EL PAíS › BLUMBERG PARTICIPO DE UN ACTO CONTRA LA INSEGURIDAD

Por las calles del oeste bonaerense

Juan Carlos Blumberg pisó ayer el oeste del Gran Buenos Aires en un acto organizado por la Asociación de Comerciantes y Profesionales de Moreno, donde pidió que fuera la sociedad la que decida las penas “de los reos” y reiteró que la “cruzada Axel” ya obtuvo más de 2 millones de firmas. En la puerta de la Municipalidad y con un cuarto de plaza cubierta, a la izquierda del escenario fueron ubicados los familiares de víctimas de gatillo fácil y de casos encajonados por la Justicia. Desde ese sector, hubo algunos intentos por tener voz frente al micrófono, pero los organizadores decidieron que sólo hablara Blumberg.
“A cincuenta centavos las velas”, repetía ayer al anochecer un vendedor con muy buena venta. Sonaron campanas de adhesión de la Iglesia, a un costado de la plaza, y cientos de personas respondieron con un aplauso. A los diez minutos, Blumberg bajó de un Chrysler Neón azul rodeado de guardaespaldas, subió al palco y, al llegar al micrófono, su mano derecha secó unas lágrimas de su pómulo. Muchas de las centenares de personas gritaban “Axel, Axel” y Blumberg respondió: “Axel es el hijo de todos”. Tomó posición de firme y cambió el tono de voz: “Tenemos que eliminar a los delincuentes, a la gente podrida. Los tenemos que separar de la sociedad”. El único orador de la jornada hizo una pausa y sobrevino la ovación.
A la izquierda del escenario, Omar Coitinho, tío del asesinado Oliva, sostenía una pancarta con el pedido de justicia y gritaba. “La justicia va a venir cuando condenemos a los políticos corruptos, a los jueces y fiscales y a la policía. ¿Por qué no dejan que hable la gente de Moreno, que todos los días soporta la represión en estas calles?”, fue el grito de los parientes de Juan José Oliva, un joven asesinado por el hijo de un ex diputado. Una señora mayor, con mucho maquillaje y enormes aros dorados, le pedía que se callara y esgrimía su argumento: “Eso no importa tanto. Hay que entender que el señor Blumberg nos representa, habla por nosotros y está bien”.
En algunos medios se había anunciado que la convocatoria era para reclamar justicia por el crimen de Oliva, pero en la plaza de Moreno las respuestas eran diversas. “Vengo por el señor Blumberg y la barbaridad que le hicieron al pobre Axel”, explicó Mariela con su hijo en una mano y una vela en la otra. “Soy del barrio Las Catonas. Mi departamento está usurpado por delincuentes”, decía el cartel de un hombre de cuarenta largos. Una señora mayor se acercó y contó lo suyo: “A mi hija María Belén la asesinó una persona amiga de los policías de Villa Trujui y taparon todo. Pusieron que había sido un suicidio”, denunció una mujer mayor que no quiso dar su nombre por temor. “Acá son unos mafiosos”, se disculpó.
El tío de Juan Oliva –asesinado en junio del 2003, hecho por cual se encuentra prófugo el hijo del ex diputado Joaquín “Pipi” Nogueira– saltó la valla e intentó a acercarse a Blumberg. Después de gritar un rato, Blumberg lo saludó y volvió al micrófono. A un metro, el vicepresidente de la Asociación de Profesionales, Antonio Campione, hizo su apreciación. “No sé qué reclaman. Hay que agradecer que (Blumberg) vino hasta acá”, dijo y explicó la función de los guardaespaldas: “Uno de sus pedidos fue que no se le acercara la gente. Es que todos quieren tocarlo, hablarle”, justificó.
Blumberg terminó su discurso, puso su mano derecha sobre el pecho e invitó a cantar el Himno Nacional.
Informe: Darío Aranda.

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