995, fue elegido gobernador tres veces consecutivas. En 1989 compitió en desventaja por la presidencia contra Carlos Menem. Para los radicales sería un bello sueño sacar tantos votos como él en octubre. Ramón Mestre consiguió un cuarto mandato para la UCR. Iban cuatro a cero, una goleada que empezó a achicarse en 1999 con el triunfo del principal referente peronista del distrito, José Manuel de la Sota, quien revalidó en 2003 y cedió paso a su aliado Juan Schiaretti en 2007. El clásico va cuatro a tres, hasta ahora el bipartidismo signa la trayectoria del distrito. Claro que, hace cuatro años, el senador Luis Juez clavó una pica en ese Flandes bicolor. Compitió por la gobernación, fue superado por poco más de un punto porcentual por Schiaretti tras un escrutinio capcioso. Los radicales quedaron terceros, floja performance para su historial.

Los tres partidos son los cabalmente competitivos hoy, con el PJ fortalecido por la presencia de su líder “El Gallego” De la Sota, y Juez volviendo a probar suerte. El diputado Oscar Aguad, motejado sin imaginación aunque con acierto “el milico”, lleva los colores de la UCR. Hay encuestas para todos los gustos, la veda de diez días antes de los comicios empioja su lectura. Sería lanzado y de mal gusto mentarlas en las horas de las vísperas.

Los tres pretendientes dicen que vencerán, uno solo tendrá razón.

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Lo sencillo, primero: Hay dos candidatos cuya victoria suscitaría conductas y conclusiones evidentes. El caso de De la Sota es más complejo. Empecemos por lo sencillo, ya llegaremos a lo intrincado.

Para la UCR recuperar la provincia sería compensar su desdichada racha en las provincias que eligieron antes sus autoridades. Perdió la única que cambió de dueño, Catamarca, y tuvo desempeños decepcionantes en las demás. Un éxito entonaría de cara a las presidenciales y a las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO). Los vaticinios para las PASO, que se realizan por primera vez, son muy hipotéticos. Con esa salvedad es verosímil que los sufragios que logre hoy pueden ser compatibles con los que acompañen al diputado Ricardo Alfonsín.

Para Juez, consagrarse sería una revancha del 2007. Para el Frente Amplio Progresista (FAP), que integra el dicharachero senador y postula a Hermes Binner como candidato a presidente, un espaldarazo. El FAP es un ensamble electoral, un armado que se insinúa como una construcción a mediano plazo. Dos gobiernos provinciales serían una atractiva base de sustentación, amén de una novedad en el sistema político. La sumatoria de los sufragios en Santa Fe y Córdoba y la aptitud del FAP de retenerlos en las nacionales, sugeriría un piso para su acumulado en grandes ligas.

Hace cuatro años, Juez perdió su oportunidad, mediando un apagón de horas y un conteo sospechoso en el interior cordobés. El cronista estudió atentamente ese desenlace. Su conclusión (antaño y hoy) es que hubo malas artes de los vencedores y que Juez carecía de fiscales en los lugares en que se selló la diferencia. Schiaretti estaba flojito de papeles, su contendor, de pruebas.

La referencia remarca una variable que se repite ahora, entre tantas. Juez es fuerte en la capital provincial, sus contrincantes en el resto de las localidades. Habrá que ver si la diferencia que seguramente marque el interior (que representa al 60 por ciento del padrón) es superada por lo que, posiblemente, decida el otro 40 por ciento de los ciudadanos.

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Táctica y estrategia: De la Sota es un arquetípico dirigente peronista de provincias, conservador popular hasta la médula, itinerante en los alineamientos nacionales. Fue candidato de vicepresidente de Antonio Cafiero en la multitudinaria y jamás repetida interna peronista contra Carlos Menem. Perdieron, el Gallego hizo autocrítica con los pies: migró veloz al menemismo. Estuvo a un tris de ser el candidato del duhaldismo en las elecciones que en definitiva ganó Néstor Kirchner con esos colores, las encuestas no se correspondían con sus ambiciones. Esa herida narcisista tal vez influya en parte de sus comportamientos.

Ahora su objetivo primero es ganar, convalidar su peso territorial, quedando en la grilla de presidenciables para 2015. Hasta ahí, algo similar a lo de Mauricio Macri. La, gigantesca, diferencia es que el jefe de Gobierno porteño no es peronista y está signado por el antikirchnerismo. De la Sota sí es justicialista, lo que deriva dos conclusiones. La primera es que, si le fuera bien, no ranquearía como “gran esperanza blanca anti K” para dentro de un cuatrienio. Ese lugar lo compartiría con otros gobernadores revalidados. El salteño Juan Manuel Urtubey, sin ir más lejos. Y, posiblemente, el bonaerense Daniel Scioli (que lleva la ventaja de poder complacer a kirchneristas o a federales, según cómo pinte la coyuntura), el sanjuanino José Luis Gioja, el tucumano José Alperovich, sólo para empezar.

La segunda diferencia es que De la Sota debe madurar más cómo se posiciona frente a la Presidenta en el corto plazo.

La campaña delasotista fue precisa: se confinó en Córdoba, al punto de no mostrarse en medios nacionales. Su estrategia lógica es apuntalar su proyecto nacional a través de la gestión.

Su táctica inmediata es de ardua predicción. No es claro si le conviene pronunciarse a favor de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner (con quien tiene ínfima empatía personal, ideológica y política), jugarse por el virtual espacio pejotista disidente o hacerse el distraído. Las encuestas (que habrá leído con fruición) y el saldo que arrojen las urnas le indicarán el camino, si vuelve a gobernar. Si pierde, su palabra importará poco.

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Un espacio fatal: El kirchnerismo no compite, por primera vez, en el maratón del 2011. Un vacío que alude a carencias políticas remanidas. Desde 2007 incurre en errores llamativos y operaciones fallidas. Dividió, en ese pasado cercano, sus apuestas entre Juez y Schiaretti. El saldo, digno del libro Guinness, fue terminar peleado con ambos. Con el líder del Partido Nuevo, por el escrutinio. Con Schiaretti, por el conflicto de las retenciones móviles.

Mal pisado desde el punto de partida, el Frente para la Victoria acumuló desaires del electorado cordobés. Cristina Kirchner salió tercera detrás de Roberto Lavagna y Elisa Carrió. Una lista “del palo” coqueteó con el 10 por ciento en 2009.

En la Casa Rosada aseguran que las encuestas prueban que la Presidenta superará largamente el 30 por ciento de los sufragios cordobeses el domingo 14, mucho más que en 2007, el triple que en 2009. Sería una proeza, máxime en esa “estaca pampa clavada bien metida en la pampa (húmeda)” en la que acaso sobrevivan las heridas del enfrentamiento con “el campo”.

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Deseos y perspectivas: Hasta acá, nueve locales y un visitante en un abanico surtido de provincias, un aliciente para el PJ cordobés. Los memoriosos anotan que las encuestas fallaron en 2007, ya que preveían un margen cómodo para Schiaretti. Desde la Casa Rosada se verá la contienda por tevé, está cantado que si ganan el FAP o las UCR le dedicarán, en solfa, el resultado.

Las PASO, se insiste, son enigmáticas. Un factor a dilucidar es la cantidad de votantes en aquellos distritos en los que no haya internas. La provincia de Buenos Aires es una de las que las tienen obligatorias, seguramente los pretensos candidatos pondrán toda la carne en el asador el domingo que viene. En ese supuesto, el misterio es cómo se comportarán quienes queden relegados.

Otro indicador sugestivo, aunque como todos supeditado a nueva corroboración empírica, es la notable capacidad de agregación que tiene el peronismo cuando concurre expresado en varias vertientes. Los “lemas” habilitan sumar (según los espacios) por derecha y por izquierda, a niveles envidiables. El fenómeno se observó en 2003 (Kirchner, Menem, Rodríguez Saá), en la competencia bonaerense de 2005 entre Cristina Kirchner e Hilda González de Duhalde, en la puja entre De Narváez y Néstor Kirchner dos años atrás.

Son indicios, precedentes... otra es la densidad y gravitación del veredicto popular. El 14 habrá un ensayo general, cuyas repercusiones también son objeto de análisis.

Entre tanto, Córdoba decide hoy quién será su autoridad máxima. Es de desear que la jornada sea calma, con alta implicación ciudadana y un cierre menos bochornoso que el anterior.

Debuta la Boleta Unica de Sufragio (BUS), un experimento innovador para mejorar al sistema electoral. Santa Fe hizo el ensayo, con un saldo aceptable en el conteo aunque con una marca alta de votos impugnados. La responsable conducta de los candidatos evitó valerse de ese traspié.

La BUS tiene un tamaño estimable, compatible con el de un mantelito individual descartable. Será puesta a prueba hoy, entre otras cuestiones de mayor densidad política.

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