EL PAíS › EL PRIMER BEATIFICADO POR FRANCISCO SERíA UN CURA ASESINADO POR LA DICTADURA CON EL SILENCIO DE LA IGLESIA

Un santo de la diócesis de Angelelli

El diario italiano La Stampa publicó que el papa Francisco se encamina a beatificar a Murias, quien fue torturado y asesinado por la dictadura junto al también cura Gabriel Longueville. El fiscal Carlos Gonella recordó la complicidad de la jerarquía católica.

La primera semana del papa Francisco al frente del Vaticano estuvo cargada de gestos. El diario italiano La Stampa sumó ayer uno más a la lista: publicó que Jorge Bergoglio, de quien se cuestiona su papel durante la dictadura, se encamina a beatificar a un sacerdote argentino asesinado por los militares. Se trata del sacerdote Carlos de Dios Murias, que fue ordenado por el entonces obispo de La Rioja Enrique Angelelli, quien también fue asesinado por la dictadura por investigar la muerte de Murias y del sacerdote Gabriel Longueville. En diálogo con Página/12, el fiscal riojano Carlos Gonella explicó cuál fue el rol de la Iglesia Católica en la dictadura ante el asesinato de los curas: “Tuvo el gesto del silencio cómplice”.

Carlos de Dios Murias fue secuestrado el 18 de julio de 1976, torturado y asesinado por la dictadura. Por su muerte fueron condenados en diciembre del año pasado el ex jefe del Tercer Cuerpo de Ejército Luciano Benjamín Menéndez, el vicecomodoro Luis Fernando Estrella y el ex comisario Domingo Benito Vera.

Según el diario La Stampa, el proceso de beatificación de Murias se inició en mayo de 2011 con la firma del entonces arzobispo Jorge Bergoglio. El diario especula con que podría ser el primer beato declarado por el papa Francisco y cita las declaraciones del sacerdote Carlos Trovarelli, provincial de los Frailes Menores Conventuales en Argentina y Uruguay. “La causa para la canonización la comenzó Bergoglio en mayo de 2011, cuando firmó los papeles correspondientes. Y lo hizo con discreción para evitar ser bloqueado por otros obispos argentinos, que aún se oponen a iniciativas similares basadas en el compromiso social de los sacerdotes. Gracias a su cautela, el proceso siguió adelante”, advirtió.

La agencia France Press registró las declaraciones del fraile Horacio Zabala, quien dijo que hay dos comisiones que estudian la beatificación: “La que escuchó a unos 70 testigos, finalizó. La comisión histórica que analiza sus vidas puede terminar su labor en 2013 o 2014. Luego se envía el resultado al Vaticano”, dijo el vicario provincial franciscano.

En 1976, a Murias se lo llevaron junto al cura párroco francés Gabriel Longueville. Los llevaron a una base aérea donde los torturaron. Sus cuerpos aparecieron dos días después acribillados en un paraje cerca de El Chamical. El obispo Angelelli viajó allí a recabar información y murió cuando volvía de viaje en un supuesto accidente de auto, que luego se comprobó que había sido un asesinato encubierto.

“Cuentan testimonios que Angelelli se entrevistó por esto en más de una oportunidad con (el arzobispo de Córdoba, Raúl) Primatesta. Le dijo que le estaban matando a los corderos. Y Primatesta le contestó que eso le pasaba por meterse en esas cosas. Al poco tiempo, Primatesta fue presidente de la Conferencia Episcopal. Allí hay un documento en el cual lo asesoran a Videla sobre cómo tratar a los desaparecidos”, recuerda Gonella. El documento fue publicado por el periodista Horacio Verbitsky en Página/12.

“La beatificación de Murias sería un gesto importante de Bergoglio –estimó el fiscal Gonella–. Espero que sea el principio de una apertura del debate por parte de las máximas autoridades de la Iglesia para empezar a discutir el rol de lo que fue la jerarquía de la Iglesia en la Argentina. En este caso concreto, quedó claro cuál fue el rol de la Iglesia: el de silencio cómplice.” Gonella incluso recordó el testimonio en otro juicio en Córdoba de María Cristina Tobares. La testigo contó que ella se exilió y estuvo refugiada en el Acnur de Brasil. Y un obispo, llamado Ars, convocó a los refugiados un día y les mostró una carta de Primatesta, en la que le pedía información sobre ellos, al tiempo que le reprochaba que les diera refugio a subversivos.

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Cristina Murias, durante el juicio por el asesinato de su hermano Carlos y de Gabriel Longueville.
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