EL PAíS › REPORTAJE A DANIEL TAILLANT, DIRECTOR DE LA ONG CEDHA

“La empresa Botnia está preocupada”

Marido de la secretaria de Medio Ambiente, acaba de volver de Finlandia, donde pidió que relocalicen la planta de Botnia junto a un vecino de la asamblea de Gualeguaychú. Dice que la empresa está tan preocupada que una vocera los seguía a todas partes para discutirles.

 Por Laura Vales

En su viaje a Finlandia para participar en una audiencia en la que Botnia debió confrontar con quienes objetan la construcción de la papelera en Fray Bentos, la delegación argentina descubrió que una mujer los seguía donde fueran. Resultó ser una funcionaria de Botnia, que se pegó al grupo en todas sus actividades abiertas. La funcionaria aparecía en los lugares donde estuviera previsto que hablaran los argentinos. Sentada entre el público, los escuchaba y pedía la palabra para contraponer la posición de la empresa. Para Daniel Taillant –quien hizo la gira acompañado de un integrante de la asamblea ambiental de Gualeguaychú–, esta actitud es un signo de que Botnia “está inquieta porque ve su imagen afectada” por las denuncias de los vecinos. “También está preocupado el gobierno de Finlandia, que empezó a buscar una válvula de escape al conflicto”. Taillant es director del Centro de Derechos Humanos y Ambiente (Cedha), la fundación de la secretaria de Medio Ambiente, Romina Picolotti. Taillant es algo más: su marido, aunque del tema no quiere hablar.

–¿Por qué?

–Lo decidimos así, queremos hablar de la familia lo menos posible.

–A estas giras las venía haciendo su mujer. ¿Ahora usted la está reemplazando?

–Yo ya estaba en el Cedha, soy su director y estoy a cargo de las acciones que tienen que ver con la parte financiera de las demandas. La que cambió fue Romina, yo sigo en lo mismo.

–¿No quiere contarnos cómo es su familia y de qué manera están están trabajando repartidos en el Estado y una ONG?

–Lo que sí puedo decir es que en el Cedha estaba Romina, estaba yo y estaba Juan Picolotti, que fue a la secretaría de Ambiente, es su jefe de Gabinete. (Nota: Juan Picolotti es hermano de la Secretaria).

–¿Usted no trabaja ahí?

–No, estoy en la Fundación.

En tándem

Taillant tiene 38 años. Estudió ciencias políticas en la Universidad de California en Berkeley y economía en la Universidad de Georgetown; también cursó en el Instituto de Ciencias Políticas de Francia. Con Picolotti se conocieron en Camboya. El había viajado para trabajar como oficial de crédito en un programa de la Comunidad Europea de microfinanzas (pequeños préstamos para los pobres); su futura mujer estaba allí para un proyecto de capacitación de jueces en derechos humanos y ambiente. Taillant se ofreció como voluntario para la ONG de Picolotti; desde entonces trabajaron en tándem. Volvieron a la Argentina en el ’99 y fundaron el Cedha; ahora –ella desde el Estado y él desde la fundación, que hizo un puente con los vecinos de Gualeguaychú– se ocupan del conflicto abierto por las papeleras, un frente cuya contención preocupa especialmente al Gobierno.

–En Finlandia pidieron la relocalización de la pastera de Botnia. ¿Cree que hay alguna posibilidad de que suceda?

–Al gobierno finlandés no le gusta la idea, y a la empresa mucho menos, pero no significa que descarten de lleno la opción. Ellos evidentemente se van a oponer todo lo que puedan, y si no tienen otra, tendrán que sentarse a negociar. Hay un proceso abierto: lo que ahora logramos fue insertar la opinión de la asamblea de Gualeguaychú y de los argentinos en la sociedad finlandesa. Los principales diarios mostraron nuestro punto de vista, que allá jamás se había escuchado.

–¿Qué les preguntaron?

–Les llamó la atención la asamblea de Gualeguaychú, que a la lucha la venga haciendo gente común, no organizada en instituciones. Preguntaron bastante sobre cómo había sido elegido para ir a la gira Oscar Bargas, por el voto directo de los vecinos. Recordemos que nosotros fuimos a Finlandia porque el Cedha había hecho, en abril, una denuncia contra Botnia, así que ellos tenían la idea de que el Cedha era un instigador, y se dieron cuenta de que antes de que el Cedha llevara el caso ya existían 50 mil personas que tomaron un puente. A esas cosas no las sabían, no las entendían. En cada una de las reuniones mostramos fotos de la lucha mientras hablábamos, eran fotos de personas comunes y corrientes. Y esto tuvo un impacto. Pero tengo que decir que hubo también todo tipo de reacciones, porque los finlandeses creen en Botnia, ese es un capital político que la empresa tiene.

–Ellos confían en que la planta de celulosa no va a contaminar.

–Es que la sociedad finlandesa lleva muchos años de convivir con papeleras. Varios nos dijeron esto: “Nosotros maduramos en cuarenta años sobre este sector, aprendimos a controlarlo”. Controlar no es mandar a un empleado a que tome una muestra, es toda una sociedad que encarrila: el sector se porta bien porque la sociedad lo espera.

–¿A qué tipo de controles?

–Es como cuando nosotros bajamos la ventanilla del auto y tiramos un papel o una botella, ¿por qué lo hacemos? Porque no se nos ocurre no contaminar. Esto, llevado a escala industrial, puede ser muy severo. Nosotros dimos en las charlas un ejemplo: supongamos que un cargamento de gran tamaño vaya a la pastera y que la planta no pueda procesar los efluentes contaminados con el ritmo necesario para producir a la velocidad que requiere el negocio: la presión podría llevar a la papelera a volcar el crudo en el río. Esto sucede regularmente en las pasteras, es lo que ellos llaman “los accidentes”. Ellos incluso estipulan que va a haber “accidentes regulares” en un período normal anual, pero en realidad no son accidentes, son las acciones tomadas por los mismos funcionarios para cumplir con el itinerario de producción que tienen por presión del mercado. Estas son las cosas que en Finlandia se cuidan mucho.

–Si en Finlandia no tienen problemas con las pasteras, ¿por qué habríamos de tenerlos nosotros?

–No tenemos su capacidad de control. Estamos hablando de una industria totalmente nueva para la región, y además monstruosa comparada con otras, porque esta sería muchísimo más grande que las papeleras que tenemos en Uruguay o en Argentina. No es de esperar que esta pastera vaya a poder producir de la misma manera que en Finlandia, veamos ya los casos de contaminación que tenemos en Chile, en Brasil, en Misiones y en otros países del tercer mundo donde pasó exactamente lo mismo.

Como una sombra

–¿Quién es la persona de Botnia que los marcó?

–Kaisu Annala, representante ambiental. Nos siguió a todos los encuentros para tratar de cubrir los comentarios que hacíamos.

–¿Apareció desde la primera conferencia de prensa?

–Desde el primer momento y nos siguieron hasta el final, porque volvimos a encontrar a una persona de Botnia... no sé si fue de casualidad, pero uno de ellos estaba en el mismo vuelo, cuando salimos de Finlandia para acá. Ella estuvo claro, en la primera reunión formal que tuvimos, que fue a la audiencia para tratar la denuncia del Cedha contra Botnia (por incumplir las normas de OCDE para una inversión responsable). Ahí estuvo presente la empresa de manera formal, y también el gobierno finlandés. Pero después la encontramos en las reuniones públicas, hasta el día anterior a nuestra vuelta, cuando se apareció en un encuentro que hicimos con la sociedad civil. Se armó un debate bastante caliente porque nosotros presentamos casos, y hubo gente del público que habló por nosotros. Hubo un señor que recriminó a Botnia la desproporción de llevar a un país como el Uruguay, que no está capacitado para controlar, una planta de semejante tamaño.

–¿Y ella?

–Nos contestaba. Pero le cuento algo interesante de lo que surgió, que tiene que ver con el control de la empresa. Oscar Bargas sacó el punto de que Botnia está comprando un laboratorio para los uruguayos y está capacitando al Ministerio de Ambiente del Uruguay, que después tendrá que controlar a la empresa. Y la de Botnia levantó la mano y lo corrigió. Dijo ante todos los presentes: “Eso no es cierto; en realidad, quien está pagando es el gobierno finlandés, a través de su asistencia para el desarrollo”. Con lo cual, el argumento del gobierno finlandés de que no es parte del proyecto no es tan así.

–¿Cómo sigue el proceso?

–La denuncia que presentamos contra Botnia seguirá su curso con una investigación. Y el gobierno dijo que buscará espacios de diálogo entre las partes, para ayudar a una solución al conflicto. Dependerá de Botnia y la comunidad de Gualeguaychú encontrar la mejor vía.

–¿Cuál es el panorama de las denuncias contra la financiación de Botnia?

–Esa fue una charla que tuvimos a solas con Botnia en los corredores. Ellos sienten que la inversión está asegurada porque el Banco Mundial va a dar los créditos. Dicen que por mas que el BM no de los créditos, los demás bancos sí los van a dar. Nosotros pensamos otra cosa, estamos convencidos de que el Banco Mundial no va a dar los créditos. No los va a dar porque si hay un conflicto abierto entre Argentina y Uruguay, el directorio del organismo no puede darlos. Yo no veo otra solución para el banco que retirarse del proyecto. Los demás bancos privados –nos hemos reunido con casi todos– están esperando la decisión del BM. Si el BM se cae del panorama, va a haber una cascada, un efecto en cadena.

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Taillant (abajo) dice que el viaje sirvió para medir el nivel de preocupación de Botnia.
 
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