EL PAíS › OPINION

Una declaración de libertad

Por Luis Bruschtein

El surgimiento de HIJOS fue un hecho conmovedor en el ámbito de los derechos humanos. Había una implicancia generacional, ya que la mayoría de los organismos integrados por familiares de desaparecidos tienen un tiempo cronológico muy concreto por las edades de sus miembros. El surgimiento de HIJOS proyectó una perspectiva de futuro.
El proceso que determinó su creación también fue conmovedor porque tuvieron que elaborar una situación muy dura que ellos heredaban sin haber tenido la posibilidad de decidir nada. La represión los dejó huérfanos sin que la mayoría llegara a conocer a sus padres. Pero había también una sombra por la opción de sus padres por la militancia que ellos debieron elaborar, entender y resolver en sus propios tiempos y condiciones.
Desde el punto de vista de las maduraciones personales que confluyeron en los procesos sociales que culminaron con la creación de los organismos de derechos humanos, el de ellos habrá sido, seguramente, de los más difíciles, porque tuvieron que elaborar en muy poco tiempo y con muy pocos años (entre los 15 y los veintipico) lo que a los demás les llevó gran parte de sus vidas.
La necesidad de que existiera HIJOS quedó de manifiesto en el impulso que dio al movimiento de derechos humanos y en el protagonismo que ganó rápidamente por el dinamismo, la originalidad de las acciones y una forma nueva de relacionamiento con la sociedad. Entendieron con gran inteligencia la especificidad del espacio que ocupaban y al mismo tiempo la necesidad de abrirlo a la sociedad. La inteligencia en este caso no es un mérito individual, grupal o fenomenológico, sino que ellos reconocieron el espacio que ya ocupaban –o que les pertenecía–, porque ellos también fueron víctimas de la dictadura. Y el movimiento de derechos humanos comenzaba a sentir ese vacío que ellos ocuparon.
La participación de HIJOS en las marchas desmarcó a más de uno. Muchos de ellos eran hijos de compañeros muy queridos y extrañados y necesariamente se buscaba en sus rostros y actitudes aquellas que se recordaban de sus padres. Con la herencia tan pesada que dejó la dictadura, éstas eran situaciones inevitables, pero esa primera incorporación de HIJOS a las marchas produjo un sentimiento protector por parte de quienes fueron compañeros y familiares de sus padres. Fue movilizante para unos y otros.
Está el problema de que para ellos también hay un tiempo cronológico, porque en este momento ya están llegando a la treintena. Y seguramente deberán ir ajustando sus acciones a nuevos requerimientos que completen ese lugar de hijos que les irá quedando incómodo.
Una de las discusiones más ricas que ellos debieron asumir para crear la agrupación fue que llegaban allí por una decisión propia y no como actores pasivos de una especie de presión moral obligatoria e inevitable impuesta por la historia de sus padres. Como si la historia de sus padres los obligara a asumir una vida que no fuera la de ellos.
Sería ingenuo pensar que esa presión, en parte autoimpuesta y en parte inducida por un contexto social, no exista. Pero por eso fue tan importante que ellos la blanquearan para discutirla y pudieran discernir lo que sentían como presión y lo que era decisión propia, aunque sea imposible separar del todo ambas cosas. Sus padres desaparecidos fueron rebeldes, eligieron sus propios caminos, y hubieran respetado que sus hijos hicieran lo mismo. Por supuesto, si supieran que además reivindican el camino y coinciden en muchos sentidos con el que ellos eligieron, les hubiera gustado aún más. El valor que aquella generación respetaba más era la valentía de elegir compromisos con total libertad, porque son los compromisos que más duran.
La importancia del surgimiento de la agrupación HIJOS fue en gran medida porque estuvo precedida por esa discusión. Lo importante no fue “que ocuparon el lugar de sus padres”, sino que decidieron crear la agrupaciónpor una decisión propia. En ese sentido, son Juana y José y no los hijos de Juana y José, aunque hayan tomado el nombre de HIJOS que es el espacio legitimado por la sociedad. Ellos se reapropiaron de ese espacio y lo resignificaron. Fue un homenaje conmovedor a sus padres, pero al mismo tiempo una declaración de libertad. Que suele ser la forma como se relacionan los hijos con los padres.

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