EL PAíS › LA MADRE DECLARó AHORA QUE EL FISCAL GUARDABA UN ARMA EN LA BAULERA DE SU DEPARTAMENTO

Nisman también tenía una calibre 22

Lo contó ayer ante la fiscal Fein, quien luego ordenó un operativo para secuestrar la pistola. La madre dijo no saber nada sobre las cuentas.

 Por Irina Hauser

El fiscal Alberto Nisman guardaba un arma en la baulera del departamento de su mamá, Sara Garfunkel. Así lo reveló ella misma al declarar ante la fiscal Viviana Fein, lo que derivó en un procedimiento policial en el edificio donde vive, en Belgrano, en busca de la pistola. La mujer dijo que la encontró el 3 de abril último, cuando fue a hacer lugar para guardar ocho cajas con pertenencias de su hijo que le había entregado la Unidad AMIA. Pero recién ayer aportó ese hallazgo a la causa sobre la muerte. También declaró que no sabía que era cotitular de una cuenta en Estados Unidos que manejaba Nisman. Hace más de un año, señaló, él le pidió que firme unos papeles en inglés. “No pregunté lo que era ni nada”, aseguró. Igual que su hija, Sandra Nisman, otra de las titulares de esa cuenta, Garfunkel repitió muchas veces “no puedo precisar” o “no recuerdo”. Su relato sobre la cuenta es contradictorio con el de Sandra Arroyo Salgado, quien dijo que ambas le habían contando que era una cuenta familiar.

Una resolución del 8 de marzo donde la jueza Fabiana Palmaghini ordenaba el allanamiento de la casa del informático Diego Lagomarsino, le recriminaba a la querella que se había acordado con más de un mes de demora en pedir esa medida y le señalaba su falta de colaboración. Decía que no habían dado información sobre automóviles de Nisman ni sobre sus armas de fuego. En la causa consta que el fiscal había declarado dos armas hacía más de 15 años. Una era una pistola Bersa calibre 22 y la otra un revólver Rossi calibre 38. Lo que no tenía al día era la credencial de legítimo usuario ni permiso para portación. El revólver lo transfirió. Pero sobre la Bersa, que sería la que estaba en la casa de su madre, no se sabía nada. O sea que sería el mismo modelo de arma que Lagomarsino declaró que le prestó, y de la que salió el disparo mortal.

¿Por qué pedir un arma si tenía la propia? Una posible evidencia de que Nisman no pensaba en ir a buscar la pistola a la casa de su madre, o que le resultaba engorroso, es que también le pidió una prestada a su custodio Rubén Benítez, quien se la negó. Luego intentó con el informático. La querella apunta a incriminarlo a él en la muerte. La madre de Nisman habló de la pistola al final de su declaración. El fiscal había ido a vivir a su casa a comienzos de noviembre de 2011, recién separado de Arroyo Salgado. Garfunkel contó que se quedó allí hasta abril de 2012. Ella supone que él mismo dejó sus cosas en la baulera. Relató que en Semana Santa, cuando fue a poner las cajas que le habían traído de la UFI AMIA unos días antes, el 30 de marzo, empezó a mirar qué había. Encontró una bolsa negra, como de residuos, y un sobre de tela, dentro del cual había un arma y papeles que le parecieron escrituras. Con su consentimiento, ayer hubo un procedimiento en el lugar en busca del arma y de algunos papeles.

La cuestión de la cuenta en Estados Unidos había sido introducida por Arroyo Salgado, quien sugirió un posible móvil económico en la muerte (ella habla de homicidio). En la fiscalía dijo que fueron Sandra Nisman, hermana del fiscal fallecido, y Garfunkel, quienes le avisaron de su existencia y que Lagomarsino era cotitular. Le refirieron que se trataba de una cuenta de origen familiar a nombre de la abuela del fiscal, Clara o Keila Kessler. Al empezar la audiencia de ayer, el representante de la querella, el defensor oficial Germán Carlevaro, pidió que a Garfunkel no le pregunten nada sobre la cuenta ya que podía autoincriminarse si avanza la denuncia por posible evasión. Nisman no incluyó la cuenta en sus declaraciones juradas. Fein resolvió que se podía preguntar sin restricciones.

Garfunkel declaró que no sabía lo que había firmado, que sólo le hizo el favor al hijo de llenar papeles en blanco. El –en su versión– sólo le dio un número de teléfono: “Si me pasa algo llamá acá”. Y ahí llamó su hija Sandra. No sabían, dijo, si era “una cuenta o un seguro”. Llamó de un locutorio, pero no sabe de cuál. Le contó que era el banco Merrill Lynch y que al decir su apellido le dieron el pésame. Le pidieron la clave y usuario, pero como no lo tenía le dijeron que se lo pida a otro titular. Que había un tercero: Lagomarsino. Garfunkel, a contramano de Arroyo Salgado, no habló de cuenta familiar y dijo que no sabía si su madre había sido titular anterior ni si había compartido la cuenta con ella. Ignoraba si su hijo era apoderado y según ella nunca recibió datos sobre movimientos ni información de la cuenta, pese a que su domicilio figuraba como el lugar para envío de resúmenes.

Lagomarsino había admitido en una presentación que Nisman le pidió que figure como cotitular en 2013. También señaló que le daba la mitad de su sueldo todos los meses. Informó que el dinero de la cuenta en el Merrill Lynch se usaba para inversiones inmobiliarias y que él mismo había hecho al menos dos transferencias de 2500 dólares para pagar expensas de un terreno en Uruguay. Garfunkel declaró que firmó en Montevideo papeles referidos a alguna propiedad en Uruguay, pero que no podía dar detalles, que no sabía de que se trataba ni en carácter de qué figura. No se acuerda en qué viajó y no tiene, señaló, ningún documento de esas propiedades. La madre de Nisman no tuvo la misma falta de memoria cuando fue a abrir la caja de seguridad del Banco Ciudad, de la que recordó que era titular junto con su hijo, y de donde dice que sólo se llevó documentos.

En sus casi cuatro horas de declaración le preguntaron sobre el momento en que entró al departamento junto con el custodio Armando Niz y Nisman sin vida. Dijo que la puerta del baño estaba cerrada, que le pidió a Niz que mirara. Que él apenas se asomó y le confirmó: “Está acá”. Niz había declarado algo similar, que la puerta estaba bloqueada por el cuerpo –lo que hacía difícil pensar que un potencial homicida salió de allí– y había un charco de sangre.

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La madre de Nisman, Sara Garfunkel, declaró ayer en la fiscalía.
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