EL PAíS › MISA CONCELEBRADA A 40 AñOS DEL ASESINATO DEL OBISPO ANGELELLI

Muestra de vida y martirio

En diálogo con Página/12, el obispo de La Rioja, Marcelo Colombo, reivindicó la obra de Angelelli y reseñó el trabajo que están haciendo con las nuevas generaciones de obispos para su canonización. La trascendencia del fallo que comprobó su homicidio.

 Por Alejandra Dandan

“Tratamos de mostrar su vida, su integridad humana, cristiana y pastoral y también queremos demostrar el martirio. Algunos van a decir que lo mataron católicos. O que eran cristianos los que lo mataron porque acá no hay otras religiones, pero hay que pensar lo que hoy está diciendo el Papa. Primero, matar por una razón religiosa es un absurdo. Segundo, matar a un pastor por la fe proclamada, vivida y ensañada es efectivamente una forma de martirio”. Marcelo Colombo es obispo de La Rioja donde desde hace una semana se llevan a cabo homenajes por los cuarenta años del asesinato del Obispo Enrique Angelelli. Las ceremonias que el domingo pasado incluyeron la participación inédita de quince obispos de todo el país y a la que se sumó el nuncio apostólico en Argentina, Emil Paul Tscherrig, concluirán hoy, aniversario del asesinato, con una concelebración en la Catedral de la que participarán los Curas en Opción por los Pobres. El proceso de canonización vigorizado luego de la sentencia judicial que declaró finalmente el asesinato del obispo estigmatizado por los grupos de la derecha católica, el aparato militar y mediático de la provincia, ocurre en paralelo con tiempos de cambios al interior de las comunidades católicas que aún guardan a sus víctimas en el placard.

–¿Este aniversario marca un nuevo reconocimiento de la figura de Angelelli en el interior de la Iglesia?

– Yo diría que el primer antecedente de parte de los pastores es del 4 de diciembre de 1983. En la catedral de Neuquén, (Jorge) Novak, (Jaime) De Nevares, (Miguel) Hesayne y un obispo uruguayo piden públicamente que se esclarezca el asesinato de Angelelli. Hablan en esos términos. Fue tan fuerte que llegó a La Rioja y produjo por primera vez que un juez, el doctor Morales, se metiera de lleno en el tema y llevara la causa que en 1986 dejó probado totalmente el asesinato. Sólo que hubo un planteo de incompetencia típico del momento. El Tribunal absolvió, después vino el Punto Final y la Obediencia Debida. Los indultos. Y la cosa quedó planchada hasta hace dos años que se pudo terminar la causa, con un tribunal federal. Es decir, hubo una incorporación muy profunda de parte de la Iglesia. De hecho en el seminario, siempre lo digo en broma, llamábamos los chalchaleros a un cuadro de los cuatro obispos vestidos de rojo significando este derramamiento de sangre de Angelelli. Novak fue insistente y De Nevares mantuvo ese compromiso para pedir el esclarecimiento. Ahora, luego la diócesis de La Rioja asume en si misma y en esta causa el rol de querellante y se habla de que fue a instancias del entonces cardenal Jorge Bergoglio. Allí la Iglesia buscó patrocinar ese esclarecimiento y llegar a la verdad última. Y eso se logró porque las comunidades y los muy seguidores de la pastoral local, mantuvieron el fueguito encendido por estos años. Hay un grupo de sacerdotes que mantuvieron la fecha pero también su pensamiento. Un grupo de ex alumnos de Angelelli de Córdoba nucleados en Tiempo Latinoamericano trabajaron la memoria, guardaron las homilías, las editaron en forma de libro, todo eso fue el humus para llegar a la sentencia.

–¿Qué marcan estos 40 años, entonces?

–Para nosotros evocan el 76, la memoria de los argentinos. Y el espiral de violencia del que hablaba Angelelli en los últimos días cuando decía que iban hacia él, cuando primero matan a dos curas y luego a un laico, colaboradores suyos. Para nosotros esta es una oportunidad de asumir sus valores, su espíritu, que tiene que ver con el mismo Cristo y esta renovación de la comunidad, según un modelo de encarnación en la vida del pueblo como Angelelli lo enseñó.

–Hay mucha presencia de obispos. Esa presencia también la buscaron los palotinos cuando se cumplió el aniversario. ¿Esto es un mensaje? ¿Señala un cambio en la jerarquía de la Iglesia que pese a lo que usted dice de los 80, en su momento le dio la espalda?

–Hubo gente de muchos lugares. Yo invité intensamente a los obispos. El domingo hubo quince, un número elevadísimo. Y en este caso creo que lo que hay que ver es la gran renovación episcopal. Los hombres son personas más jóvenes, somos las generaciones que en esos años de nuestra formación, escuchábamos todo esto y lo íbamos reflexionando según nuestra edad y parecer. Y también hay una necesidad de reconocer en la Iglesia estos dolores como parte de nuestra historia. No negarla. En ese sentido, la presencia de los obispos habla de una renovación. De ser también nosotros en el cuerpo de la sociedad argentina una voz que acompaña, sostiene y alienta. No la voz, sino una voz entre tantas otras, con el deseo de construir una patria nueva, un tiempo nuevo.

–¿En qué etapa está la canonización? Los palotinos entienden que el avance de la causa judicial puede contribuir a confirmar el martirio ¿Cómo es en este caso?

–Existen dos formas de canonización. Una puede ser por la vivencia de las virtudes, heroicas según el Evangelio. Y la otra, es probar que efectivamente hubo un martirio: es decir, se mata a alguien a causa de su fe. Por odio a la fe. Por odio a su identificación con Cristo. Con Angelelli necesitábamos la declaración de la justicia porque durante mucho tiempo se tuvo la teoría del accidente. En el caso de los palotinos es irrefutable que los mataron a todos. Con Angelelli se puso en tela de juicio dramáticamente, se negaron las evidencias del cuerpo, los datos que ya la segunda pericia médica dejaban en claro y circunstancias como la declaración del copiloto. Para el caso de la canonización, estamos en la etapa diocesana de investigación. Hacemos, yo personalmente también lo hago, una recolección de testimonios con preguntas sobre todo de nuestra realidad religiosa. La recolección de pruebas confluye en una etapa diocesana que lleva a una segunda etapa en Roma. Es decir que ya inició el proceso. El Vaticano nos dio la autorización para instruir esta etapa.

Colombo trabaja para concluir esta etapa hacia fin de año. El fue quien recibió del actual papa Francisco las dos cartas que Angelelli logró mandar a Roma, como resguardo mientras lo perseguían. Las cartas llegaron a tiempo para ser tomadas como prueba en el juicio. En una de ellas daba cuenta de su investigación sobre el asesinato de los curas de Chamical. En la otra, relevaba sus amenazas y el encuentro con Luciano Benjamín Menéndez. “El Papa me dijo: `hacé lo que tengas que hacer` cuando me dio las cartas que presentamos en el juicio”, dice Colombo, que estuvo sentado el día de la sentencia en la primera fila. El llegó a La Rioja a reemplazar al obispo Roberto Rodriguez, que fue quien a pedido de Bergoglio, según dice, se presentó como querellante en la causa. Durante los últimos meses entrevistó cómo quien trabaja en un libro a muchos de los que lo conocieron. Supo de una familia con una hija desaparecida a los que Angelelli acudió a ver permanentemente cuando la sociedad los aislaba. O escenas conmovedoras, dice, como el día que pasó con el auto y al ver a un grupo de monjas abajo de un árbol, volvió con un kilo de helado. O cómo vivía la Navidad al lado de los pobres, y cómo no le perdonaron que los organizara o la sindicalización de las trabajadoras domésticas, de las cooperativas agrarias comprometido en un cambio social y económico”.

–¿Cuándo termina con esto?

–La idea es que esté en Roma cuanto antes.

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Hoy se concelebrará la misa en la catedral de La Rioja con los Curas en Opción por los Pobres.
 
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