EL PAíS › COMO SIGUE LA RELACION CON URUGUAY

Menos que una luz

Definido el camino jurídico-diplomático, en la Rosada aplican voluntarismo para moderar la tensión con Uruguay. Pero la gestualidad de Tabaré complica la relación. Enojo y decepción de Kirchner en la intimidad. Los pasos en La Haya.

 Por Sergio Moreno

“Siempre hay una puerta abierta, pero esta vez la luz es mínima. Por ahora, no hay solución política con los uruguayos. Vamos a hacer todo por recomponer la relación, pero los dichos de Tabaré (Vázquez) no sólo no ayudan sino que empeoran todo. Estamos bastante sorprendidos.” La frase corresponde a uno de los más empinados funcionarios del gobierno argentino y fue dicha a Página/12 ayer mismo. No se trata del camino diplomático emprendido a guisa de la instalación de las dos papeleras europeas en el margen oriental del río Uruguay, ese camino llevó a la Corte Internacional de La Haya. Los dichos de la fuente refieren a cómo se recompone, si eso es posible –y la historia dice que siempre lo es–, la relación entre ambos gobiernos, otrora amigos, hoy adversarios impensados. La gestualidad del presidente uruguayo, sus dichos y la última gira por América del Norte, se antojó una desmesura a los principales hombres de la Casa Rosada. “Kirchner ya no lo respeta, le parece que dejó de lado sus convicciones y en eso lo equipara, desde hace tiempo, a (Fernando) de la Rúa”, comentó otro alto funcionario a este diario.

Esta semana que termina, a pesar de la intensidad de los hechos, concluyó con alivio en el Palacio San Martín. Luego de una compleja y, al decir del oficialismo, fructífera reunión de presidentes en Puerto Iguazú, por la decisión boliviana de nacionalizar sus recursos energéticos, le llegada en plazo al Tribunal de La Haya y la calidad y argumentación del caso dejaron conformes tanto a diplomáticos como a ministros y funcionarios del Gobierno. El canciller, Jorge Taiana, estuvo trabajando estrechamente con Néstor Kirchner en ambos menesteres y su sensación, después del cierre del acto en Gualeguaychú, era de satisfacción. “Con la presentación judicial se terminó una etapa; ahora hay tranquilidad”, especulaba un ponderado negociador diplomático ante Página/12.

Ahora, el Gobierno espera que, antes del verano boreal, en un mes y medio, aproximadamente, se produzca algún tipo de resolución y el tribunal disponga alguna medida.

A pesar de las argumentaciones argentinas, los mecanismos de trabajo ante la Corte encierran sus complejidades y hermeticidades. Para empezar, coexiste un número de abogados de distinta índole que trabajan en pos de la presentación, a quienes se denomina agentes. Uno de estos grupos es el cuerpo jurídico de la Cancillería, comandado por la embajadora Susana Ruiz Cerruti, que coexiste con abogados europeos, conocedores especializados en cómo litigar ante la Corte de La Haya. Hay, además, un juez argentino nombrado ad hoc, que será un par de los 15 magistrados del Tribunal y se sentará a la mesa cuando se decida. Los uruguayos también pueden poner uno. Finalmente, están los consultores jurídicos nacionales que trabajan para el gobierno de Entre Ríos.

“Nuestra idea es ir de a poco con los argumentos y los pasos jurídicos; no hay que tirar todos los cañonazos de un solo golpe”, metaforizó uno de los funcionarios que trabajó en la presentación de marras.

El sendero diplomático-jurídico en lo que respecta a la litis por las papeleras está determinado. Ahora podría abrirse una negociación política, nacional e internacional. Hacia adentro, a través del Ministerio del Interior, con Entre Ríos, y coordinado por la Jefatura de Gabinete, “que está llevando las conversaciones, complejas, cada vez más, con sus contrapartes uruguayas”, connota la fuente antes mencionada.

Existe además una iniciativa en carpeta que bien podría concretarse esta semana que comienza. Está referida al debate sobre contaminación y las posiciones extremas de determinadas organizaciones, según el paladar oficial. “Vamos a encarar una ofensiva sobre las ONG ambientalistas para discutir el tema de su maximalismo. Una cosa es decir que el poder de dilución del ambiente soporta y elimina ciertos niveles de contaminación que produce cualquier fábrica, no sólo las de este tipo (pasteras); otra muy distinta es creer que cada fábrica es Chernobyl”, confió a este cronista un funcionario que trabaja en el asunto.

Cuidadoso de cada detalle y del pulso social, el viernes, después del acto, Kirchner recibió un trabajo de la consultora Equis, que comanda el sociólogo Artemio López. Es un estudio efectuado entre el 1º y el 3 de mayo, en la Ciudad de Buenos Aires y el GBA, entre 960 casos, que cuenta con un margen de error del +/- 3,2 por ciento y una confiabilidad del 95 por ciento.

Allí, el 42,1 por ciento de los consultados evalúan positivamente la forma en que el Gobierno encaró este entuerto con Uruguay; un 39,1 lo considera negativo, y regular el 1,7 por ciento. En el sondeo, acuerda con los cortes de los puentes para oponerse a las pasteras un 54,3 por ciento y desacuerda el 43,6 por ciento; considera que hay que levantar los cortes a cambio de parar las obras el 70,6 por ciento, y que no el 23,8 por ciento; un 91,5 por ciento cree en la necesidad de crear una comisión conjunta que estudie el impacto, mientras el 7,2 desaprueba esa medida; y finalmente, el 82,1 por ciento está persuadido de que las papeleras serán construidas, creyendo lo contrario apenas el 13,4 por ciento.

Ambiente y medio

Más allá de la lectura política del acto que el Presidente hizo el viernes en Gualeguaychú (tentempié para lo que, imagina, será el del 25 de mayo), a la vera del Uruguay el gobierno nacional, la mayoría de las provincias, intendentes, legisladores, ministros, funcionarios y dirigentes se comprometieron con la sociedad, no sólo la entrerriana, a mejorar las condiciones ambientales –en casos, patéticas y alarmantes– de la Argentina.

Cuatro años de crecimiento económico al 9 por ciento no sólo engrosaron el PBI y la producción: paralela y exponencialmente a ello aumentó la contaminación y el desecho de basura en todo el país. Por caso, los basurales del Ceamse en la provincia de Buenos Aires están colapsados, en cada municipio existen de estos muladares a cielo abierto, al igual que en la rediviva ecológica Entre Ríos, donde la mayoría de sus municipios carece de cloacas. El caso del conurbano no es único. El tratamiento de la basura tiene ribetes económicos, por un lado, y sociales no resueltos por otro (tal el caso de los cartoneros y la anarquía que siembran a los efectos de ordenar su trabajo).

La Argentina carece desde su recuperación democrática (por poner una fecha) de una política ambiental. No hay centralización y la dirigencia tomó este asunto cuando no como un issue electoral, con desdén o simplemente ignorándolo. La inminente eyección de Atilio Savino, de quien hay quien dice en el Gobierno que, hasta ahora, ha sido no un fantasma sino el secretario de Ambiente y Desarrollo sustentable, será apenas un signo minúsculo en la dirección correcta. También la hipotética jerarquización del área y el monitoreo presidencial.

La deuda ambiental de la dirigencia política, empresaria y sindical (Hugo Moyano define muchas veces los contratos de las concesionarias de limpieza de basura en los municipios) con la sociedad argentina es mayúscula.

Acaso el compromiso de Gualeguaychú no sea un nuevo fiasco, otro fraude.

De Artigas a Bush

–¿Cómo sigue la relación con Tabaré Vázquez y Uruguay? –pregunta Página/12 a un destacado habitante de Balcarce 50.

–Tabaré se confundió de electorado. El podía haber cambiado el tratado de doble inversión con Finlandia y el contrato con Botnia si hubiese querido, gracias al caudal de votos que sacó en las elecciones. No lo hizo, prefirió o cayó en la trampa de Blancos y Colorados. (El ex presidente uruguayo Jorge) Batlle lo condujo, le marcó el camino y, encima, ahora lo ningunea –responde, no sin preocupación–, el confidente de este diario.

Las decisiones y dirección emprendidas por el mandatario oriental han sorprendido a su par de este lado del río como a sus colaboradores. Ven una paradoja que no se habría mostrado –todo lo contrario– en la Cumbre de Mar del Plata, cuando el uruguayo cumplió un rol calificado en ese entonces de “valiente” por sus pares sudamericanos, en defensa del Mercosur, conteniendo el avance pro-ALCA que efectuaron el mexicano Vicente Fox y el norteamericano George W. Bush. Precisamente con ellos flirteó esta semana Vázquez. En el gobierno nacional se indignan argumentando que en ambas reuniones atacó al bloque regional en la casa de sus “enemigos naturales”.

Para un mandatario que se dice progresista, la actitud es, cuando menos, contradictoria. Mientras en el Cono Sur hay una ola de centroizquierda, con presidentes aunque muy diferentes entre sí, del mismo signo político –Kirchner, Michelle Bachelet, Lula da Silva, Hugo Chávez, Evo Morales, incluso Vázquez, todos con sus matices, pero con ideas bastantes parecidas en cuanto a justicia social, rol del Estado, equidad, etc.), el uruguayo ha decidido gestualizar fuertemente–, fotografías e intenciones de integración extrabloque regional, incluso la chance de dejar el proceso sudamericano –con los dos paradigmas de la derecha en el hemisferio–, Fox y Bush. En la Casa Rosada sostienen que la foto con el líder de la guerra preventiva mundial hizo crujir esta semana a varios sectores internos del Frente Amplio uruguayo, algunos de cuyos actores comienzan a diferenciar la supuesta “causa nacional” que la derecha oriental impuso al negocio de las papeleras, de lo que fue una trampa, perfectamente ejecutada (con toda la ayuda y candidez del gobierno de Tabaré) por Batlle, sus adláteres y la derecha de ese país. Otrora feroz opositor a la instalación de las factorías y a la sesión de soberanía que ello implicó para el Estado uruguayo, el Frente Amplio, desorientado, no ha sabido diferenciarse y quedó preso de blancos y colorados. “Tabaré está teniendo problemas con el Frente. La derecha lo acosa y le está ganando la partida. A pesar de eso, va a perdurar, débil, se derechizará aún más, pero no se caerá el gobierno”, ensaya un funcionario que sigue muy de cerca el proceso uruguayo. El alejamiento de Montevideo es un hecho, a pesar de que en la Casa Rosada intenten morigerar los ánimos y buscar una manera –aún no vislumbrada– de recomponer la relación, diplomática y política. A las dos veras del Río de la Plata los más importantes dirigentes han hablado. Como dejó escrito Roberto Bolaño citando a Alceo de Mitilene, “si vas a decir lo que quieres, también vas a oír lo que no quieres”.

A veces, los dirigentes pueden desdecirse en pos de un bien común.

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Imagen: AFP
 
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