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En 1988, una ordenanza reconoció a las salas de teatro independiente de la ciudad. Once años después, a través de una ley de fomento, se crearon las categorías de espacios teatrales no convencionales y de experimentación. Pero al año siguiente, al sancionarse el Código de Planeamiento, la figura no se incluyó. Por eso, las salas comenzaron a habilitarse como salas de ensayo o institutos de enseñanza, lo que limita la cantidad de funciones que pueden dar por año. El propio secretario de Cultura porteño, Gustavo López, la definió ante Página/12 como una “normativa gris”. Y esto es lo que desveló a los representantes del sector en el marco de las inspecciones a mansalva del último mes. Durante esta semana, miembros del área independiente se reunieron con las secretarías de Cultura y Seguridad porteñas para consensuar una solución. Desde Cultura ya anunciaron que habrá subsidios y créditos para encarar las remodelaciones que sean necesarias.
Los contactos comenzaron el jueves pasado, tras el cierre de Belisario y Concert, dos teatros de la avenida Corrientes. Según relató López, el lunes hubo una reunión “con cien personalidades de teatros independientes, tanto dueños como directores, actores y dramaturgos, donde manifestaron la necesidad de acelerar todo”. Así se creó una comisión integrada por representantes de Cultura, de Seguridad y de teatros independientes, más personal técnico de Cultura. “La idea es hacer una sola normativa. En el menor tiempo posible, unir la del ’99, que tiene las dos categorías nuevas, más la del ’88 que no las contempla y tiene exceso normativo”. Y citó un dato: esa ordenanza habla de hasta 350 butacas. “Hoy la mitad tiene gradas. No quiere decir que esté mal, pero no está contemplado –agregó López–. Quince años después la cantidad de salas es mayor, con diferentes conformaciones, públicos, capacidad y tecnologías. Hay que adecuar contra reloj la norma para que se vincule con la realidad”, expresó.
La idea es que esa normativa actualizada “sea clara, concisa, pequeña y rigurosa –subrayó el secretario–. Si hay cien normas incumplibles nadie las cumple y estamos en la misma, deben contemplar las necesidades básicas para que no haya problemas de seguridad”. Para poner en marcha los cambios, López indicó que Cultura propuso dos vías, que están siendo evaluadas por el sector independiente. “El camino largo es modificar el Código de Planeamiento incluyendo la categoría, pero hay que votarlo en la Legislatura. Después debería ir a audiencia pública y volver al Poder Legislativo, y eso llevaría todo el año.”
La otra opción es modificar el decreto de clubes de 1944, incorporando la categoría de Club de Teatro, que se definiría por la nueva normativa a consensuar con los representantes de las salas. Allí se especificarían tanto las categorías de teatro independiente como las condiciones de seguridad que deben cumplir. En este segundo camino, el tema podría “resolverse en febrero, a través de un decreto que después iría a la Legislatura –estimó López–. Pero mientras podrían hacer trámites como teatros independientes”.
Por otra parte, el funcionario anticipó que en vistas a los cambios “se está preparando una línea de subsidios del Fondo de Cultura de un millón y medio de pesos, que se destinarán a darle facilidades al sector para adecuarse a la nueva norma. Y si eso no alcanzara, estamos en tratativas con la Subsecretaría de Desarrollo Económico, que tiene un fondo de crédito blando de unos tres millones de pesos de la Subsecretaría de Producción para poder ser tomado por los sectores de la cultura pyme”.