EL PAíS › RECLAMOS DE JUSTICIA Y CRITICAS EN LOS ACTOS Y LA MARCHA POR EL ANIVERSARIO

“No se puede olvidar a Cromañón”

Miles de familiares y sobrevivientes de Cromañón se congregaron durante todo el día para recordar la tragedia. Una multitud marchó de Plaza de Mayo a Once. Hubo pedidos de justicia y críticas a los gobiernos porteño y nacional. En el acto central habló Pérez Esquivel y hubo una misa en la Catedral.

 Por Carlos Rodríguez

El matrimonio mayor viste de blanco. Ella y él están impecables, erguidos, a metros del escenario donde ayer se recordó, con una enorme carga de dolor y bronca, el primer aniversario del incendio en República Cromañón que provocó la muerte de 194 personas. Cuando promediaba la lectura del documento de los familiares de las víctimas, a cargo de dos sobrevivientes del desastre, el hombre y la mujer, sin abrir la boca, sin decir una palabra, se abrazaron y lloraron en forma desconsolada, apretando los dos, en su pecho, un colgante con el rostro y el nombre, sólo el nombre, del hijo muerto: Pablo, un rostro que representaba a todos. La imagen, en medio de una plaza encendida por discursos que acusaron como responsables políticos de la tragedia al suspendido jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra, y al propio presidente Néstor Kirchner, tuvo el valor simbólico de graficar el dolor de la multitud. La soledad de esos padres, multiplicada 194 veces, explica la dureza de las palabras que ellos no dijeron. “Doce meses. Un año de impunidad. Nada que festejar”, fue la frase inicial del documento leído en el acto realizado en Plaza de Mayo. “A un año de la masacre, un año de impunidad, la lucha sigue. Reclamamos que prospere el juicio político a Ibarra y que sea llamado a declarar en el juicio penal”, fueron las palabras de cierre.

Esta vez, a diferencia de las once marchas anteriores, el itinerario comenzó frente a la Casa de Gobierno y tuvo un momento emotivo, para los familiares, creyentes o no, que llenaron la Catedral Metropolitana para escuchar la homilía del arzobispo porteño Jorge Bergoglio (ver aparte). Además del mensaje de los familiares, también estuvo en el palco y habló ante la multitud, estimada en alrededor de 15 mil personas, el Premio Nobel de la Paz 1980 Adolfo Pérez Esquivel, quien sostuvo que el pueblo argentino, en la dictadura o en democracia, “está marcado por la tragedia”. En ese sentido, instó a los presentes a “seguir luchando por la justicia”, como lo hicieron las Madres de Plaza de Mayo.

“No a la impunidad”, afirmó Pérez Esquivel, quien hizo un dramático racconto de hechos trágicos de la historia reciente: “No podemos olvidar a los 30 mil muertos y desaparecidos durante la dictadura militar; no podemos olvidar el asesinato de (Maximiliano) Kosteki y (Darío) Santillán; no podemos olvidar que hay niños que mueren de hambre y enfermedades evitables; no podemos olvidarnos de Cromañón”, reseñó Pérez Esquivel, que recibió el aplauso de los que habían llenado la plaza, mientras seguían llegando las columnas por la Avenida de Mayo. Sobre los chicos de Cromañón, el orador dijo que “son semillas de vida, no de muerte” y que por lo tanto “la vida de ellos nos tiene que dar más vida”. Por último llamó a “apostar a la vida, a la construcción, a la esperanza”.

Los familiares, como siempre ocurre, llenaron la plaza de banderas, pancartas, remeras, colgantes. “María Sol, la justicia te queda chica, pero hay que tener la certeza de que en esta vida todo se paga”, pronosticaba una enorme bandera. Un joven, con tremendo esfuerzo, llevaba un cuadro, en madera y vidrio, de grandes dimensiones, con la imagen de Cristo en la cruz. “A los chicos de Cromañón, los mató la corrupción”, era la frase que adornaba la cabeza del Cristo. “Ibarra, como Pilatos, se lavó las manos con nuestros hijos”, sentenciaba la leyenda que cubría los pies de la imagen crucificada.

La mamá de Sofía Victoria Morales repartió entre los más allegados una postal navideña, que en la tapa y la contratapa mostraba el bello rostro, según pasan los años, de su hija “única, irrepetible y valiosa”, muerta en la tragedia. Adentro se podía leer el poema que Sofía Victoria le escribió a una amiga, imaginando un adiós que obviamente no debía ser tan temprano como fue: “Cuando yo me vaya, no quiero que llores; quédate en silencio sin decir palabra, y vive recuerdos, reconforta el alma”.

Cerca del palco, ubicado de espaldas a la Casa Rosada, estuvieron Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora; Vanina Kosteki, hermana de Maximiliano Kosteki; Diego Lerer, delegado general del Garrahan; Laura Ginsberg, de Apemia, entidad que nuclea a familiares de víctimas del atentado contra la AMIA; Adriana Calvo, de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, y el legislador porteño Rubén Devoto. El acto tuvo un breve intermedio musical, antes de la lectura del documento de los familiares y del inicio de la marcha hacia el santuario ubicado cerca del boliche Cromañón, en el barrio de Once.

Primero actuó la murga Los que no Callarán, formada por chicas y chicos sobrevivientes del incendio. La primera canción recordaba “aquella noche de portones con candado”, en alusión a la salida de emergencia cerrada, convertida en trampa mortal. Como responsables de lo ocurrido, los murgueros señalaron también a “la maldita corrupción, que cambió futuro por dinero”. Otros dos sobrevivientes, por turnos, fueron los encargados de leer el documento consensuado entre todos los grupos de familiares y de sobrevivientes que organizaron el acto. Fue notoria, en el palco, la ausencia del abogado José Iglesias, padre de una de las víctimas.

Los padres, a pesar del dolor, brindaron al cumplirse un año de la tragedia. Brindaron por “el acompañamiento de quienes siguen sumándose: vecinos, organizaciones sociales y políticas, los que están presentes poniendo el cuerpo” y también por la “unidad y movilización que ha logrado la votación del juicio político, que ha logrado que Chabán vuelva a la cárcel, que ha logrado que la memoria no se empañe”. En el discurso se comprometieron a “luchar por cárcel a Ibarra, Chabán y todos los responsables” porque eso significa “luchar por obtener memoria, verdad y justicia”. En ese sentido, recalcaron: “Nadie nos ha llevado de las narices en esto, mantuvimos nuestra independencia de criterio: cómo no hacerlo si está de por medio la muerte de 194 personas y la vida de miles de sobrevivientes”.

Luego se preguntaron por qué razones puede brindar el suspendido jefe de Gobierno este fin de año: “¿Tal vez porque es parte de un Estado corrupto en todos sus niveles, repleto de negligentes y coimeros que creó las condiciones para que la masacre tuviera lugar?” También le apuntaron a un hipotético brindis de Año Nuevo del presidente Kirchner y su entorno y concluyeron que los funcionarios “en lugar de brindar deben dar respuestas porque son ellos nuestros mandatarios y nosotros el pueblo, sus mandantes”. Por todo eso pidieron “cárcel a Ibarra, Chabán y todos los responsables” del incendio en Cromañón.

Luego todos se pusieron “de espaldas a los funcionarios”, en alusión al edificio de la Casa de Gobierno, para marchar hacia el santuario en Once, mientras se escuchaba una canción dedicada a los pibes de Cromañón, compuesta e interpretada por otro sobreviviente, Marcelo Santillán.

Una vez en el santuario, los familiares dejaron inaugurado un mural que recuerda a las víctimas y que fue realizado por los trabajadores de la fábrica recuperada Cerámicas Zanon de Neuquén. Las agrupaciones políticas que acompañaron la marcha habían quedado en la esquina de Rivadavia y Pueyrredón entonando sus consignas, lejos del grupo que llevó entre susurros un cartel y las remeras de Callejeros. Pero el silencio se hizo general cuando empezó el acto ecuménico que dejó inaugurada la llamada “Plaza de la Memoria”.

Luego del acto, tal como habían hecho antes en la Plaza de Mayo, nombraron una por una a todas las víctimas de la tragedia. Como cierre se hizo un minuto de silencio que comenzó exactamente a las 22.50, hora en la que se produjo el trágico incendio en el boliche propiedad de Omar Emir Chabán. A continuación, en medio de los conmovedores abrazos, comenzaron los aplausos. Largos aplausos para convocar la memoria de tanta muerte joven.

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El dolor de amigos, familiares y sobrevivientes se mezcló en todo momento con la bronca y la indignación por la tragedia.
 
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